La última encuesta Adimark fue recibida con “satisfacción” por La Moneda, ya que la imagen del Presidente de la República no se había deteriorado nuevamente y había logrado retener un apoyo de un 38%. ¡Curiosa forma de entender la realidad y el futuro político que parecer ser bastante claro y predecible!
Cuesta entender esta satisfacción de la derecha frente a resultados tan pobres, si más encima reparamos en un dato interesante: el número de encuestados que dijo sentirse identificado con la oposición creció de un 34% a un 44%. ¿Nadie lo vio?
El mes de marzo fue especialmente intenso, activo y esperanzador para las fuerzas progresistas, para la oposición como fuerza amplia e inclusiva.Naturalmente, la vuelta de la ex Presidenta Michelle Bachelet y la activación de las demás candidaturas opositoras de la DC, el PRSD e independientes, han generado un ambiente y entusiasmo que nos augura una competencia fraterna, innovadora y creativa.
En cambio, desde la derecha se está diciendo que la campaña va a ser especialmente dura y hasta virulenta. ¿Por qué podría serlo? Salvo que la desesperación de ver la elección de fin de año prácticamente perdida les haga actuar de manera indecorosa y con actitudes realmente reprochables.
Sin ningún tipo de cuestionamiento, el Gobierno llegó a declarar en vocerías oficiales que “no será neutral” en la elección presidencial: ¡si hace unos años rasgaban vestiduras cuando la Concertación decía que no daba lo mismo quien gobernara! Lo preocupante es que ahora esta declaración de La Moneda está acompañada de indicios del uso y abuso del Gobierno para fines electorales. Es entendible esta ofuscación: sus dos ex ministros estrella no se acercan ni en los mejores sueños de la UDI y RN a las cifras que exhibe la oposición.
Estamos de vuelta, con sinceras y honestas ganas de corregir aquello que fue mal leído, mal interpretado y mal ejecutado; corregir estilos que no tienen nada que ver con el nuevo Chile que hoy se nos planta en la cara; tenemos todas las ganas de levantar un proyecto que interprete a la gente, que supere la rabia, la frustración y la decepción: tenemos buenas noticias porque la oposición está rearmándose. Y es más amplia, más diversa, más sabia, menos conformista y menos temerosa.
En la Concertación, aprendimos que no defender los proyectos propios, la compulsión por alcanzar acuerdos a como dé lugar, la insistencia por evitar el conflicto con quienes ahora son gobierno y la falsa sensación de unidad nacional, hizo que perdiéramos el respaldo de una inmensa mayoría de ciudadanos que quería más de la democracia, que demandaba más del crecimiento del país, que quería más equidad, más justicia y que demandaba el fin de los abusos.
En nombre de los “acuerdos de país” se ha decepcionado a mucha gente y allá afuera hay una ciudadanía que nos está diciendo en todos los tonos que quiere otra estructura educacional, que espera otra forma de acceder a la pensión y a la salud, que demanda otra forma de abordar el tema energético, que necesita más protección de parte de las instituciones frente a mercados que se han vuelto abusivos.
Y al menos desde la Concertación, somos muchos los que estamos dispuestos a mirar a la gente a la cara, asumir nuestras falencias pasadas, construir mayorías más transversales y honestas, proponer y liderar un nuevo trato con las pymes, los sectores económicos, el Estado y las instituciones, para así responder a las exigencias de una comunidad nacional que va más rápido que la clase política.
Dicho todo esto, para nosotros SÍ es posible: es posible conformar una oposición distinta, fresca, alegre y sincera que dará conducción a Chile en los próximos 4 años de gobierno. La derecha, tendrá que esperar, porque se viene una nueva era.