Llegó la hora de la verdad definitiva. La concurrencia de 13,5 millones de chilenos a las urnas es poco probable a pesar de que están habilitados para elegir presidente (a), senadores, diputados y consejeros regionales. Pero es dable suponer que votarán de 7 a 9 millones de ciudadanos.
Es evidente que el fragor de la lucha ha provocado un deterioro relativo de la amistad cívica.Tanto candidato presidencial y una multitud de ideas flotando en el ambiente electoral, donde la frontera entre adversarios y enemigos se hace casi invisible.
Hoy vivimos una fiesta cívica en que los chilenos deben pronunciarse frente al futuro.Llegó el momento de establecer la concordancia de las demandas sociales con quienes serán los responsables de conducir los destinos de la nación.
La educación, aparece como desafío esencial para el nuevo gobierno. Los chilenos reclaman excelencia y que no se lucre con los recursos del estado.
La institucionalidad con resabios de la dictadura no resiste más. Se requiere un cambio sustantivo que permita una representación democrática donde no se vulnere la voluntad popular, como en el caso del binominal.Ese reclamo de los chilenos se ha ido incrementando junto con el desarrollo de la democracia.
La inequidad que mantiene latente los bolsones de pobreza y extrema pobreza, plantea, una reforma económica donde el propósito de avanzar en justicia social se pueda concretar.
El sistema laboral es anacrónico.Trabajadores que no tienen capacidad de negociación real de sus condiciones laborales y con un sistema de pensiones de cuya precariedad, dan cuenta miles de jubilados, es un punto crítico.
Esos son desafíos sustantivos para quien gobierno en los próximos cuatro años.
La campaña fue intensa y llegó la hora de verificar que efecto tuvo el anuncio catastrófico en caso de que un sector político llegue al poder.Lo más probable es que ninguno. La campaña del terror es parte de la historia en los tiempos de guerra fría.
Se pondrá a prueba el involucramiento del gobierno en la campaña y el conflicto que abrió con el poder judicial, donde la sensatez de la Corte Suprema, impidió que escalara el conflicto. Sin duda, el máximo tribunal, valoró más la institucionalidad, que las acusaciones espurias.
Los chilenos han observado por primera vez, tantos candidatos a la primera magistratura, cuestión positiva en términos de pluralismo y diversidad. Pero el problema de fondo, es quien será capaz de darle gobernabilidad a Chile.
Los ciudadanos ha demostrado que no se conforman con votar solamente. Quieren participar y aún más, quieren estar en la decisiones.
Lo complejo es que frente a reformas tan profundas que se reclaman, no hay inmediatez.Se trata de procesos complejos, que requieren de un fuerte apoyo parlamentario, sobre todo cuando los candados de la constitución son tan categóricos con los quórum.
Este domingo 17 de noviembre se definirá como la Gran Encuesta, en que los chilenos hablarán en silencio. Los resultados de este veredicto serán inobjetables como es la tradición republicana.
Las consecuencias la viviremos desde el lunes, cuando la geografía de los votos nos mostrará un panorama con la decisión democrática de los chilenos desde la línea de la Concordia hasta la Antártica.