Se han efectuado las elecciones primarias presidenciales, oportunidad en que los principales pactos del Gobierno y la oposición definieron sus abanderados para noviembre. Tres hechos resaltan de este proceso.
Primero, los tres millones de chilenos que llegaron a votar superaron los pronósticos más auspiciosos. Ello demuestra que si hay mecanismos de participación, la ciudadanía se interesa. Una clara señal de la necesidad de cambiar la Constitución para abrir aún más espacios.
Segundo, la gran votación recibida por la oposición.Tres de cada cuadro votos emitidos el pasado 30 de junio fueron para la Nueva Mayoría.Resultado que marcó una nítida señal del deseo de cambios y del fracaso de las políticas de este Gobierno.
Tercero, el contundente triunfo de Michelle Bachelet.El millón y medio de votos que logró la ex Presidenta demuestra el sólido respaldo de los chilenos a las transformaciones profundas que ella ha planteado.
Sin embargo, este resultado no debe conformarnos.Esta no es una carrera corrida ni nada que se le parezca. Tenemos que continuar buscando más adhesión y apoyo para impulsar esos cambios que hoy Chile exige.
¿Cuáles son estas transformaciones?
Una nueva Constitución que termine con el sistema binominal, abra más espacios de participación ciudadana, como consultas y plebiscitos, reconozca a los pueblos originarios, aumente el rol regulador e impulsor del Estado en la economía, garantice servicios sociales de calidad y resguarde nuestras riquezas básicas como el cobre y el agua.
Una profunda reforma tributaria, que permita a quienes ganan más, aporten solidariamente en favor de los menos favorecidos. Ello es indispensable para mejorar la educación y la salud, además, es un requisito para tener una sociedad más estable e inclusiva.
Una educación gratuita y de calidad. La demanda de nuestros jóvenes es un imperativo para una sociedad con igualdad de oportunidades. Michelle Bachelet la ha asumido y se ha comprometido a que en seis años podremos contar con un sistema que asegure que la educación sea un derecho y no un bien de consumo.
Una reforma profunda al Código del Trabajo. Es imprescindible equilibrar las posiciones al interior de la empresa y permitir que se redistribuya de mejor modo los frutos del éxito de algunas áreas de la economía. Necesitamos fortalecer la sindicalización y la negociación colectiva, reforzar el derecho a la huelga y modificar el sistema de gratificaciones.
Una nueva reforma previsional. Después de la reforma del 2005, que permitió otorgar pensión a más de un millón de chilenos, debemos ahora ocuparnos de mejorar el nivel de las pensiones. No es posible seguir con la capitalización individual que ha permitido el negocio de las AFP mientras miles de pensionados viven en la miseria.
Enfrentar de raíz los abusos en el comercio y los servicios. Cada día se denuncian más escándalos. Es necesario detenerlos. Requerimos sanciones drásticas a las prácticas irregulares que se observan en el retail, en los servicios domiciliarios, en los bancos y en tantas otras actividades.
Michelle Bachelet puede llevar adelante estas transformaciones. De aquí a noviembre debemos reforzar nuestro compromiso de apoyarla y darle, también, un Parlamento que respalde e impulse estos cambios.