El país entero está indignado por las ganancias ilícitas obtenidas por el cartel que permitió controlar el mercado y así perjudicar, sin escrúpulos, a todo un país y en especial a los más pobres.
Jorge Awad, con valentía y argumentos irrefutables, ha desenmascarado a los autores de estos ilícitos y en especial a Eliodoro Matte por el relevante “papel” que en ellos ha jugado la CMPC, de aureola intachable, pero que en el fondo de su alma prima el fraude, las ansias de poder económico y el dinero fácil.
Sin embargo es necesario calcular las ganancias que el Estado de Chile ha obtenido como consecuencia de estos ilícitos. En efecto, si se considera que los chilenos hemos debido pagar un sobreprecio, calculado por algunos en US$800 millones , resulta fácil deducir que por ese recargo se ha cancelado el IVA respectivo, por lo que el fisco a la tasa vigente del 19%, ha percibido una cifra cercana a 150 millones de dólares.
Pero también el ilícito ha permitido a las empresas coludidas obtener ganancias adicionales, las que han repercutido en sus estados contables y financieros. Si las ganancias fueran de los 800 millones de dólares que se han calculado, entonces el fisco recaudó por este concepto otros 160 millones de dólares.
De las cifras anteriores se desprende que el fisco podría haberse beneficiado en más de 300 millones de dólares, los que debieran ser devueltos a los consumidores, legítimos dueños de esos dineros, independientemente de las compensaciones directas que la CMPC y sus socios “acartelados” debieran llevar a cabo.
El gobierno ha condenado con firmeza la colusión que tanto daño ha causado, no tan sólo a los consumidores, sino que además a las confianzas. El país ya no tiene referentes confiables. Todos tenemos que aportar algo para la recuperación de ellas. No podemos vivir en una eterna desconfianza. El gobierno tiene una oportunidad única de demostrar que esos dineros que obtuvo como consecuencia de los ilícitos, se les devuelve a quienes efectivamente se le usurparon y que no vayan a las arcas fiscales de la nación.
Podrá existir en la mesa del rico profundas diferencias con los alimentos que consume el pobre, pero fisiológicamente el papel que requieren unos u otros para confortarse es el mismo.
Ideas para implementar lo anterior pueden haber muchas, pero lo más importante es que exista la voluntad política de llevarlo a cabo.