El tema de la migración ha adquirido importancia en el país, básicamente porque la realidad motiva la necesidad de adoptar definiciones políticas en una serie de materias que se han ido acumulando a través de los años, debido a que se han producido cambios significativos que obligan a revisar la normativa. El principal es que Chile ha pasado de ser un país de emigración neta (las personas que emigraban superaban a los inmigrantes) a uno en el que las personas que entran al país están superando a las que salen en forma permanente.
Es un hecho que la inmigración realiza una contribución que puede llegar a ser decisiva en el proceso de desarrollo económico. Casos emblemáticos son Estados Unidos, Canadá y más recientemente Australia; Nueva Zelanda y también Israel.
No es posible explicar la trayectoria histórica de esos países sin recurrir a la recepción permanente de oleadas de extranjeros que se incorporaban a las sociedades en formación y que eran recibidos como un aporte determinante de su progreso.
Varios son los elementos explicativos, pero el más importante es que quienes toman la decisión de emigrar, de trasladarse de lo conocido a lo desconocido, necesariamente tienen desarrollada la capacidad de emprendimiento, de audacia y de sacrificio indispensables para la aventura de recomenzar en un mundo nuevo.
Esas características son las que permean a las clases sociales tradicionales, inyectando el empuje que incentiva el espíritu empresarial y la capacidad de innovación, factores claves en el progreso.
Además, como normalmente los emigrantes inician su trayectoria con escasos medios económicos y aspiran a mejorar sus condiciones de vida y ascender socialmente, están imbuidos de un espíritu de ahorro y austeridad, esenciales para el crecimiento económico.
Por otra parte está el factor educacional, los procesos migratorios son realizados mayoritariamente por adultos jóvenes que ya han completado su educación, con lo cual el país receptor no tiene que realizar la tarea de formación educativa que acompaña a los menores.
En Chile, sin embargo, pese a que el discurso oficial y la creencia más difundida establecen que somos una sociedad abierta a la venida de extranjeros, la realidad es otra.
Las cifras censales muestran que el porcentaje de inmigrantes totales en relación a la población es bajo. Pero esta condición ha ido variando en los últimos años, incrementándose la llegada de foráneos al país. Ello se ha producido, básicamente por la mejoría de las condiciones de vida de Chile en los últimos 25 años y el empeoramiento de la situación en el caso de algunos países de origen.
Además, el restablecimiento de la democracia ha permitido el retorno al país de importantes contingentes de exiliados y la interrupción del flujo de salida por motivos políticos, pudiéndose retener así a una población particularmente valiosa.
En cuanto a las características de los inmigrantes, ellas también han ido variando y se ha pasado de una importante presencia de extranjeros de origen europeo a un mayor número de latinoamericanos que junto con la atracción que presenta Chile como destino de la emigración, suman elementos que refuerzan este proceso, tales como la unidad idiomática y cultural, la existencia de compatriotas ya asentados en el lugar de destino y la cercanía territorial. A ello hay que agregar situaciones de inestabilidad política, económica y laboral que presionan para la emigración.
Este nuevo e importante flujo de migrantes proviene principalmente de Argentina, Perú y Bolivia. Además, en su mayoría superan los 15 años; principalmente son mujeres y se establecen en zonas urbanas, donde desempeñan labores en el área de servicios y comercio básicamente.
Los antecedentes anteriores muestran que es necesario enfrentar el tema para resolver tres aspectos fundamentales: 1) formulación de una política explícita; 2) modificar las normas actuales; y 3) reformar la institucionalidad.
Sin embargo, lo más preocupante y urgente es la actual situación de derechos humanos de los inmigrantes, la que está seriamente cuestionada y que se caracteriza por su ambigüedad, en especial los derechos mínimos que poseen y su acceso a las prestaciones básicas que les ofrece el Estado, particularmente seria es la situación de indefensión de los descendientes de inmigrantes nacidos en Chile.
Una numerosa población en la actualidad es víctima de abusos, discriminación y atropellos, principalmente en materia laboral, situación que debe ser enfrentada. En especial, se requiere una revisión y puesta al día de los tratados internacionales suscritos por el país.
El problema no es sencillo, no sólo por los prejuicios que envuelve, sino por las diferentes condiciones de la población extranjera que llega a Chile.
En este contexto el Gobierno ha anunciado el envío de un proyecto de ley sobre la materia, lo que aún está pendiente. Pero el contenido del proyecto sería vacío o terminaría archivado en el Parlamento si antes de su elaboración no se define una política sobre los extranjeros, lo cual todavía no ocurre.
Por lo tanto, durante el Gobierno de Piñera es muy difícil que se apruebe tanto una política de largo plazo como la legislación que se requiere.La disculpa probablemente sea que hay que darle prioridad a proyectos de ley más urgentes y no tan conflictivos.
Leer versión extendida en: http://www.asuntospublicos.cl/2012/11/inmigrantes-atraerlos-o-rechazarlos/