Cuando se comen ostras existen dos tipos de consumidores, el que le saca el jugo máximo al limón o el que lo exprime un poco y lo bota, la sociedad está haciendo exactamente lo mismo, excluyendo antes de tiempo a las personas que alcanzan la tercera edad, a quienes sin duda se les debería seguir aprovechando, se les tira a la basura.
Vemos con preocupación que en nuestro país a aquellos que tienen más de 50 años de edad se les va desechando de a poco. Se nos trata como si fuésemos un yogurt pronto a expirar, hay que consumirlo lo antes posible y eliminarlo quizás sin siquiera probarlo, sólo por precaución.
Los seres humanos no somos desechables porque el conocimiento se va acumulando igual que su experiencia, que es un capital que actualmente lo tenemos adormecido por decisiones equivocadas del mundo social y político.
Por ejemplo, cuando uno jubila no tiene acceso a ser capacitado por ley, como si no fuera fuente de trabajo. Por otro lado, las pensiones “no dan”, se calcula que arriba del 60% recibirá menos del salario mínimo.
Otro motivo poderoso para que quienes se jubilen por vejez continúen trabajando es que un trabajador al jubilar percibe aproximadamente un 33% del sueldo que tenía mientras estaba laboralmente activo. A esto se le suma la injusta doble tributación en fondos de pensiones desde 1981, sufriendo los aportantes y pensionados de las AFP (según las palabras de Paul Fontaine) la mayor “expropiación” en la historia de Chile, siendo U$5.000 millones la cantidad adeudada por el Estado a los jubilados y cotizantes.
La única solución que ven los economistas es extender los años de jubilación de las mujeres (60) y hombres (65) a lo menos en tres años y en segundo lugar aumentar el porcentaje de cotización.
Ciertamente es un camino, pero para llegar a esa solución tan simplista no se requieren años de estudio, ni ser economista ni ingeniero, ese es el camino más fácil para buscar un remedio a un problema gravísimo que tenemos, un parche a la deuda que se tiene con los más de dos millones de adultos mayores que viven en Chile, entre los cuales orgulloso me incluyo.
Es efectivo que un porcentaje de nosotros empiezan a disminuir su productividad debido a las enfermedades que vamos adquiriendo; alzheimer, artritis, artrosis, párkinson, entre muchas otras que nos pueden afectar indiscriminadamente, pero de todas maneras un gran número de nosotros somos capaces perfectamente de ser un aporte a la economía de este país.
En las naciones desarrolladas incluso existen organizaciones de especialidades de personas que han cumplido su labor como trabajador, pero intrínsecamente requieren sentirse útil a la sociedad y esto se expresa en aportes de conocimientos a las empresas que ellos pueden asesorar.
Hace unos días leí sobre un hombre que tiene cien años de edad, quien fue a renovar su licencia de conducir, a pesar de aprobar los exámenes en la primera instancia se le exigió repetir los test, un acto totalmente injusto y discriminatorio. Acaso a un joven de veinte años se le pide repetir estas pruebas a pesar de que ese grupo etario encabeza año tras año la lista de fallecidos por accidentes de tránsito.
¡Tenemos las capacidades y las ganas en lo laboral (un poco menos en los sexual)!Vemos como triunfa Angela Merkel en Alemania, quien está próxima a cumplir sesenta años. El respetado presidente de Ururguay, José Mujica, tiene setenta y ocho años.
En nuestras tierras tenemos a Michelle Bachelet quien va a cumplir sesenta y dos años, a Nicanor Parra quien cumplió este año los flamantes noventa y nueve y al premio nacional de periodismo quien aún sigue trabajando activamente en canal 13, Alipio Vera, con setenta años de edad.
En conclusión nos queda mucho jugo por sacar, no lo desperdiciemos.