06 feb 2014

Nueva Mayoría, no a la ingenuidad

En Chile se ha consolidado la Nueva Mayoría con un histórico triunfo político y electoral que nos pone por primera vez  en la ruta del sueño de Radomiro Tomic, la Unidad Social y Política del pueblo.

Pero la historia se repite, aquí y en la quebrada del ají como veremos más adelante.Cada vez que un proyecto unitario y mayoritario toma forma, los “negocios” políticos (y de todo tipo) de los sectores minoritarios y divisionistas entran en riesgo vital. Y su reacción no se deja esperar.

Ahora mismo estamos asistiendo a lo que quiere ser un festín de descalificaciones y vetos a las autoridades, no asumidas todavía, del próximo gobierno.

Los “dardos” van desde la presunción de incoherencia entre la posición de la persona designada con el programa gubernamental, hasta el presunto toqueteo en un medio de transporte público, pasando por los “anuncios” de presentación de querellas por estafa y para qué hablar, de los sumarios administrativos.

Hay de todo y a lo mejor no hay nada. Pero la cultura “farandulera” que campea en la industria de la información – y que no es atributo exclusivo del mundo de los reality-show – es el terreno propicio para las presunciones de culpabilidad, las sospechas de todo tipo y la descalificación fácil. Es el resultado deseable, el sueño del pibe de los y las que fueron objeto del rechazo electoral y político expresado contundentemente por la ciudadanía soberana.

Veamos quiénes se perjudican con este acontecimiento. Hagamos una lista corta.

Por la orilla derecha, los grupos concentradores de poder,que además controlan los medios de comunicación y no sólo la prensa escrita, más los nostálgicos de la Dictadura.

Las medidas del Programa de Michelle Bachelet contradicen y perjudican sus propósitos de controlarlo todo.

Por la izquierda, los ultrones y las ultronas, Roxana Miranda y Melissa Sepúlveda, Presidenta de la FECH, y los sectarios de siempre, no recuperados todavía de la aplastante derrota electoral que sufrieron en las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias.

Pero lo que más importa ahora es que la Nueva Mayoría lea correctamente este episodio.La historia de Chile y del mundo nos presenta lecciones ejemplares al respecto.

En 1973 cuando en Italia convergían la DC y el PC, como una reacción inteligente alos desaciertos de la UP y al cruento Golpe de Estado en Chile, los grupos italianos minoritarios de ambas veredas políticas se lanzaron en picada contra “Il Compromesso Storico” de Enrico Berlinguer (PC) y “Le Convergenze Parallele” de Aldo Moro (DC), los dos motores de la Convergencia.

Los opositores extremistas a ese precursor primer paso de concertación política centro-izquierdista pasaron rápidamente de la descalificación a la provocación y a la sucesiva comisión de actos terroristas.

Los dos más importantes, el secuestro y asesinato de Aldo Moro (9 mayo 1978) y el mortal atentado a la estación ferroviaria de Bologna (2 agosto 1980). Murieron 85 ciudadanos.

La dureza de los hechos ocurridos desconcertó tanto a los líderes políticos peninsulares que dieron por terminado el proceso de convergencia PC-DC, sumiendo a la Primera República en una crisis política de la cual Italia todavía no se recupera del todo.

Moraleja. Los dirigentes de la Nueva Mayoría no deben dejarse arrastrar por las provocaciones en curso. No tienen que pisar el palito, dicho en términos más vulgares. Decir públicamente que se fue “poco prolijo” es, a lo menos, un acto de ingenuidad política.

Lo que está en juego es el sueño de todos y todas. Las nuevas realidades de justicia y de inclusión que resultarán del programa transformador de la Presidenta Electa.

Eso es lo que cuenta.

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