El Presidente de la República, los partidos políticos que lo sustentan, su candidata y todo el Gobierno, le deben más que una disculpa al país por haber sido responsables del desastroso Censo 2012. “El mejor Censo de la historia”, es una frase que quedará como una de las más grandes vergüenzas nacionales porque se profirió como un eslogan para sacar una mezquina ganancia política. Inútil, por lo demás.
Estamos hablando de varios miles de millones de pesos derechamente malgastados. El informe de la Comisión Externa que tuvo como misión revisar este escándalo concluyó que el proceso debe repetirse y, lo peor de todo, que sus resultados no pueden usarse con fines oficiales. Es de tal gravedad este yerro, que el actual director del INE llegó a admitir que no se esperaban un “tsunami de esta magnitud”.
Y me asalta una pregunta clave. ¿Cómo hubiera reaccionado la derecha o parte de la prensa si esto hubiera ocurrido en un Gobierno de distinto signo? Las peticiones de renuncia llegarían a lo más alto, pero el doble estándar campea por estos días.
La tasa de omisión llegó hasta el 9,3% “tres veces lo obtenido en Censos recientes en otros países de la región”, dice el informe de la Comisión de expertos, omisión que en la quinta parte de las comunas de todo Chile llegaría al 20%.
El Gobierno que se jacta de ser el mejor de nuestra historia como República y que hoy nos ofrece a una de sus ministras para continuar su “obra”, llegó a decir que éramos 16 millones 600 mil personas cuando en rigor sólo se había censado efectivamente a un millón menos que esa cifra.
Según informaron varios medios de prensa, este “impecable Censo” devino en muchas otras cifras que contenían gruesos errores para el desarrollo e implementación de políticas públicas: tasa de fecundidad no declarada en mujeres en edad fértil, cantidad de hogares donde el jefe de hogar es mujer, servicio doméstico puertas adentro y un largo etcétera.
El daño que en su reputación que La Moneda ha infligido a la imagen país es difícil de cuantificar y sólo nos resta actuar con la debida diligencia para hacer las correcciones que correspondan, de manera rápida y decidida.
Por eso sorprende aún más cuando el Gobierno anuncia que tratará de buscar otras opciones para evitar repetir el Censo y que además esto lo heredaron. ¡Ya bastante ha tenido que tolerar el país con este despilfarro como para que ahora nos vengan a decir que también es culpa del gobierno anterior!
No sólo han sido inexpertos, temerarios y han se han manejado al filo de la verdad en materia de entrega de la información; este Gobierno se muestra contumaz a la hora de no querer aceptar sugerencias para una mejor gestión de las políticas públicas y para corregir enormes e indiscutibles errores como éste u otros que serán el sello de la administración de la derecha.
Lo curioso es que a pesar de todo este escándalo, ahora le ofrecen al país más de lo mismo, con la idea de que uno de sus rostros emblemáticos, la ministra estrella del gabinete, es la solución para tanta mala gestión en combate a la delincuencia, gestión de políticas públicas, entrega de cifras o datos sobre empleos deficitarios, entre varios otros temas.
Como país, estamos esperando que aquellos que con tanta soberbia dijeron que harían el mejor gobierno de todos los tiempos, asuman sus responsabilidades.
Ya las disculpas sobran y no solucionan el daño hecho. De verdad esperamos que alguien dé la cara.