14 dic 2014

Una lucha histórica

Hace 25 años, el ciudadano Patricio Aylwin Azócar, era electo Presidente de la República. Al momento de ser elegido contaba con una vasta experiencia política que lo había hecho senador reelecto en la actual región del Maule; siete veces Presidente de la Democracia Cristiana y en una ocasión Presidente del Senado. Su llegada a La Moneda se sustentaba en la Concertación de Partidos por la Democracia y en la campaña electoral concurrió además, el respaldo el Partido Comunista.

La extensa biografía que lo distinguía, fue un factor decisivo en su apoyo, al contribuir a derrotar la campaña de atemorizamiento y terror del régimen dictatorial que ya no podía impedir una derrota que lo alejaba del poder, al cual se había aferrado con dientes y muelas a lo largo de más de 17 años, recurriendo a las más crueles y sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos.

Era la hora del restablecimiento de la democracia, luego de una lucha dolorosa, cruenta en diversos periodos por la represión desatada por los organismos encargados del terrorismo de Estado que se aplicaba a las fuerzas de oposición. Años en que la derecha política y económica amarró su propio destino al de la dictadura de Pinochet, empeñándose porfiadamente en impedir la reinstalación del régimen democrático en nuestro país.

El 14 de Diciembre se afirmaba la perspectiva de hacer realidad el término del odio y de la violencia institucionalizada, de vergonzosas y oscuras privatizaciones que trasladaron enormes caudales públicos a manos de codiciosos incondicionales del régimen, era la hora del fin de abusos y prácticas deleznables; se abría una nueva etapa en la historia de Chile.

El pueblo fue capaz de reconquistar la democracia y la libertad que le fueron arrebatadas el 11 de septiembre de 1973. Nadie le regaló nada. Su voluntad y su cultura cultivadas en décadas de convivencia democrática; la tenacidad de sus fuerzas políticas ilegalizadas, pero activas y perseverantes; el aporte moral de las Iglesias, en especial, del cardenal Raúl Silva Henríquez como símbolo de la Iglesia Católica; el movimiento social expresado en las protestas populares lideradas por el Comando Nacional de Trabajadores, y otras acciones de rebeldía desde la Asamblea de la Civilidad por parte de los profesionales y la clase media; todo ello sin desechar nada que se inspiró en el afán libertario de la nación chilena, se hizo presente a la postre el día que Patricio Aylwin alcanzo la presidencia del país.

Ese fue un cambio de época, profundamente refundacional que se inició con el Plebiscito del 5 de octubre de 1988, para abrir el camino desde la dictadura a la democracia, del terrorismo de Estado al respeto institucional de los Derechos Humanos, de los abusos del poder a la paz social, de la persecución a los opositores al debate en el Parlamento, de la apología del mercado a la paulatina recuperación del rol del Estado para asegurar el bien común del país.

Con Patricio Aylwin se formó la Comisión Rettig y se reivindicó, desde la verdad histórica, la memoria de las víctimas, de los detenidos-desaparecidos, de los ejecutados y torturados, de las personas violadas y víctimas de otras formas de violencia sexual. Asimismo, las leyes Cumplido se aprobaron para resolver la libertad de los presos políticos que habían luchado contra la dictadura.

Ahora, veinticinco años después, hay quienes señalan que no se hicieron todas las reformas o transformaciones que debieron hacerse para terminar con la herencia tan brutal y amarga de la dictadura. Es posible, sobretodo en el ámbito de restablecer la primacía de lo público ante lo privado. Es claro que no fue una tarea perfecta; por lo demás no hay obra humana que podría serlo. 

La historia será un juez severo que mostrará debilidades e imperfecciones. Por ello, los criterios para el balance evolucionan de una generación a otra. Pero, tengo la convicción que no hay argumentos sólidos y coherentes para poner en duda lo fundamental.

En la Concertación hubo acuerdo en lo esencial, reinstalar en el país  un régimen democrático; esta voluntad le posibilitó constituirse en una sólida mayoría, que asumió con unidad y responsabilidad la misión de gobernar el país. Pero, era imposible que pudiera hacerse cargo simultáneamente del conjunto de los desafíos generados en el proceso de reimplantación del Estado de Derecho democrático.

