31 dic 2015

Presidenta, en 2016 los chilenos queremos certezas

Estamos llegando al final de un 2015, plagado de buenas y malas noticias.

Lo negativo estuvo marcado por la ambición de poder de unos pocos en perjuicio de muchos chilenos que día tras día se rompen el alma por mejorar la calidad de vida de sus familias.

Pero en la vereda del frente un puñado de corruptos fue descubiertos por un periodismo responsable, en el trasvasije de platas desde un grupo de empresarios hacia ciertos políticos, que confundieron el servicio publico, con el servirse a si mismos.

Que vergüenza que se llamen chilenos, igual que la gente honesta.

Retumban en los oídos los sonidos CAVAL, PENTA, SOQUIMICH, MILICOGATE, PAPELERAS, CORPESCA, los actos corruptos de la transnacional del fútbol y la sucursal chilena y unos cuantos más, que siguen en las carpetas judiciales.

La martingala de fraude y corrupción de que hemos sido víctimas los chilenos, provocó un deterioro de la confianza. Donde la imagen del otro vale poco o nada.  Eso trae consigo un daño social que todavía algunos no quieren ver.

Eso lo saben los líderes de los poderes del Estado, también las organizaciones empresariales, los trabajadores, los estudiantes. Unos los asumen como parte de la realidad, pero otros miran para el techo.

Basta ver el resultado de la comisión Engel que propuso medidas para superar la crisis…duermen en el Congreso.

Está claro que el uso de información privilegiada, la mentira, el engaño, el abuso y la corrupción que en algunos casos configuran actos criminales al estilo de las mafias de triste historia en el mundo tiene por el suelo la credibilidad en las instituciones.

Si Chile y los chilenos queremos salir del clima enrarecido y contaminado, tenemos que exigir liderazgos potentes, que piensen en el país y no en las parcelas particulares.Los cabezas de serie, tienen que entender que su tarea es diseñar escenarios con participación  real.

El verticalismo ya no resiste más. Tienen que entender la evolución de la sociedad y situarse en el lugar que les corresponde.

Los líderes, tienen que hacerse cargo de la responsabilidad que asumieron, para terminar con la desafección. Cada vez, menos ciudadanos quieren votar en las elecciones y eso le hace mal a la democracia.

La desafección no quiere decir, que los chilenos abominen de la democracia. Lo que molesta al chileno, no es la democracia. Lo que indigna, es la mala calidad del ejercicio de la democracia.

Los chilenos no queremos que desaparezcan los partidos políticos. Aspiramos a que pongan en marcha las buenas prácticas.

Son las urgencias para 2016.

Los desacuerdos y los conflictos hay que enfrentarlos. Para ello se requiere una legislación con sentido de futuro.

La búsqueda del poder por el poder, es una aberración que le hace mal a la democracia.

El poder debe estar al servicio de las mayorías protegiendo sus derechos fundamentales.

El poder deber ser una expresión transformadora, con una obligación social, donde lo moral y ético estén en la esencia desde el que conduce, hasta el ciudadano más sencillo.

2015, deja una avance democrático, con el termino del binominal, cuya prueba de fuego será la próxima convocatoria electoral. Ahí veremos si se logra una mejor representación de la sensibilidad de los electores.

El Acuerdo de Unión Civil, revela que los chilenos somos capaces de reconocer la diversidad de familias en nuestra sociedad.

El comienzo de la gratuidad en la Educación, marca una nueva era en que se la reconoce como un derecho.

2016 será un año complejo. El cobre y otros factores nos dicen que la economía crecerá cerca del 2%. No es malo, pero tampoco es para festejar.

La agudización de la violencia delictual, debería encontrar una respuesta contundente del Estado. En materia de salud, estamos al debe.

Las jubilaciones miserables para muchos siguen penando en los bolsillos de los pensionados.

En medio ambiente y energía andamos a paso de tortuga.

En tecnología, en investigación y en ciencia, no logramos atinar.

Presidenta, cuando usted dice “este fue mi peor año,”uno la percibe como valiente y corajuda al hacer esa confesión.

Presidenta Bachelet, cuando usted tomó la decisión de volver a Chile y ser candidata presidencial, asumió una tarea patriótica después de ser la primera mujer que gobierna democráticamente el país y recibir el mandato ciudadano por segunda vez.

Cuando llega su tercer año de gobierno, es el momento de pensar severamente en los aciertos y errores cometidos.

Usted tiene el poder de decidir con meridiana claridad con quienes gobierna y que prioridades fija para el futuro, que ya está aquí.

Es el momento de desterrar los equívocos, las imprecisiones y la marcha atrás. De aquí en más, se requieren certezas, con discusión, con debate, pero certezas.

Chile está empoderado y sabe lo que quiere. Pero busca sintonía con los que tienen el poder.

Su tarea es trabajar para superar la desafección ciudadana en sus instituciones.

Y sabe que, “desafección política” puede entenderse como el “sentimiento subjetivo de ineficacia, cinismo y falta de confianza en el proceso político…, en los políticos e instituciones democráticas que generan distanciamiento, desazón, pero sin cuestionar la legitimidad del régimen político”, la democracia como sistema. No queremos que el fenómeno se profundice.

Ese es el desafío para usted presidenta Michelle Bachelet, como legítima depositaria de la voluntad ciudadana, que la eligió para conducir los destinos de la nación.

Son los mejores deseos para el año, que está por comenzar. Al finalizar 2016, nos gustaría escucharle decir: este fue mi mejor año. Si es así, será también el mejor año para los que vivimos en esta tierra.

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  • Demolibre

    Estando muy de acuerdo con lo que propone el periodista Sergio Campos, quien en su texto me atrevería a asegurar que a muchos nos representa; modestamente quisiera agregar que para todos los cambios que él propone y que la gran mayoría de chilenos esperamos, es necesario una nueva carta fundamental, que debiera ser el fruto de la participación de todos los sectores sociales del país. La iniciativa de organizar la Asamblea Constituyente, solo molesta a algunos de los lideres que han administrado el estado y el modelo económico actual, pero sobretodo a quienes por años han utilizado el poder del dinero para someter a quienes viven de un salario.