En las últimas semanas, hemos asistido a un debate en el Congreso, acerca de los mecanismos con que se implementará el proceso de elecciones primarias este año. No se trata de un cambio menor en nuestra legislación política, sino que, junto con la instalación de la inscripción automática y el voto voluntario, se apunta a sustituir el actual sistema electoral.
El sistema binominal, como todos sabemos, por sus características de empate forzado entre las coaliciones políticas, es la causa de la falta de representatividad de nuestra democracia. La apatía electoral, el desprestigio de los partidos, los impedimentos que tienen las candidaturas independientes y, la falta de presencia de las mujeres en los espacios de representación dan cuenta de la gravedad de este problema.
Para mejorar nuestro sistema democrático, desde 2009 se viene planteando la necesidad de una ley de primarias que haga transparente y abra mecanismos de participación para los cargos de representación popular. Las últimas elecciones municipales dieron cuenta de cómo las vecinas y los vecinos querían participar en estos procesos.
En Providencia, nos permitimos que la ciudadanía eligiera a sus representantes más allá de los partidos políticos y que llegara al gobierno comunal una candidatura independiente, planteada desde la base social.
A través de una primaria ampliada y con la participación y generosidad de todos los partidos de oposición -desde la derecha liberal a los comunistas- fuimos capaces no sólo de elegir a una candidata a alcaldesa, sino de constituir un movimiento amplio, sin sectarismos, que pudo participar activamente en la elaboración del programa que ofrecimos a las vecinas y los vecinos y hoy ejerce el control ciudadano sobre esta gestión comunal.
En varios municipios de la región metropolitana, fue el trabajo hecho con las ciudadanas y ciudadanos para la construcción de las plataformas programáticas, lo que también significó un cambio en los gobiernos comunales.
Es indudable que, después de este aprendizaje, no se puede retroceder a la designación, al interior de los partidos, de los candidatos a diputados o senadores.Cualquier postulación que se levante de esta manera afectará seriamente su legitimidad y para la opinión pública estará marcada como parte de las cuotas de poder que se han instalado como práctica en la política nacional.
Nuestro sistema democrático actual no está resolviendo adecuadamente los problemas de los ciudadanos y nuestra obligación es utilizar la participación y la inclusión social para hacerlo.
En ese sentido, valoro especialmente a aquellas candidatas y candidatos que, dentro y fuera de los partidos políticos, sean o no parlamentarios, se han comprometido con la realización del proceso de primarias ampliadas, a pesar de las resistencias que genera en el “stablishment”.
Por esto, en las próximas elecciones parlamentarias, mi apoyo a las y los candidatos de oposición estará dirigido a quienes sean elegidos por medio de este mecanismo, ya que estoy convencida que ello ayuda a contar con una mayor y mejor democracia. Éste es el camino que la mayoría de las chilenas y chilenos quiere.