Pensando acerca de los resultados que trajo el mil veces mencionado fallo, es interesante ver como finalmente terminó de la misma manera que predijimos hace exactamente, 18 meses. Es decir, con pérdida de territorio para Chile (soberano o económico, da lo mismo) y continuación de las negociaciones con Perú.
La pregunta que cabe hacer ahora es simple y hecha tantas veces como el mencionado fallo. Dicha consulta ha de ser, ¿por qué?
Bueno. Es como la ley de gravedad. Si uno tiene un peso sujeto por una grúa a una altura de 30mts. y la pregunta es qué pasa si se suelta el peso, no importa cuántas comisiones se llamen a deliberar, asesores se contraten, ni si la corte A o B falla en derecho o qué precedentes se consideran, el peso caerá hasta el suelo. Es decir, hay un racional que determina un resultado, sin adornos, sin discusión.
Lo mismo aplica a la disciplina de la negociación, no importa cuánto uno quiera que la conclusión de un proceso sea un escenario favorable a una de las partes, hay razones fundamentales que dirigen la negociación a un resultado específico.
En el caso del reciente fallo, la estructura fundamental de la “negociación” contenía los siguientes elementos.
A. Negociación distributiva – donde lo que una de las partes gana, la otra lo pierde- pero además, particularmente Chile no tenía nada que ganar en este caso.
B. Corte que no se declara incompetente ante la presentación del reclamo y que, por lo tanto, cree que tiene algo que “aportar” en esta discusión.
C. Corte que a pesar de ser de “derecho” tiene oficiales designados y que como cualquier organización humana es, en definitiva, política.
Tomando en cuenta el escenario que nos dejó el resultado con Perú, cabe hacernos la pregunta, ¿cómo se comportan estos factores en el reclamo boliviano?
Primero, no es una negociación distributiva. Para que una negociación lo sea, tiene que ser bipartita y mono-variable. En este caso, Chile debe involucrar a Perú,a nuestro entender ya está involucrado, pues cualquier acuerdo necesita la sanción peruana.
Segundo, y dado que no se siguió nuestra recomendación de retiro del Pacto de Bogotá, Chile se ve expuesto al factor político (punto C); por lo tanto este frente no se puede evitar a menos que la Corte se declare incompetente (punto B).
Mucho se ha hablado del retiro del Pacto de Bogotá y de cómo ese acto podría ser interpretado como una debilidad de Chile.
A nuestro entender, mirarlo así es un error, toda vez que uno sostiene una negociación en la que importa el mantenimiento de la relación -en este caso estamos hablando de países vecinos- pero también el resultado,no es económica ni políticamente correcto perder territorio.
La receta de libro de texto es la evasión. Sí, evitar esa conversación, pues no es bueno ni empeorar la relación ni perder territorio. Por lo tanto es importante no poder ser emplazado ni invitado a instancias donde Chile se vea “obligado” a parlamentar.
Hay además, otros factores que ocurren fuera de la mesa que actúan como disuasorios de la necesidad de negociar de las contrapartes, como son, el nivel relativo de armamentismo de Chile respecto de los vecinos, las inversiones chilenas en esos países, etc.
Todas estas otras “acciones” fuera de la mesa de negociación, en ausencia de la posibilidad de obligar a Chile a discutir fronteras en una Corte, colaboran a la táctica de evasión recomendada en este caso.
El foco en los próximos meses debería estar en:
a) Retiro del Pacto de Bogotá y otras acciones que eviten que Chile se vea obligado a responder frente a emplazamientos de países vecinos.
b) Acción política/lobby sobre la Corte de La Haya para que se declare incompetente.
c) Emplazamiento pro-activo de Chile al Perú, por aquellos puntos que quedaron sujetos a “interpretación” en el reciente fallo de La Haya. Esto preferiblemente debería ser amistoso y bipartito, además esta conversación apoya el intercambio de fichas de cara a un eventual juicio con Bolivia.
Las metáforas existen desde que el mundo es un lugar social y siempre vienen a dar un segundo apoyo a la idea fuerza que se quiere potenciar.
Una vez más, no importa cuánto se adorne la situación, ya que los objetos caen hacia abajo, por el simple acto innegable de la gravedad.