He tomado conocimiento del oficio mediante el cual el ministro de Educación, don Harald Beyer, pretende responder a la denuncia de existencia de lucro en la Universidad Santo Tomás que, por acuerdo de la CNA, envié el pasado 14 de junio, en mi carácter de Secretario Ejecutivo en ejercicio.
Considero una falta de respeto para con los miembros de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados y la opinión pública en general, que transcurridos 154 días de investigación, el señor Ministro no considere necesario entregar ninguna explicación por escrito a los hechos denunciados.
El texto del oficio señala que “este Ministerio ha determinado sobreseer la investigación iniciada, por no existir cargo alguno que formular, ni responsabilidad que perseguir…” basado en un “análisis de los antecedentes recabados” pero sin explicitar dicho análisis.
En mi opinión, la respuesta del señor Beyer ofende la inteligencia de la ciudadanía y revela, ya sea una prepotencia inaceptable de parte de la autoridad o una completa ausencia de argumentos para justificar la decisión tomada.
No obstante, el señor Ministro entregó, el día 15 de noviembre, una singular explicación al declarar a los medios de prensa que si bien se detectó un traspaso de fondos sin intereses, “la pregunta que tenemos que evaluar es si detrás de eso hay un perjuicio para la universidad y, por lo tanto, una eventual acción de lucro, pero los antecedentes que nosotros recopilamos en el caso de la Universidad Santo Tomás nos permiten concluir que eso no estaba ocurriendo”, (ver www.emol.com).
¿Es tan difícil entender que si una Universidad presta $ 13.096 millones a empresas relacionadas en pesos, sin reajuste ni intereses, existe, más allá de cualquier duda, una pérdida patrimonial para la universidad equivalente, a lo menos, a la variación del IPC de cada año y que las empresas relacionadas, por el contrario, ganan igual cantidad de dinero?
No se requieren 154 días de investigación para entender la diferencia que existe entre valores nominales y reales en términos monetarios. No se trata, en consecuencia, de un problema de interpretación y menos de investigación, sino de mera cultura general: el evidente perjuicio que sufre quien presta en pesos en lugar de unidades de fomento es comprendido por todos los chilenos.
Los actuales eventos no deben, sin embargo, dejar en el olvido que el señor Ministró declaró, en a lo menos dos ocasiones posteriores al 14 de junio -fecha en que recibió los oficios enviados por la CNA- que no tenía ninguna denuncia concreta respecto del tema del lucro.
Recién el 6 de agosto, cuando hice público en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados la existencia de dichos oficios, el Ministro Beyer reconoció haberlos recibido. Tampoco se debe olvidar que los dichos del señor Ministro, negando tener denuncias concretas, coincidieron con la investigación, que en ese mismo momento, llevaba a cabo una Comisión de la Cámara de Diputados respecto del lucro y que una de las universidades denunciadas fue precisamente, la Universidad Santo Tomás.
No soy de las personas que gustan utilizar un lenguaje eufemístico: el señor Ministro Beyer no dijo la verdad a los señores diputados y a la ciudadanía, cuando negó tener denuncias concretas sobre lucro.
Por ello considero que está inhabilitado para continuar ejerciendo un cargo de ministro de Estado. Espero que la Honorable Cámara de Diputados adopte las medidas necesarias respecto de un Ministro que no titubeó en sembrar dudas respecto de la seriedad del trabajo realizado por esa Corporación y que sigue negando la existencia, pese a las evidencias, de lucro en la Universidad Santo Tomás.