28 dic 2012

La soberanía ha vuelto al pueblo: prueba para los partidos

Termina el año 2012 y al parecer se cierra un ciclo para el país. Se siguen descorriendo velos y van quedando al descubierto las insuficiencias de diversas instituciones anquilosadas. Al mismo tiempo se consolida el rechazo al abuso de poder, al tráfico de influencias, al lucro en la educación, la corrupción de todas las formas de poder, pero también a la discriminación por orientación sexual, a la violencia sexual, al abuso infantil, a la trata de personas.

De la indignación y movilización masiva en las calles del año 2011, pasamos a fuertes demandas ciudadanas -contra el centralismo, el deterioro del medioambiente, la educación superior, etc.- y el país entró de lleno al calendario electoral, con elecciones municipales el 2012 y parlamentarias y presidenciales el 2013.

Los resultados de la elección municipal, con 60% promedio de abstención, revelaron que la indignación se podía expresar también en las urnas, cuestionando un gastado sistema político y su “democracia de baja intensidad”, tan baja que no convoca siquiera para votar.

Al mismo tiempo, la práctica de algunas elecciones primarias mostró un camino para la recuperación del sentido de la participación política democrática. Con gusto a poco, puesto que la ciudadanía aspira a grandes cambios, como es contar con una nueva Constitución Política.

Termina el año con una Ley de elecciones primarias y se aprestan distintos candidatos y una candidata presidenciales para participar en ellas.

Se abre también el debate sobre las primarias para decidir candidaturas al Parlamento. Comienza así un nuevo ciclo político en que los partidos deberán demostrar que han aprendido la lección de los últimos años: principalmente que la democracia necesita la participación de todos los actores sociales y que los movimientos sociales son claves para construir una mejor sociedad, una mejor democracia, aquella que anticipan con sus propuestas, acciones y prácticas, como lo han demostrado los estudiantes.

Los partidos, precandidatos y precandidatas rendirán en los próximos meses una verdadera Prueba de Aptitud Democrática en sus propuestas programáticas y en sus listas de candidatos y candidatas al Parlamento.

¿Cuántas mujeres, jóvenes, representantes de los pueblos originarios y los movimientos sociales llevarán en sus listas?

¿Comprometerán las reformas que la ciudadanía pide día a día: nueva Constitución, reforma tributaria, igualdad de género, educación pública gratuita y de calidad, entre otras?

Sin encuestas de opinión pública de Adimark y cuando el país asiste a una nueva crisis de gobierno, se confirman el valor del juego democrático en que la soberanía vuelve al pueblo y la política debe responder a las demandas ciudadanas.

Es así entonces que la ciudadanía tendrá la oportunidad de evaluar a los partidos y precandidatos y lo hará con su participación, con sus preferencias o mediante la abstención en estos procesos electorales.

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    NO esté tan confiada, estimada señora. El poder cupular siempre se las ingenia para usar la energía de los pueblos para hacer finalmente la voluntad de unos pocos, aunque sea haciéndoles creer a las masas que pueden decidir libre y soberanamente. Eso es al menos lo que ha sucedido a lo largo de la historia desde que los políticos asumieron y aprendieron cómo vivir bien en un ambiente “democrático”.

    • http://twitter.com/Mireyaarellanob Mireya Arellano

      Tesla, por las mismas razones que señalas, es que tenemos que participar,ya que esa es la mejor forma de transparentar y legitimar los procesos sociales.

  • Fernando Molina Meza

    En total acuerdo señora Teresa, pensando además que faltó por nombrar muchas cosas y casos que están apareciendo día a día y que juegan en contra de los demagogos discursos pronunciados al momento de prometer para hacerse de los cargos por parte de la clase dirigente, venga de donde vengan esas miradas. El pueblo de Chile despierta poco a poco para darse cuenta que la tecnocracia a través de sus estadísticas,sus encuestas y la publicidad no es lo que necesitamos para gobernar, se necesitan una toma de decisiones más democrática aún y sin duda con una participación ciudadana mayor, para ello es necesario llegar a establecer una asamblea constituyente que nos lleve a tener una democracia real e inclusiva. Me atrevería también a decir que se hace necesario capacitar a este pueblo en el manejo de sus finanzas, para que los inescrupulosos no sigan abusando de los neófitos en esas materias, donde nunca están saciados de meter y meter las manos en los bolsillos de los más pobres a través del sobre pago de intereses, por un comercio que no es justo al menos para nosotros la clase trabajadora.
    Este pueblo desea que de una vez por todas el pueblo Mapuche esté en paz y lo dejen en paz, acaso no se dan cuenta que son los únicos en este país, que no quieren destruir su tierra o al menos quieren que ella de los frutos para sobrevivir y no desean que caigan en manos de los empresarios que la ahogarán y la destruirán con sus cultivos, sus construcciones de cemento y más.
    Basta ya de que algunos, terminen con su arribismo oligárquico y aparentador, para destruir con su discriminación su cultura natal y abrazar una cultura perteneciente al tardo capitalismo inescrupuloso, que nos lleva a la destrucción día a día y nos encierra en la soledad misma, atrapados en la gordura, lejos del saber y aburridos mirando TV.
    Entonces, hasta cuando los discursos de terminar con la pobreza, si por otro lado le entregan tarjetas de crédito a la gente y no la enseñan a conducirse en su operación, sin duda es un camino sin retorno y el pueblo por su narcótica embriaguez no se entera.
    Se levanta, trabaja, consume, mira tv, duerme, se levanta, trabaja, consume, se entretiene, compra, paga, duerme y así estamos día trás día, en la rutina, en lo absurdo.
    Podría seguir escribiendo y diciendo, pero de que sirven estos seudos llantos de un análisis social, ciertamente desearía que un destello universal despertara a mi pueblo y pudieramos revertir al menos el hecho de determinar de buena manera, en manos de quien dejamos el poder.