Cualquiera es libre de interpretar de la mejor manera que crea posible, el resultado de la Junta Nacional de la Democracia Cristiana, pero lo que sí es relevante es que el debate allí generado, debe ayudarnos a esclarecer cuál es el verdadero rol de la DC en esta relación con el Gobierno y con los partidos de la Nueva Mayoría y, por sobre todas las cosas, cuál es la relación que nuestra colectividad debe tener con la ciudadanía.
Está bien y es muy lógico demandar protagonismo, demandar respeto.Pero el respeto no se gana por decreto o por mostrarse lo más díscolo posible, ni menos aún se gana con artimañas tales como condicionar apoyos a los compromisos legislativos del gobierno.El respeto se gana y se merece con hechos, con liderazgo efectivo, convocante, aglutinador, con amistad cívica y con muestras claras de responsabilidad y seriedad política.
La DC ha sido conducida hasta un punto en el que queda la sensación de que está incómoda con el proyecto político liderado por la Presidenta Bachelet, y eso no es cierto.
En estos meses de gobierno, hemos quedado en la estacada con la sombra de que no apoyamos la reforma tributaria ni la reforma educacional y que incluso en algunos temas, estamos más cerca de la derecha. ¡Y eso no es cierto!
Le pido humildemente a los camaradas de todo el país, hacer un alto y una reflexión profunda acerca de qué imagen es la que proyecta hoy el partido y cuál es la imagen que nosotros creemos que deberíamos ofrecer.
Me gusta la idea de un partido de vanguardia, moderno, a tono con las tendencias no sólo del mundo desarrollado sino también sintonizado con la ciudadanía que tiene las cosas muy claras respecto de lo que espera para Chile.
Si la gente no hubiera querido cambios profundos o hubiera demandado cambios cosméticos, sería Evelyn Matthei o Andrés Velasco los que estarían hoy sentados en La Moneda y eso no ocurrió.¿Vamos a seguir dando la imagen de que el partido está cuidando intereses corporativos, de sectores específicos?
En mi opinión, es mejor que el partido lidere la búsqueda de soluciones que sean aún más novedosas, profundas y revolucionarias para avanzar hacia una sociedad chilena más justa, equitativa, solidaria y humana.
Y eso no se hace defendiendo modelos fracasados. No se hace menoscabando la amistad política de nuestra coalición; por cierto que hay espacios para trabajar y buscar acuerdos con la derecha, de eso se trata la democracia y ese puede ser un rol específicamente interesante de la DC, pero lo esencial es avanzar con el programa de gobierno que prometimos a la gente y por el que la ciudadanía votó.
La DC no tiene un problema con la Nueva Mayoría, tiene un desafío con el país. Queremos ser protagonistas, pero no protagonistas de una teleserie de egos ni de miedos infundados; deberíamos más bien estar debatiendo acerca de cómo ser parte de una buena historia de logros, conseguidos con lo mejor de nuestros liderazgos, apuntando a actuar de manera moderna y audaz ante tiempos que son de profundo cambio y que requieren más que nunca de ductilidad y mucho ingenio político.
Lo otro, es quedarse aislados defendiendo con muelas y dientes algo que la ciudadanía no quiere.