La Tercera del domingo 16 de marzo de 2014, en su cuerpo de Negocios, dedica tres páginas completas a sintetizar lo que denomina en el titular de esa sección “La otra herencia de Piñera a Bachelet: el libro blanco de las pensiones chilenas.”
Es evidente que jurídica y prácticamente, la Presidenta Bachelet debe hacerse cargo de la concepción doctrinaria traducida en leyes y reglamentos que norman las pensiones, la salud, el desempleo y otros que constituyen lo que el mundo civilizado conoce como Seguridad Social y que, lamentablemente, en Chile sólo rige para las Fuerzas Armadas y de Orden y unos cien mil chilenos que por decisión propia o por mandato de la ley que dictamos en el gobierno de Aylwin están en el denominado sistema antiguo de reparto.
Pero ella no tiene obligación de asumir los criterios doctrinarios que se impusieron en dictadura y que fueron mantenidos por la Concertación y la derecha en democracia, que permiten el funcionamiento de un sistema de pensiones, salud y otros, que se concibe doctrinariamente como un abandono de los principios de la Seguridad Social, que son reemplazados por los dogmas de mercado, como si el trabajo, la salud la vejez, fueran solo otra mercadería más.
Esta cultura es una herencia global, que impregna todo el quehacer educacional, laboral y político y que puede y debe ser rechazada, ya que es un negocio espectacular para una minoría que ha constituido estas áreas en las piedras angulares de la desigualdad en Chile y que ha generado pensiones miserables cercanas al treinta por ciento de las últimas remuneraciones que perciben 10 millones de chilenos que, para recibir esa miseria, le pagan a las AFP y compañías de seguros más del 25% mensual de lo que destinan para estos fines.
Cómo se esperaba, el ex Presidente Piñera nada hizo, a pesar que le entregamos personalmente antecedentes sobre el fracaso y le pedimos que hiciera cambios que constituían avances para miles de trabajadores. Solo al irse, lanza un volador de luces fugaces que, a contrapelo de lo que creen los partidarios del sistema AFP, sirven para demostrar, adicionalmente, que las AFP no valen para esta realidad.
Las razones del fracaso de las AFP según sus promotores.
Los antecedentes que publica La Tercera nos brindan un detalle de lo que, según el gobierno de Piñera, serían los 4 problemas del sistema de AFP.
1.- El bajo número de años cotizados.
2.- La evasión en el pago de cotizaciones.
3.- El aumento de las expectativas de vida.
4.- La menor rentabilidad del ahorro previsional. Analicemos brevemente estos problemas.
La primera reflexión que surge es que ninguno de los cuatro problemas es producido por el accionar voluntario de los trabajadores. En efecto, el trabajo precario es culpa del sistema liberal impuesto por dirigentes políticos y empresariales.
La evasión, la realizan los patrones, ya que a los trabajadores se les descuentan por planilla las cotizaciones, salvo los independientes hasta este año, y son los empleadores los que las deben depositar en las AFP.
Respecto a la rentabilidad de los fondos no son los afiliados los que deciden dónde invertir, sino los gerentes puestos por los dueños para velar por los intereses de esos grupos, no de los trabajadores.
Por último, las expectativas de vida, tampoco la deciden los trabajadores, aunque sí la calculan las AFP para darnos pensiones más bajas y manejar más tiempo nuestras platas.
También podemos demostrar que tres de los cuatro factores que afectan al sistema, han sido considerados por las AFP para sus cálculos y las han difundido masiva y sistemáticamente como propaganda engañosa, mentiras edificadas sobre supuestos falsos.
Por ejemplo, el documento del gobierno de derecha sostiene que la densidad de cotizaciones de los hombres es del 56% y la de las mujeres 43%.
En un estudio de la Asociación de AFP publicado en El Mercurio el 22 de febrero de 2010, se dice que si una persona cotiza el 100% de su vida laboral, su pensión sería de 166% de la última remuneración si es hombre y de 161% si es mujer.
Pero, como es un dato indesmentible que el trabajo precario que existe en la actualidad reduce el porcentaje de años cotizados, en el cuadro publicado en El Mercurio de esa fecha, nos dicen que si las cotizaciones llegan solo al 60% de la vida laboral, la pensión sería igual al 100% de la última remuneración. Pido a los lectores que revisen esa publicación de El Mercurio que cita como fuente un estudio hecho por las AFP chilenas.
Hoy el millón de jubilados de AFP recibe una pensión promedio de $186.000 mensuales, lo que representa un porcentaje cercano al 30% de la última remuneración promedio, hecho reconocido por Sebastián Piñera en una entrevista en junio del 2013 en Radio Cooperativa y por la Presidenta Bachelet en La Tercera del 6 de julio pasado.
Tengo una gran confianza en que La Presidenta Bachelet no continuará aceptando los valores que el individualismo capitalista ha impuesto.
Tenemos claro que ella no es creyente, también que una parte de los políticos y técnicos de la coalición gobernante son conversos del liberalismo o ejercen como lobistas o beneficiarios de los grandes grupos, pero trabajamos y votamos por la Presidenta Bachelet porque ella escuchó el clamor de esta abrumadora cantidad de chilenos que sufren estos abusos y dio señales que se abriría a los cambios urgentes.
Por lo demás, no es necesario ser creyente para tener conciencia solidaria, ya que incluso muchos creyentes no la tienen. Como he escrito en otros artículos, estamos viviendo ahora una “nueva transición”.
Esta vez esperamos transitar de una cultura e institucionalidad que rechazamos, porque, al decir del Papa Francisco, “Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad.Esa economía mata. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad.”
Hemos aceptado el llamado de luchar con muchos chilenos para crear una cultura solidaria, auténticamente democrática en lo político, lo económico, lo social para terminar con esta inhumana desigualdad.
La propia Presidenta Bachelet, en su primer discurso desde los balcones de La Moneda, nos dijo que nos convocaba a luchar juntos contra el único y más grande adversario: la desigualdad.
Una líder no creyente, pero partidaria de la justicia social, podrá coincidir con los que compartimos la enseñanza del Pontífice que devela una conducta aberrante en nuestras sociedades: “Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consu-mo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del « descarte » que, además, se promueve.Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera.Los excluidos no son explotados sino desechos, sobrantes.”
El Vicario de Cristo en la Tierra denuncia a los que “todavía defienden las teorías del derrame, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante.”
Para derrotar la desigualdad, para poner fin a la economía que mata, debemos cambiar el sistema de AFP. Confiados en la libertad de los ciudadanos, debemos dar el derecho de optar por un sistema público solidario o por la industria de negocios privada.
Tenemos Fe en el pueblo y sabemos que con la información necesaria, respaldará el cambio.Esperamos que nuestra Presidenta nos guie en esta materia, así como en Educación y Salud por un camino distinto, gradual por cierto, pero seguro y definitivo.
El ansiado sueño de mi generación DC de hace 45 años, con el liderazgo de Tomic, Leighton, Fuentealba y Ruíz Esquide, entre otros, frustrado entonces por el sectarismo de la izquierda, ha renacido como Lázaro.
No surge para ganar una elección, sino que para construir un Chile y un mundo mejor. Ojalá estemos todos a la altura que se requiere.
Como decimos los beatos, Escúchanos Señor te rogamos.