Presidenta, es la oportunidad de aprobar su proyecto de Reforma Tributaria, el mismo del que se habló durante la campaña presidencial por todos los candidatos postulantes al sillón de O’Higgins, así que no hay nada oculto bajo el sol, por el contrario, esto se debatió hasta la saciedad existiendo consenso sobre esta materia.
Es más, aunque a la derecha política y empresarial, durante el régimen de la Dictadura se les fue instalar un quórum alto para el trámite de esta ley.Por tanto, los votos en ambas cámaras –léase Diputados y Senadores- los tiene, sin tener que recurrir a quienes sistemáticamente se han negado a tramitar cualquier proyecto de ley que signifique mayores recursos para el Estado.
Los grandes, me refiero a las cinco familias que se llevan sobre el 50% de la torta, reclaman, gritan y patalean, utilizando a sus voceros, incrustados en el Congreso Nacional y en todas y cada una de sus agrupaciones empresariales, para introducir una cuña malévola ante la absoluta, legítima y urgente necesidad de contar con nuevos ingresos, indispensables para realizar el programa de gobierno. Esperamos que no lo logren.
La UDI y RN hoy son minoría por voluntad absoluta del pueblo, en un proceso limpio y transparente, en consecuencia, respetemos ese mandato entregado a quien obtuvo el 62% de los votos. Por favor, no obstruyan esta inminente LEY, que no hace otra cosa que, “paguen más los que ganan más” en nuestro tan desigual país.
La nación entera está consciente de que los recursos que emanen del cuestionado proyecto de ley, por el sector más retrógrado, financiará tres emblemáticas reformas, por si alguno las ha olvidado: la Educacional por sobre todas las cosas, la Salud y sus implicancias en la población del sector más carenciado y el cambio en el Sistema Previsional, vergüenza nacional por una inmoralidad insoportable e insostenible para miles de jubilados que reciben míseras pensiones.
Un mensaje a los católicos, especialmente los de grandes fortunas amasadas con la sangre, sudor y lágrimas, vividas y sufridas por los trabajadores explotados desde siempre.
Cuando vino a Chile el reciente nombrado Santo Juan Pablo II, dijo con voz fuerte y elocuente: “Los pobres no pueden esperar”, escuchen, no se aflijan, cuanto más contribuyan generosamente, se les será devuelto con creces al dar cuenta de sus actos en el día del juicio final.
En consecuencia y como si fuera poco, no debemos olvidar que para el colmo de nuestros males, el Norte Grande sufrió un terremoto grado 8.3 con grandes daños en infraestructura, viviendas, escuelas, caminos, rutas y servicios.Dejando una vez más al descubierto la extrema pobreza, aquella que se quiere ocultar siempre, aquella que nos revela que ‘el chancho continua pelándose mal’ , aquella que nos interpela como hermanos de un mismo país, si estamos o no haciendo las cosas bien.
Y para ocultar esta patética realidad nortina, en Valparaíso, el paraíso de la V región, su principal comuna, sus cerros y quebradas se ven envueltas en el peor y más grande incendio de que se tenga memoria, que destruye implacablemente sobre tres mil viviendas de modestos pobladores que al no tener dónde ir, construyen sus casas sin los básicos servicios de agua potable, luz, alcantarillado, menos caminos o calles pavimentadas.
Así, el fuego arrasa con todo lo que pilla en su voraz paso, no hay quién pueda detenerlo, el camino está libre, las bombas no llegan con sus escasas mangueras y muy lejos hay un pilón al que es imposible unirse porque el agua está cortada.La gente arranca con lo puesto salvando a sus hijos pequeños. Un par de ancianos mueren abrasados, calcinados por las llamas que rodearon su modesto hogar de chatarras y maderos resecos por una cómplice sequía de casi un lustro.
El caos se apodera en todas partes, nadie sospechó la magnitud del holocausto, las autoridades de antes, durante y después, mutuamente se lavaban las manos -como Pilatos, antes de mandar a Cristo a la cruz.
El resultado final es patético, doloroso para las víctimas, triste y de una pena infinita para un país que se dice ‘el tigre’ de América Latina, miembro de la OCDE, con un ingreso de US 20,000 per cápita.
¡Qué eufemismo tan grande! o nos estamos acostumbrando a la hipocresía cotidiana de ocultar nuestra conciencia bajo la alfombra de la mugre que nos rodea y asfixia. De esa tremenda desigualdad que nos habla repetidamente Benito Baranda, donde puede y cuando puede.
Este es el verdadero retrato del Chile de hoy, tan débil y frágil, que basta un terremoto o incendio para que los pilares del exitismo, de la fortaleza económica solo para unos pocos, de los exclusivos consorcios y retails, se nos caigan como estatuas de barro.
Sí, señora Presidenta, la Reforma Tributaria que Ud. impulsa es para disminuir aunque sea un poco, la brecha tan enorme entre ricos y pobres, es conseguir una mejor re- distribución de la riqueza permitiendo una mayor justicia social, donde los chilenos y chilenas se sientan parte del destino de su patria, una patria para todos, donde la discriminación comience a retroceder y consumirse en sus propias llamas del olvido.
¡Ahora o Nunca!… es su oportunidad histórica.