El sumo pontífice, Francisco fue electo Papa el 13 de marzo del 2013, tras la sorpresiva renuncia de su antecesor Benedicto XVI. Pronto a cumplir un año en su mandato, sus acciones y decisiones están dando frutos al interior de una Iglesia Católica muy golpeada por sus propios dignatarios.
Podrá Ud. estar de acuerdo o no con la gestión llevada a cabo hasta el momento, lo que sí, es indiscutible el cambio notorio que le ha dado a la conducción de su pontificado, frente a tantas tropelías cometidas por sacerdotes y obispos en todo el mundo.
Chile no ha sido la excepción; muy por el contrario, se destaca en batir record de anomalías y abusos, particularmente de orden sexual contra niños muchos de ellos confiados, al igual que sus padres, en la honradez y virtud de aquellos que proclamaban la palabra de Cristo desde el Altar.
Por ello es que Francisco carga una cruz muy pesada y dolorosa, como le tocó a Jesús sufrir tras el calvario de su muerte. Ahora debe asumir todos los cargos que pesan sobre la Iglesia, que no son pocos a la luz de hechos reveladores que causan indignación en las filas de sano cristianismo.
El silencio de los inocentes.
Las Naciones Unidas, condenó al Vaticano tras una investigación de seis años, que ha violado la Convención de los Derechos del Niño, al adoptar “políticas y prácticas que llevaron a la continuación de abusos de menores y la impunidad de los responsables.” “La Santa Sede eligió preservar la reputación de la Iglesia al proteger a los perpetradores de los delitos por sobre el interés de los niños.”
Una dura acusación que enfrenta la Iglesia Católica con la responsabilidad sobre los hombros del Papa, su conductor, el que no podrá ocultar bajo los laberintos de palacio a sus licenciosos culpables de atrocidades confesas investigadas por la máxima Congregación para la Doctrina de la Fe. Ésta solo actúa cuando entre los denunciantes de abusos sexuales perpetrados por sacerdotes son víctimas menores.
Investigaciones en Chile.
Tal es el cúmulo de denuncias que han llegado al Vaticano, que este se vio en la obligación de enviar a la Nunciatura, a dos sacerdotes mexicanos, para constatar en terreno las conductas homosexuales y abusos de menores, en nuestro país.
Duele señalar que el listado es más largo de lo imaginable, por de pronto podemos afirmar con certeza que, entre los acusados últimamente, hay dos obispos y dos superiores de órdenes religiosas de la Iglesia Católica y varios sacerdotes involucrados en conductas inmorales.
Sobre ellos cae la mano justiciera de un Papa que no se deja amilanar frente al poder secreto de los padrinos de estos individuos que cometían todo tipo de delitos al amparo de sus protectores y cómplices.
Los casos siguen, algunos más atroces que otros. La expulsión de Chile de la Congregación de los Misioneros de San Francisco de Sales se debe al resultado del informe del vicario judicial Jaime Ortiz de Lazcano, acreditando el abuso sexual a un menor de edad perpetrado por los sacerdotes Roberto Salazar Soto y Héctor Valdés condenados a la pena perpetua de dimisión del estado clerical y expulsión de la congregación a la que pertenecen, concluyendo que los cincos miembros integrantes en Chile eran homosexuales activos.La joven víctima, de escasos 15 años, termina su calvario ahorcándose en el garaje de su hogar.
En medio de todas estas atrocidades el Papa tiene que lidiar con arenas movedizas a su alrededor, con una manga de insanos que no trepidan en dañar para siempre la inocencia de los niños a su alcance, muchas veces, presentando dos caras llenas de hipocresía y maldad, para concretar sus delitos.
Durante la ceremonia en que se envistió al Obispo Ezzati de Cardenal de Chile en el Vaticano, Karadima oficiaba la misa burlándose púbicamente de la condena impuesta por la Santa Sede.
Existe una esperanza en el mundo católico local, de que el reciente nombrado Cardenal acate las perentorias órdenes de su Superior, siga su ejemplo, pasando a la historia como el sacerdote que fue capaz de limpiar la casa.