Cuando recuperamos la democracia a inicios de los años 90, la dictadura dejó enquistado un conjunto de leyes que afectaban y limitaban el desarrollo de un sistema político democrático.Con el tiempo varios de estos enclaves se fueron superando bajo la lógica de la llamada “política de los acuerdos”.Pero aun hoy día quedan enclaves importantes que la dictadura nos legó. Uno de ellos es el sistema electoral binominal.
Las fuerzas progresistas, durante estos años han presentado cerca de 23 proyectos de ley para reformar el sistema binominal, pero ninguno logró prosperar debido a la oposición de la derecha, que se refugiaba en el alto quórum para que las mayorías no se expresaran.
Pero todo indica que llegó la hora de que esta situación cambie, de hecho hemos llegado a constituir una mayoría tal, que ni siquiera los altos quórum heredados en la constitución de la dictadura pueden detener el avance democrático.
El amplio respaldo a la idea de legislar que tuvo el proyecto de la nueva ley electoral, nos muestra que existen sectores de la derecha que han cambiado su visión respecto a los efectos negativos que tiene el sistema binominal para nuestra democracia. En una votación histórica, la UDI quedó aislada como el partido defensor de los modelos autoritarios.
Con el nuevo sistema electoral se avanzará sustancialmente en la representatividad del Congreso Nacional. Esto permitirá que las decisiones que se tomen en el parlamento interpreten a las mayorías de mejor manera.
En una época en que la sociedad reclama cambios y trasformaciones como es el Chile de hoy, no es viable para nuestra democracia que las instituciones que deben representar a la ciudadanía tengan un déficit de representación. Si queremos potenciar nuestra democracia debemos profundizar la representatividad de nuestras instituciones y avanzar en mecanismos participativos de la gestión pública.
Por lo tanto, el nuevo sistema electoral mejorará la representación, lo que a su vez fomentará la participación de los ciudadanos y ciudadanas en las decisiones del país, aportando a la profundización de nuestra democracia.
Un aspecto muy importante que destaco, es que con esta iniciativa se establece un criterio de paridad de género, algo largamente anhelado por aquellos que deseamos un sistema político en el que las mujeres estén posibilitadas de forma efectiva a participar como candidatas.
Este mecanismo ha probado ser exitoso en el resto del mundo, ya que acelera el ritmo de incorporación de las mujeres en los órganos de representación popular. De acuerdo a esto, cada lista, pacto o partido político, deberá cumplir con el requisito de que ningún género esté representado por sobre el 60% del total de candidaturas.
La iniciativa ya fue aprobada favorablemente en la Cámara. Ahora le corresponde al Senado decidir si este histórico proyecto, que pondrá fin a 25 largos años de un sistema binominal muy negativo para nuestra democracia y que evitaba que las mayorías se expresaran, logra ser realidad.
Con esto, sumado a las reformas estructurales que está impulsando el gobierno de la Presidenta Bachelet, realmente le cambiaremos la cara a Chile y sus ciudadanos podrán ser mejor representados en el Congreso Nacional.