A esta altura es indiscutible que un eventual triunfo de la candidata Michelle Bachelet en las próximas elecciones presidenciales, sería producto principalmente de sus atributos personales no políticos y la cercanía que es capaz de generar con la gente, donde los partidos de la Concertación y el PC le restan bastante a su imagen.
Esta podría ser la explicación de que en la reciente encuesta del CEP, la ex Presidenta marcara un 64% de evaluación positiva, bajando 11 puntos en relación a diciembre del año pasado, y muy lejos del 85% que tenía cuando comenzó el gobierno de Sebastián Piñera.
Quizás lo único que debería agradecerle Bachelet a la Concertación es que desde el momento en que dejó La Moneda en 2010, le fueron despejando el camino de regreso.
Sin embargo, ante una elección presidencial con el record histórico de candidatos que se presentan, no basta con ganar en primera o segunda vuelta. Es fundamental que la persona que gobierne por los próximos 4 años sea capaz de enfrentar la crisis de representatividad y desconfianza que vive nuestro modelo político. En este sentido, importa mucho con quienes estará en el poder.
La Concertación es una marca desgastada y desprestigiada, que sólo el 17% de la población aprueba la forma como está desarrollando su labor, según la misma encuesta CEP, y que además es menos aprobaba que la coalición oficialista, situación que se ha mantenido desde inicios del actual Gobierno.
Así es difícil construir una mayoría que posibilite los cambios que Bachelet promete, y que enfrente las altas expectativas que parte de la ciudadanía se está haciendo.
Por ello la necesidad del cambio de nombre por Nueva Mayoría, que no es más que la plena inclusión del Partido Comunista a la histórica Concertación. No sólo de forma electoral sino que esencialmente en un pacto político, dejando atrás las omisiones que hizo la Concertación a favor del PC en las elecciones parlamentarias de 2009, o la lista en conjunto del PC con el PPD y el PRSD en las Municipales 2012.
Por todo lo anterior, los doblajes a los que aspira esta Nueva Mayoría son inciertos, partiendo porque hay voto voluntario. Además dependerán de cuánto Bachelet se involucre con su plantilla parlamentaria, con el riesgo de seguir bajando su imagen positiva en los próximos meses, donde una foto entre Michelle Bachelet y Guido Girardi es la mejor campaña posible para Evelyn Matthei.
Asimismo, de los 118 candidatos que presenta la lista Nueva Mayoría a la Cámara de Diputados, 45 de ellos son actualmente diputados, 8 fueron diputados anteriormente por al menos un período, 2 fueron senadores años atrás, hay 5 ex alcaldes, y 12 ex concejales.
De los 45 diputados, José Miguel Ortiz y Sergio Ojeda, ambos de la DC, aspiran a completar 28 años en el Congreso. Si tomamos en cuenta las elecciones para el Congreso hechas en 2009, hay 11 que fueron candidatos a diputado y perdieron, y 2 que fueron como candidatos a senador y también resultaron vencidos.
Asimismo, más de la mitad de aquellos que no son diputados actualmente se han presentado al menos a una elección de distinto tipo.
En resumen, Bachelet enfrenta una elección con amplia ventaja en las encuestas, pero tensionada desde diversos flancos.
Por una parte, la candidatura de Evelyn Matthei y los demás aspirantes a La Moneda, por otro lado, la ciudadanía expectante de que sus anuncios no sean sólo promesas, y también desde la propia Nueva Mayoría, que aspira con ella a volver al poder.
Lo único que queda claro a la luz de las encuestas, es que si resulta vencedora en noviembre o diciembre próximo, lo habrá hecho a pesar de la Concertación.