Durante el transcurso de nuestras vidas tomamos decisiones a diario, desde las más simples a las más complejas.
Lo más cómodo pareciera ser optar por aquéllas donde nuestro estatus quo no se modifique sustancialmente y donde el riesgo sea mínimo y ojalá nada se mueva.
Eso, a menos que nos encontremos en una situación distinta, que puede, en definitiva, modificar nuestros destinos y el de las próximas generaciones.
Lo que buscamos hoy es, precisamente, aquello: dar un salto histórico, avanzar hacia un mejor estado de cosas.La intención, entonces, es luchar por una causa que provoca, que gatilla adrenalina y que, en definitiva, genera pasión y convicción a la vez. Allí, las decisiones cuentan y son indispensables y vale la pena salir del letargo o la comodidad para ser protagonista.
Por eso, hoy, cuando los desafíos son enormes y cuando existe la posibilidad cierta de escribir un nuevo periodo en la historia de Chile, con mayor equidad y justicia, las decisiones no pueden adoptarse desde la inercia, la comodidad y la costumbre.
Y, me refiero en concreto a la tarea que ya se asoma y que nos conducirá hacia una nueva Constitución.
Así las cosas, el llamado es a participar, a dejar a un lado la apatía y la comodidad, a manifestarnos con energía frente a aquellos conceptos y garantías que anhelamos se plasmen en una nueva Carta Fundamental; derechos esenciales que debieran plasmarse, para que no haya excusa ni argucia legal que impida invocarlos: igualdad real, dignidad y un nuevo rayado de cancha para desterrar abusos, discriminación y asimetrías que hoy no reciben la sanción que todos esperamos.
Nuestra Constitución fue concebida sin democracia y participación, como una relación a la que le falta libertad, legitimidad y mística.La sentimos lejana, distante, no encontramos en ella las respuestas que buscamos; no la sentimos el espejo necesario para vernos y reconocernos.
La Presidenta ha anunciado un proceso constituyente, paso a paso. Y si bien será el próximo Congreso el que decida el camino a seguir, incluyendo entre algunas de las opciones la Asamblea Constituyente y el Plebiscito, nosotros habilitaremos los quorum y adelantaremos parte de la tarea.
Pronto comenzará el trabajo de formación cívica en todo el país, indispensable y vital; la tarea de seducir al colectivo y de procurar que todos puedan aportar. Es la idea, porque el sueño y la tarea, es de todos y no de unos pocos.
Hemos propuesto que la Biblioteca del Congreso lidere el proceso, aportando objetividad, neutralidad y capacidad profesional de alto nivel, que los facilitadores estén certificados y que juntos construyamos la memoria histórica de un momento que espero podemos recordar en un futuro como una etapa sin duda especial.
Esperamos que nuestras propuestas sean acogidas y que este órgano del Congreso pueda ser actor fundamental en un proceso formador, especialmente en la realización de los cabildos, donde se recopilará opinión valiosa de cada uno de los ciudadanos participantes.
Todo es posible cuando las energías se suman y cuando el colectivo adquiere el rol necesario para cambiar el orden de las cosas, para demostrar que hasta lo más increíble puede concretarse, siempre y cuando no olvidemos que, un camino cierto y legítimo, es garantizar el importante mandato del pueblo, con voluntad, convicción, decisión y el profundo sentimiento de buscar un futuro mejor.
Lo que decidamos hoy, tendrá un efecto directo en las futuras generaciones. Si la nueva Constitución logra ser un espejo real de nuestro colectivo, podremos realmente decir que es nuestra, o que estamos en ella con absoluta legitimidad.
Tu aporte, y el de todos, será clave. Por eso, sin miedo, sin inercia, sin comodidad. ¡Participa!Vale la pena, es necesario y será indispensable.