En vísperas de las elecciones primarias presidenciales, los partidos y actores políticos, así como los movimientos sociales han marcado el escenario, con ofertas de campaña, con demandas o con propuestas.Un acto electoral inédito, que debería encantar a la ciudadanía como un paso hacia mayor y mejor democracia: legales, con seis candidatos, incluso con una franja electoral televisiva destinada a informar a la ciudadanía.
Estudiantes, trabajadores y algunas comunidades se han subido al escenario desde el cuestionamiento a la clase política y su interés genuino en promover las grandes reformas que ellos buscan. Entre los estudiantes, la toma de colegios definidos como locales de votación, puso en tensión la institucionalidad electoral. ¿De qué sirven las primarias si se mantienen las mismas prácticas e intereses en los partidos que participan en ellas?
El espacio para la política se amplía, pero no necesariamente el gobierno y algunos actores políticos están dispuestos a admitir a nuevos actores en la disputa por la construcción de sociedad.
El número de votantes en las primarias puede favorecer a uno u otro candidato y por lo tanto, asistimos a los tiras y afloja detrás de las bambalinas en la derecha: casi nos quedamos sin la mini-franja obligatoria en la televisión abierta, reduciendo la información y convocatoria a la ciudadanía.
Al mismo tiempo, ante las tomas de colegios el gobierno respondió con la fuerza y bloqueó los caminos de diálogo político impulsados por alcaldes y alcaldesas con los estudiantes, empujando la radicalización del movimiento y también desvalorizando a las autoridades comunales a los ojos de los estudiantes y la ciudadanía. Se cierra así el espacio para la política.
¿Cuántos ciudadanos/as llegarán el 30 a votar? ¿Qué harán los partidos y candidaturas para trasladar ciudadanos/as más o menos convencidos y conscientes a votar?
El voto voluntario ha demostrado ser tierra fértil para la práctica de nuevas formas de cohecho, especialmente en sectores con mayores necesidades, sean económicas, de vivienda, de salud, o de mínima calidad de vida.¿Mejorarán las primarias la política?
Las mujeres asistimos a una realidad contradictoria: Michelle Bachelet, comprometida con el avance de las mujeres, probablemente ganará las primarias y también las elecciones de noviembre, pero los partidos que la apoyan han bloqueado eficazmente la posibilidad de que lleguen más mujeres al Parlamento, a pesar de sus normas internas de equilibrio de género. ¿Una forma de contrarrestar–controlar-balancear su poder, poder de mujer?
Coincide este hecho con la absolución de Karina Sepúlveda en un segundo juicio por el homicidio de su pareja que puso al descubierto las consecuencias de una cultura basada en el desigual reparto de poder entre mujeres y hombres.
También las falencias de políticas públicas que deberían asegurar a las mujeres una vida sin violencia: física, psicológica, sexual, económica o simbólica, y de los administradores de justicia para aplicar una ley que reconoce la especificidad de la violencia de género.
Profundizar la democracia, como dijimos en 1989, requiere avanzar a una cultura de igualdad en lo público y en lo privado, porque “Si la mujer no está, la democracia no es tal”.