Llamativo, por decirlo suavemente, resultó escuchar al Presidente en su última Cuenta Pública precisamente el año en que se conmemoran 40 años del golpe de Estado que instaló una dictadura militar que se caracterizó –como es sabido en el mundo entero- por gravísimas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos de hombres, mujeres y niños, sin dedicar una sola palabra a las miles de víctimas de ejecuciones, desapariciones, torturas y violaciones sexuales.
Complejo avanzar en la verdad y justicia requerida, que el propio Presidente comprometió en su Programa de Gobierno, si no se fortalecen medidas para ello y para la reparación de las víctimas y sus familias, junto a garantías de no repetición.
En tanto resultó novedoso que el Presidente abordara el acuerdo de vida en pareja, pues en las tres cuentas anteriores nada había mencionado sobre su anuncio de campaña. Pese al retraso, se valora que se comprometiera a impulsar este debate legislativo que por meses no ha podido avanzar en el Senado, aunque para ello deberá confrontar a su propia coalición y, ciertamente, imprimirle una celeridad que hasta ahora no ha mostrado.
También se escuchó un discurso comprometido con los pueblos indígenas, su reconocimiento constitucional, mecanismo de consulta y políticas de integración. Pero después de cuatro años hubiera sido mejor escuchar resultados concretos. Y a un Presidente más interesado en el diálogo social en vez de insistir en la criminalización y el recurso a leyes de excepción como la Ley Antiterrorista que, al contrario de lo señalado por Piñera, no satisface ningún estándar internacional y ha sido severamente reprochada por numerosos organismos de Naciones Unidas.
Insistió el Primer Mandatario en desconocer la condición de sujetas de derechos y ciudadanas plenas de las mujeres, que el derecho internacional hace décadas consagra, al ubicarnos como instrumentos para el sostén de las familias y destacando algunas medidas en tal sentido.
Omitió referirse a la importancia de reformar el sistema electoral para garantizar la adecuada representación de las fuerzas políticas y la participación paritaria entre hombres y mujeres, mediante mecanismos obligatorios para los partidos políticos y financiamiento especial a candidatas.
En tanto, repitió su anuncio de voto de chilenos en el exterior, aunque ahora requiriendo la previa inscripción en las embajadas y sin insistir en el requisito de haber viajado antes al país. Más vale tarde que nunca.
Por último, uno de los anuncios más pintorescos fue el bono por el tercer hijo, de dudosa efectividad para incrementar la natalidad.
Fomentar y proteger –seriamente- la maternidad requiere asegurar a las mujeres, en primer lugar, que ésta sea voluntaria, derechos sexuales y reproductivos, empleos de calidad, terminar con la brecha salarial, pensiones dignas, atención de salud no discriminatoria y ciertamente políticas para avanzar en la responsabilidad compartida de padres y madres, como la sala cuna para trabajadores y trabajadoras, anteriormente anunciada pero hoy silenciada.