20 nov 2015

Chile-Irán, paso en falso

Hay hechos y situaciones que por la velocidad de los acontecimientos y la gran cantidad de sucesos y noticias a las que hoy tenemos acceso, pueden pasar desapercibidos. Tal es el caso del silencioso acercamiento entre el régimen fundamentalista islámico de Irán y el gobierno de Chile, al extremo que se ha informado la pasada semana que Chile se apresta a reabrir su Embajada en Teherán. Se trata de una decisión de política exterior chilena que debiera ser de la máxima preocupación no sólo para la comunidad judía en Chile, sino que para todos en nuestro país.

Durante años, tras el cierre de facto de la Embajada iraní en Chile con ocasión del atentado a la AMIA en Buenos Aires, Irán intentó no sólo retomar la normalidad  de sus relaciones diplomáticas con Chile,sino que elevar las mismas al máximo nivel.

En todo este tiempo la cancillería chilena actuó con extraordinaria prudencia de manera de evitar cualquier señal de acercamiento con un régimen que no sólo no esconde su apoyo al terrorismo internacional, y en especial a grupos como Hezbolá en el Líbano y la Yihad Islámica en Gaza, sino que no respeta los derechos de las minorías. Se trata de un régimen que ejecuta en la plaza pública a homosexuales y que discrimina sistemáticamente a las mujeres.

Sin embargo este año algo cambió.

En el preciso momento en que el mundo reacciona consternado a los atentados terroristas del grupo islámico Isis en París que ya han causado 130 muertos. En la misma semana que posiblemente en Argentina se derrumbe en las urnas el proyecto kirchnerista que será tristemente recordado por la muerte del Fiscal Alberto Nisman responsable de develar los vínculos de altos miembros del régimen iraní con el atentado a la AMIA así como por canjear la impunidad de los mismos por un memorándum de entendimiento con Irán, Chile toma el lugar de Argentina en la región y la cabeza de playa iraní se traslada de Buenos Aires a Santiago.

Más aún, llama la atención este cambio considerando que el gobierno de Irán no sólo mantiene estrechos lazos con la Argentina de Cristina. También los ha cultivado con Venezuela, Nicaragua, y muy sintomáticamente, con el gobierno de Evo Morales en Bolivia. Cuando nuestras diferencias con Bolivia por su demanda de acceso soberano al mar son una prioridad de nuestra política exterior parece no sólo riesgoso, sino que derechamente inoportuno el acercamiento a Irán.

Es en estas circunstancias en que estamos llamados a actuar y no sólo a reflexionar. Ello antes que el avance de Irán sea irreversible.

No podemos permitir que nuestra indiferencia abone el camino del terrorismo, ni que Chile se transforme en plataforma para peligrosos y desconocidos objetivos del fundamentalismo islámico.

Considerando que el intercambio económico con Irán apenas superó los 4 millones de dólares anuales en el año 2013 (último año que tiene información la DIRECON) y que la Cancillería enfrenta severas necesidades presupuestarias, se deben explicar con claridad las razones que se esconden tras este inoportuno y riesgoso paso en falso de pretender reabrir la embajada chilena en Teherán.

En el intertanto sólo cabe tímidamente confiar en que prevalezca el interés nacional y el sentido común de manera que dicha medida no se concrete.

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  • Marcelo Pérez

    Si bien me parece que los resquemores sobre el caso Iraní son válidos; entonces deberíamos ampliar la reflexión no sólo a este caso en particular. Porqué no entonces solicitar el cierre de la Embajada de Arabia Saudita en Chile, país con una constante violación los derechos humanos, y cuna del Wahabismo, filosofía en la que se apoyan varios grupos terroristas actuales. Arabia Saudita junto a Irán son los principales actores dentro de Medio Oriente, diametralmente opuestos uno del otro. Si bien es cierto que Irán financia grupos terroristas como Hezbollah, también es cierto que Arabia Saudita ha impulsado grupos Suníes, como en el caso de Yemen, y que han actuado de forma violenta contra su pueblo. Además aun quedará por ver la real implicación de Arabia Saudita con el Estado Islámico, ambos de corte Sunní.

    Incluso podríamos ir más allá y cuestionar las relaciones de Chile con la República Popular China, régimen que ha coartado los derechos humanos y la libertad de expresión de su pueblo
    durante décadas. Podríamos repensar las relaciones con Turquía, que bajo el liderato de Erdogan ha reprimido de forma violenta e ilegal al pueblo Kurdo. Además el mismo Erdogan ha sido culpado de apoyar y permitir al Estado Islámico la libre circulación por su territorio.

    Nada de esto busca negar la problemática de las futuras relaciones con Irán. Pero si ponemos en cuestión la calidad moral y ética de una nación, deberíamos medir con la misma vara todas las relaciones que Chile mantiene en el mundo entero.

    Saludos

  • Víctor Marcelo Vergara Verdugo

    Encuentro insólito que Chile no tenga relaciones diplomáticas con Irán. Si fuera por la argumentación de usted, tampoco debería tener relaciones con el gobierno de Israel. Pero lo cortés no quita lo valiente y se debe tener relaciones con todos los estados formales que constituyen la ONU. El diálogo es lo único que puede influir en alcanzar cambios. Obama lo entendió con Cuba. No sea tan ideologizado ni represente tan ciegamente al integrista de Netanyahu.

  • Jaime

    Sr Zaliasnik, me quiero referir a la frase respecto de la Asunción de Macri y el memorándum de acuerdo de Argentina e Irán, y comparándola con Chile, como usted es un hombre de derecho sabrá que un acuerdo del ejecutivo no tiene efecto en Chile, para ello se requiere acuerdo del parlamento, ni menos coartar atribuciones de otro poder del Estado, por tanto canjear impunidad no tiene ningún efecto, y esto es lo mismo para Argentina, que este memorándum nunca ha estado en tramite del congreso argentino. ¿o no? Favor aclárelo.