Las chilenas y chilenos somos víctimas del abuso y violación de la ley vigente que realizan las mutuales de empleadores.El primer abuso dice relación con las derivaciones ilegales que hacen estas instituciones al sistema de salud público.
En enero de 2013 las mutuales debieron devolver a la isapre MasVida casi dos mil millones de pesos, por concepto de licencias médicas que esta Isapre había asumido en prestaciones, que en realidad correspondían a accidentes del trabajo que habían sufrido trabajadores beneficiarios de la Ley 16.744 -que establece el Seguro Social Obligatorio contra Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales- cuyos costos tenían que haber sido sufragados por las mutuales.
Este fenómeno tiene su raíz en incentivos perversos: si un accidente no es calificado como laboral o no es denunciado como tal, disminuye la tasa de accidentabilidad de la empresa.
El poseer bajas tasas de accidentabilidad permite que la prima que cobra la mutual al empleador, para efectos del seguro laboral, mantenga su valor (lo que hace ahorrar al empleador). Además permite a las mutuales pavonearse con sus falsos buenos resultados.Pero lo más importante para estas, es que si un accidente no califica como tal, estas se eximen de tener que asumir el costo de los tratamientos médicos que por ley tendrían que cubrir. Por eso muchos de los accidentes y enfermedades laborales no las aceptan como tales.
Esta irregular actuar se ha visto favorecida por el poco profesionalismo y la actitud cómplice con que ha actuado la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO). Según cifras oficiales, siete de cada diez apelaciones a la calificación de un accidente del trabajo o enfermedad profesional que recibe la entidad, son rechazadas. Las personas rechazadas son derivadas a la atención pública, lo que tiene como consecuencia que Fonasa deba asumir los costos de prestaciones que debió haber asumido la mutual, saturando el sistema.
Hay que señalar que muchos de los rechazos –algunos de los cuales hemos denunciado- son injustos y descriteriados. Es el caso de Iris Sepúlveda quien trabaja hace 40 años como secretaria del Servicio de Salud de Concepción, debiendo ejercer a diario movimientos repetitivos y de digitación que le provocaron una severa tendinitis.Sin embargo, tanto la SUSESO como su mutual rechazaron la calificación de su tendinitis como enfermedad profesional, debiendo endeudarse para costear su afección. La diferencia la pagó FONASA.
Idea desvirtuada
Las actuales mutuales han convertido la seguridad social, un derecho humano, en un negocio altamente lucrativo. Pero esto no siempre fue así. Hay que tener presente que estas entidades fueron creadas –en la segunda parte del siglo XIX- por los mismos trabajadores para resguardarse en caso de accidentes laborales o enfermedades. Las mutuales surgen como respuesta a la ausencia de una política estatal que garantizara derechos básicos como el acceso a la salud, pensiones y vivienda.
Pronto estas instituciones se expanden por todo el país y amplían su campo de acción.“En torno a las mutuales surgen bibliotecas, grupos de música y teatro, escuelas de oficios, grupos de rehabilitación alcohólica. Eran instituciones formadoras y moralizadoras”, como se señala en el artículo El mutualismo. Pasado y presente, publicado en la revista penquista Resumen, el 12 de octubre de 2010.
Tras el derrocamiento del presidente José Manuel Balmaceda (1891) el mutualismo vivió su periodo de esplendor constituyéndose en la orgánica más fuerte del movimiento social.Entonces bregan por la jornada de ocho horas y por poner coto al pago de salario con fichas, entre otras demandas.
En 1924, con la puesta en marcha del seguro de enfermedad e invalidez en el trabajo, el Estado chileno comenzó a asumir su responsabilidad en materia de derechos sociales. Con esto comienza la decadencia del mutualismo y el auge del sindicalismo.
En 1968 el Gobierno de Eduardo Frei Montalva quiso darle nuevamente una responsabilidad importante a las mutuales. Así nace la citada ley 16.744, pero Frei Montalva, ni en la peor de sus pesadillas, imaginó que estas instituciones se convertirían en verdaderos monstruos del lucro y del abuso a los trabajadores.Ésta normativa, en su artículo 12 letra “B”, señala que las mutuales deben disponer de servicios médicos adecuados propios. Y en su letra “d” afirma que estas entidades no deben ser administradas directa ni indirectamente por instituciones con fines de lucro.
Según se reseñó en el reportaje de Ciper El imperio de negocios que la ACHS creó con las cotizaciones de los trabajadores (24/06/2011) la ACHS controla el 53% del mercado y recibe ingresos anuales por más de US$ 400 millones. El gran anillo de poder que tienen las mutuales se origina en el hecho que la ley les asegura a estas la administración del seguro obligatorio contra accidentes y enfermedades laborales.Solo este ítem le reportó a la ACHS -en la primera década de este siglo- ingresos superiores a los US$ 3.000 millones.
La ACHS tiene plena participación en una serie de sociedades anónimas, que actúan como sociedades espejo, al igual que lo hacen las universidades privadas. Entre estas podemos encontrar el Laboratorio Bionet con un 33.33%, Sorema S.A con 75%, Sorema del sur S.A con un 30%, Sorema del norte S.A con un 30% Imágenes 2001 S.A con el 34%, SMI Concepción S.A con el 20%, SRM Concepcion S.A con el 10.64%, SMMN Concepción S.A con un 20%, SMI S.A con un 22.2%, SMI Temuco S.A 49.14%, Esachs 99%, CEM HTS 99.99%, entre tantas otras.
Según Ciper “como la ACHS es una corporación sin fines de lucro, no puede repartir sus excedentes y está obligada reinvertirlos en sí misma. Para evitar esto, la mutual creó una complicada estructura de negocios que se extiende por todo el país (…) al menos 103 sociedades anónimas y una fundación donde la ACHS tiene alguna participación (…)Algunas son asociaciones comerciales; otras sólo son sociedades de fachada que persiguen beneficios tributarios, a través de las cuales la ACHS, exenta de pagar IVA y gravámenes aduaneros, recupera el IVA que de forma directa no podría”.
De acuerdo a esta investigación: “la estructura de inversiones es controlada por los propios ejecutivos de la mutual, los que ocupan cargos gerenciales y directivos en las empresas relacionadas. A través de ellas externalizó servicios propios que las mutuales entregan por ley y entró a competir en el mercado de la salud privada.También les transfiere equipos y capital. La relación es simple: mientras menos accidentes laborales hay en el país, más invierte la ACHS en infraestructura médica y empresas clínicas que venden servicios a particulares. Un millonario negocio que ha sido subsidiado con lo que los empresarios pagan para proteger a sus trabajadores”.
En 2005 el sindicato de la ACHS (SNTACHS), realizó una presentación a la SUSESO, dirigida en ese entonces por Javier Fuenzalida Santander en que le solicitó que se fiscalice la creación de la ESACHS, empresa que según los denunciantes estaría “desnaturalizando” la ley 16.744. Sin embargo, la SUSESO resolvió a favor de la creación de la empresa pese a que actuaría como sociedad espejo. Lo particular de esto, es que Fuenzalida Santander, una vez concluida su función en la SUSESO, pasó a ser gerente general de la ESACHS.
Lo que sucede con las mutuales devela la profunda crisis del sistema de seguridad social en Chile. Es imprescindible hacer una reforma estructural a este sistema.
Sin embargo, el proyecto de ley que hoy se tramita con urgencia en el Senado no aborda los problemas aquí señalados. Por lo mismo, es indispensable retirar este proyecto e ingresar uno que contemple una modificación estructural a las problemáticas que hemos descrito.