El bono de término de negociación o de conflicto (depende del lado que se mire), se creó y amplió a través del tiempo desde su origen en el sector minero, donde se popularizó como “el tapabocas”, pues permite cerrar las negociaciones colectivas con un generoso monto parejo para todos los trabajadores, que se paga al contado, de inmediato.
Tiene dos ventajas obvias: como la mayoría de los asalariados tiene un salario modesto, se asegura la aprobación en la asamblea en que debe aceptarse el término de la negociación y tiene la simpatía de asalariados endeudados, que cuentan con este beneficio contra el cual han girado por anticipado desde el término de la negociación previa o bien les permite adquirir algún bien durable sin créditos o pagar el pie en forma ventajosa.
En las grandes mineras los montos son altos. En CODELCO, los sindicatos de trabajadores obtuvieron en 2014 en El Teniente, $17,5 millones; en Ministro Hales, $14,6 millones; en Gabriela Mistral, $12,5 millones y en la Casa Matriz, $7,2 millones; los sindicatos de supervisores recibieron montos superiores.. En las otras grandes mineras los montos son similares o mayores.
El “tapabocas” del BancoEstado alcanzó a $6,3 millones y generó un escándalo generalizado, terminando con la renuncia de su Presidente, tomando en consideración que la cifra se considera alejada de los ingresos de la gran mayoría de los trabajadores chilenos y se alega que se financiará con parte de las utilidades de la entidad, que serían ingresos fiscales por la vía de impuestos o reaparto de los excedentes.
Sin embargo, el dilema que se enfrentaba era imposible, un bono escandaloso o una huelga que podía crear un caos en el sistema financiero.Recuerda el poema de Rubén Darío:
“A un cruzado caballero,
garrido y noble garzón,
en el palenque guerrero
le clavaron un acero”, y termina así,
“si me lo quitas, me muero; si me lo dejas, me mata”. Así ocurrió.
El problema que no se ha discutido es que la práctica del “tapabocas” se ha extendido por las grandes empresas y presenta serios inconvenientes para tener negociaciones colectivas sanas y convenientes para las partes, por lo cual debería ser considerado en la ley en actual debate en el Congreso, dictando normas que lo regulen.
Desde el punto de vista del empresario, el bono tiene ventajas claras. En primer lugar, evita que se incremente la planilla completa de remuneraciones, quedan estables hasta la próxima negociación colectiva y no distorsiona la estructura de los salarios, lo que ocurre cuando se centra la conversación en los incrementos por estamentos. Además, deja escasos asuntos pendientes para el futuro.
Sin embargo, si se quiere favorecer las relaciones entre las partes, se aleja de ese objetivo pues la atención se desvía de los asuntos de largo plazo, pasa a ser “pan para hoy y hambre para mañana”, es una suerte de narcótico, que no favorece el diálogo continuo que debe existir entre la parte empresarial y la laboral. Además, evita que se negocien otros beneficios más permanentes, que pasan a tener menos prioridad.
Por otra parte, contribuye a que se ofrezcan pocos estímulos a los trabajadores más especializados y de mayores remuneraciones. Por lo tanto, concentra la preocupación del personal en un beneficio que, por definición, es ocasional, por lo cual no favorece la constitución de sindicatos que puedan equilibrar el poder patronal, que es uno de los objetivos del proyecto de ley que regula la negociación colectiva.
El “tapabocas” del BancoEstado ha generado fuertes críticas de los gremios representativos de las grandes empresas y los partidos políticos de oposición, señalando que es un ejemplo de lo que acontecería si se aprueba el proyecto de ley sobre negociación colectiva, en circunstancias que se utilizó la legislación actual, no las normas futuras.
Se ha llegado al extremo de señalar que los sindicatos tendrían un poder monopólico que les permitirían imponer condiciones a los empresarios, con lo cual habría un desequilibrio entre las partes, afectando la rentabilidad, hasta el extremo que llevaría a muchas empresas a la quiebra.
Esto sólo podría ocurrir si los dirigentes sindicales tuvieran tan escaso conocimiento de la empresa en que trabajan que pudieran ponerla en riesgo, en circunstancias que uno de los objetivos del proyecto de ley es favorecer la información sobre los aspectos centrales de la empresa, de manera de hacerlos partícipes de asuntos de mutuo interés.
Suponer que los trabajadores podrían arriesgar la existencia de la firma por acciones irresponsables en una negociación colectiva, solo refleja irracionalidad, pues nadie desea perder su fuente laboral.
Las críticas efectuadas a este caso, en definitiva muestran que no aceptan la existencia de sindicatos fuertes, como el que ha existido históricamente en el BancoEstado, que representa a más del 98% del personal, sin aceptar que ha sido parte de los logros de la empresa que atiende exitosamente a los sectores populares, los lugares apartados, la mayoría de los microempresarios del país y una labor conjunta notable con los pequeños comerciantes en sus “cajas vecinas”.
Además, el banco no ha tenido pérdidas ni en las peores crisis financiaras de Chile y contribuye a la caja fiscal con el pago de impuestos y reparto de dividendos.
La creciente importancia que ha adquirido la práctica del “tapabocas” hace conveniente que en el proyecto de ley que se elabora en el Parlamento, se agregaran algunas normas que permitan regularlos, de manera que no sea el elemento principal de rige la negociación colectiva, sino la búsqueda asociativa de mejores condiciones de trabajo, que permitan elevar la productividad de la empresa en beneficio de ambas partes y no “juegos de suma cero”, como ocurre con frecuencia.