Además, los enclaves autoritarios fueron hasta las reformas constitucionales del año 2005, un obstáculo infranqueable en el propósito de lograr que fueran primordiales los intereses mayoritarios de la nación, por sobre la tozuda resistencia de la minoría pinochetista dedicada a asegurar sus convicciones, propósitos y afanes autoritarios.

Sin embargo, seamos claros, aquella confluencia histórica de fuerzas, desde el centro hasta la izquierda, expresada en aquel periodo histórico en la Concertación, logró avanzar en una tarea que muchos veían como imposible; lo que se hizo permitió que en Chile haya democracia. Ni más ni menos.

Ahora para ensanchar y llevar a una nueva etapa este legado el bloque de gobierno, la Nueva Mayoría, tiene la palabra. Ese es el desafío.

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  • H.Alex Jiménez

    Escalona habla bonito, pero en la práctica, cocina para el lado contrario. Dice que la NM tiene la palabra y da fecha de vencimiento al gabinete de la Presidenta, sumando su postura a la derecha, a la que le tiemblan los bolsillos.
    Los “acuerdos” del pasado no se pueden cambiar, el futuro de Chile SI.
    Por algo la Región de los Lagos le dio la espalda, mucha cocina de altura, cero contacto con los votantes y su propio partido. Hoy mas que discursos y palabras bonitas, se requiere consecuencia, cumplir el PROGRAMA votado por la ciudadanía.
    Después de camuflarse en las faldas de Michelle y sus partidarios, usando hasta photoshop, para salir junto a la Presidenta y ser electos, hoy, cuando los cambios de fondo se vienen, se opta por cocinar acuerdos a espaldas del país. ¿Dirá después en sus memorias, la “correlación” de fuerzas no estaban?
    Las “correlaciones de fuerzas” se crean, como lo hizo Allende cuando nacionaliza el cobre, no se entorpecen, el resto es cuento para incautos.

  • Luis Palma Tello

    Estimado Camilo:

    Respetuosamente expongo a usted:

    Si usted fuera historiador, sería muy… pero muy poco objetivo… en la biografía que hace del Sr. Aylwin le faltó: que fue el único y gran golpista de la DC en 1973.

    Evidencias históricas de estas palabras: en la Web hay un video donde el Sr. Aylwin defiende a la junta militar en Octubre de 1973 con las mismas mentiras que señalaba el régimen de facto, mientras que en el país se asesinaba a los más humildes, el Estadio Chile y el Estadio Nacional estaban llenos de presos políticos que se torturaban y perdían la vida en el velódromo de ese recinto.

    Lo comprendo que lo haya omitido, porque usted no fue uno de las personas que estuvo en el Estadio Chile con Victor Jara quién dio la cara a todos los todos los trabajadores y estudiantes de Chile… Fue Víctor, el Presidente y sus ministros los único personajes importantes que cumplieron con:

    “Estar en el lugar de trabajo o de estudio”… otros: se escondieron, se asilaron y se fueron fuera de Chile.

    Además, NO fueron uno de los torturados, NO perdieron su trabajo y NO fueron expulsado de la universidad cuando solo le faltaba la tesis de titulación… NO vivieron la cesantía en los 17 años.

    Por eso, comprendo su omisión y destaque al Sr. Aylwin… le recuerdo además que en esa época todos deseaban que el Presidente fuera don Gabriel Valdés… por su excelencia política y por no tener un pasado golpista.

    Perdone mi sinceridad, pero cuando se vive la Historia en vivo y en directo… no se olvida la realidad y de quienes fueron los personajes responsables directos de la Dictadura.

    En cambio, don Eduardo Frei Montalva tuvo otra actitud valiente y patriótica: se pudo haber equivocado como todo ser humano, pero dio la cara en el Teatro Caupolicán en 1980 en contra de la Constitución y de la Dictadura Militar… lo que no le perdonaron y perdió la vida en extrañas circunstancias. Don Eduardo, si que está en el corazón del pueblo chileno y se destaca como uno de los cinco mejores presidente de la Historia de Chile… por sus obras, congruencia de vida y amor al pueblo chileno.

    Afectuosamente.