Patricio Melero, con una dureza de rostro digna de mejor causa declara, interrogado por la prensa acerca de la encuesta de Adimark, el caso Penta, la situación de la UDI y el nuevo proyecto del gobierno (tema aborto) ; sostiene que la situación es delicada y que debe despertar una profunda preocupación en la sociedad respecto de la política y la democracia, atendido que la encuesta revela que la mayoría de los chilenos rechaza al actual gobierno y eso es tremendamente grave y reflejaría una inestabilidad muy delicada.
Del 11% de la derecha (¿cuánto de eso le tocará a la UDI?) que recién ha formado una nueva coalición (sin nombre, pues ellos esperaban que fueran cinco y no sólo cuatro, para poder llamarle Penta- algo) no se pronuncia más que para decir que ellos deben hacer una cierta revisión de sus posiciones. Pero, a reglón seguido, si se permite la expresión, las embiste contra el nuevo proyecto (sin conocerlo en detalle todavía) en el mismo estilo que lo hizo la UDI frente a las reformas tributaria, educacional, el AUP, el fin del binominal y la propuesta de reforma laboral.
Vamos de a poco.
La encuesta reflejaría la opinión de los chilenos en condiciones de votar, de los cuales sólo lo hizo la mitad en las elecciones presidenciales. Es decir, el 65 por ciento obtenido por Bachelet en la última elección se debe traducir en esta encuesta en un 32,5%. Este es su piso.Si obtiene el 44% del total (votantes y no votantes) debemos entender que ha captado a un 11% más de lo que tenía al momento de ser elegida. Y está en alza. Esas son cifras duras y frías, como le gusta decir a Melero y al resto de los duros de rostro. De acuerdo a esta encuesta, la derecha recibe un apoyo del 11%, lo que significa que en términos electorales puede aspirar a un 6,5 por ciento.
Estoy de acuerdo con Melero, tendremos que estar muy inquietos. Por cierto, la desvalorización de la política es grave y los partidos han perdido credibilidad. Pensemos, por ejemplo, en lo grave que resulta que luego que la Democracia Cristiana acordara en su Congreso rechazar la idea de hacer voluntario el voto, casi todos sus parlamentarios hayan votado en favor de ese proyecto.¿Cómo se les puede creer?
O que Mariana Aylwin se sienta autorizada a militar en un movimiento liberal, hablar en contra del sistema de partidos, no reconocer el derecho del PDC a reclamar disciplina, y la directiva ni siquiera la someta al Tribunal de Disciplina Interna. O que Camilo Escalona ya lleve 40 millones gastados en una campaña interna de su partido.
O que la UDI tenga la relación que tiene con los grupos financieros y empresariales, no sólo violando normas de financiamiento político, sino participando sus dirigentes en actos susceptibles de ser considerados delitos, ni más ni menos que contra el Fisco cuyos intereses debieran proteger.
Suma y sigue. Estamos inquietos.
Puede ser delicado que un gobierno no tenga apoyo mayoritario, pero en ningún caso es demasiado grave, especialmente a la vista de lo que ha pasado en Chile (en el gobierno de Piñera, sin ir más lejos), en América Latina e incluso en otros países, como Estados Unidos y Francia.
Pero lo verdaderamente inquietante es que la derecha esté en los porcentajes que se revela en esta encuesta. No sólo porque eso puede anticipar una derrota de proporciones en las próximas elecciones, lo que en sí mismo no es malo, sino porque cuando la derecha percibe esas derrotas despierta sus aires nacionalistas, integristas, violentistas y golpistas.
En 1965 sucedió eso y en pocos meses liberales y conservadores cedieron paso a los nacionalistas de Arnello, Jarpa, Prat y otros, formaron el Partido Nacional y se inició en forma evidente el camino golpista. El primer intento fue contra Frei Montalva y luego vino contra Allende que terminó con lo que sabemos, gracias al aporte de otros integrismos y fanatismos como los de Jaime Guzmán, Osvaldo Lira (hijo intelectual de Primo de Rivera) y Pablo Rodríguez Grez.
La derecha chilena carece de ideas políticas, salvo aquellas que surgen de su necesidad de defender sus intereses con buenos argumentos. A veces es la estabilidad, otras veces es la fe católica, en ocasiones será la libertad de mercado, pero siempre apuntando a la mantención de un sistema que durante 200 años les ha permitido evitar o frenar cambios trascendentales.
Y hoy en Chile vivimos un momento en el cual estamos enfrentando cambios y la derecha se desploma.
Por eso es indispensable que las fuerzas políticas recuperen la ética, se fortalezcan en sus ideas fundamentales, potencien las alianzas, pero por sobre todo que haya claridad de objetivos y métodos para hacer los cambios.
Estamos en un momento delicado, justamente cuando los dos principales partidos de gobierno tienen la posibilidad de elegir directivas que rompan el continuismo que tiene a la política en el estado de rechazo que hemos constatado.
Tal vez una fórmula puede ser que aquellos que se sentían desesperanzados, los que creían que ya no había que votar, los que pensaban renunciar a sus partidos, se reincorporen y voten para que puedan ser sustituidos los que han llevado la política al actual estado de cosas y quieren seguir en esa línea.