Una vez más estamos presenciado la colusión de empresarios para sacar ventajas ilícitas de su actividad. En esta oportunidad, una de las empresas más emblemáticas del país como es la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC). La familia Matte, sus dueños, pertenece a lo más rancio de la política chilena.
Cabe recordar que don Jorge Alessandri, Presidente de la República, fue a su vez Presidente a la CPMC casi toda su vida. Catones de la verdad empresarial por más de un siglo y formadores de opinión por intermedio de sus centros de estudios. Son recientes los discursos de los Matte sobre la moral y la ética. Esta no es la gota que rebalsa el vaso del abuso, estamos en medio de un mar de aguas deshonestas.
Nos dicen que el otro participante- Gabriel Ruiz Tagle- es el cerebro de esta operación, pero esto no tiene ninguna importancia y no es otra cosa que emborrachar la perdiz.
Nos estamos acostumbrando al espectáculo de los grandes empresarios, ahora último se han agregado algunos nuevos que han logrado figuración pública en una supuesta defensa de las Pymes, rasgando vestiduras, tratándonos de convencer que son casos aislados, clamando por mayores castigos, apostando a que ésta venta de gatos por liebres nuevamente les resulte.
Es antigua la frase “la oportunidad hace al ladrón” y si queremos profundizar en el por qué de la frecuencia de estos actos, tenemos que tratar de ver dónde está la oportunidad que ellos aprovechan, cuál es el grado de facilidad con que cuentan. Estos casos se conocen porque alguno de los socios se sale del juego auto denunciándose, lo cual me recuerda a los mafiosos norteamericanos, hundiendo a sus colegas para no ser tan duramente penalizados. Hay que recordar que la nueva legislación, que impulsa la presidenta Bachelet, contempla cárcel para los culpables, aunque se auto incriminen.
Sin embargo, el mayor culpable tras todo este cartel es la concentración. Cuando el crecimiento sin desarrollo de nuestra economía tiene este sello, produce situaciones que facilitan las colusiones.
Si son dos o tres las empresas en determinadas áreas, ¿para qué competir? Si el mercado así estructurado les está ofreciendo la “OPORTUNIDAD” de repartírselo y de seguir acumulando la riqueza, que es finalmente la base del poder que exhiben con una de las mayores soberbias del mundo, oponiéndose a cualquier tipo de cambio que ellos estimen amenace su dominante posición.
Dicho claramente, este tipo de sociedad que heredamos de la dictadura y que en su esencia no ha cambiado, nos impuso una cultura de individualismo, con todas sus lacras incrustadas; nos inculcó de que el éxito no se mide por los valores, principios, moral que alguien pueda exhibir, sino por cuantos bienes logra tener. Todo ello nos ha terminado por dañar con tal profundidad, que no alcanzamos a darnos cuenta. Todo nuestro ser está enturbiado y, al rebelarnos, nos cuesta distinguir lo bueno de lo malo.
Pero, aun así, las sociedades buscan su equilibrio y las reformas necesarias para cambiar este estado de cosas, a pesar de todas las dificultades, tropezones, errores, con opositores de todos lados; unos porque las encuentran poco, otros porque las encuentran exageradas e innecesarias.
Quienes estamos por una sociedad solidaria,más justa y más inclusiva, no podemos restarnos en este desigual combate y debemos denunciar con todas sus letras que la desigualdad en este país es la que produce carteles, colusiones y todo ese tipo de prácticas inmorales.