Cuando llegué destinado a Estados Unidos, uno de los primeros viajes que realicé fue visitar la pequeña ciudad de Gettysburg, Pennsylvania, lugar donde se llevó a cabo la batalla más importante, sangrienta y decisiva de la Guerra de Secesión Americana. Ésta se produjo entre los días 1 y 3 de julio de 1863, y murieron más de 50.000 soldados.
Cabe señalar que dicho viaje lo hice con relativa prontitud, pues cuando asumió el Gobierno de la Nueva Mayoría, voces o tambores ministeriales me advirtieron que dada mi condición de ex Presidente de ADICA y mi reconocida militancia en Renovación Nacional, era muy probable que fuera trasladado a otro país. Estábamos en tiempos donde el concepto de retroexcavadora hacía se debut, por lo que tal medida no parecía infundada.
Pero volvamos a la historia. Conviene recordar que la Guerra Civil o de Secesión Americana, - 1861 a 1865- , tuvo entre sus principales causas la preservación del Estado como una sola entidad y la lucha por la abolición de la esclavitud, por parte de los Unionistas o Federalistas, en contraposición a los Confederados o Rebeldes, quienes deseaban mantener su independencia del Norte Industrial y la esclavitud en sus Estados.
Esta guerra fratricida provocó la muerte de más de 650.000 personas.Para que usted se haga una idea de la magnitud de esta tragedia, comparémoslas con las bajas chilenas de la Guerra del Pacífico (aproximadamente 10.000) y de la Guerra Civil de 1891 (de 5.000 a 10.000).
Si usted vio la película ¨Lo que el Viento se Llevó¨, debiera recordar la escena de Scarlett O´ Hara buscando el nombre de Ashley Wilkes, entre los listados de muertos y desaparecidos de Gettysburg. En una escena posterior, se muestra a miles de heridos confederados en la ciudad de Atlanta, lo cual nos permite dimensionar los efectos de este trágico conflicto.
¿Por qué Gettysburg fue el punto de inflexión de esta Guerra Civil?
El hasta ese momento victorioso General Confederado Robert E. Lee, decidió terminar de una vez con este conflicto, trasladando la guerra a las tierras de la Unión, y así intentar forzar la suscripción de un armisticio. Sin embargo, sus planes fracasarían.
Luego de tres días de intensos combates en Gettysburg, el General Lee decide utilizar su Reserva, a cargo del General George Pickett. Recibió órdenes de avanzar con sus hombres en una explanada de cerca de 1,5 kilómetros “a campo traviesa”. Tendría que soportar fuego de artillería y fusilería e intentar romper el centro de la línea defensiva de la Unión. Era la última carta del General Lee.
Lo que siguió de ese frustrado intento fue una carnicería. Los hombres de Pickett avanzaron y un puñado de ellos logró romper el cerco enemigo, pero no les fue posible sostenerlo. La mitad de los confederados que participaron en “ The Pickett´s Charge”, murieron .
Los que sobrevivieron, eran recibidos por un entristecido General Lee quien les decía “it’sallmyfaultboy, it’sallmyfault”.
Derivado de esta derrota, el General Lee presentaría su renuncia al Cargo de Comandante en Jefe de las tropas Confederadas al Presidente Jefferson Davis, quien se la rechazaría. Lee seguiría a cargo de las tropas rebeldes hasta el fin de la guerra, en 1865.
¿Por qué escribí esta columna?
Porque pese a los malos augurios ministeriales, pude recorrer Gettysburg, y por coincidencia, me senté a meditar en el lugar exacto donde se produjo “The Pickett’s Charge”.
Cuando uno observa esa explanada y la disposición de cómo estaban ubicadas las tropas, uno comprende la valentía, el alto sentido del honor y de responsabilidad que tuvieron esos hombres para cumplir con una orden de esa naturaleza.
Cabe recordar que en la Guerra del Pacífico, el Comandante en Jefe del Ejército, General Manuel Baquedano, también exigía a sus soldados a “atacar de frente”, lo cual también debe ser considerado, y que podría ser materia de otra columna.
Finalmente, estamos insertos en una sociedad donde la dignidad y el decoro se han perdido, en donde nadie quiere asumir responsabilidad alguna, y por lo tanto es más fácil culpar a otros de nuestros propios errores. Por lo expuesto, convendría recordar la Historia Universal y de Chile, para aprender de sus errores y aciertos.