La oficina de Naciones Unidas encargada del tema drogas publicó su informe mundial y con el las recomendaciones para una más efectiva acción de los países. Los datos se mantienen en situación similar al pasado, el número de personas que consumió al menos una vez droga durante el 2010 alcanza el 5% es decir alrededor de 230 millones.
De este total no más del 10% son consumidores problemáticos, representando 27 millones de personas en todo el mundo. Como se dijo previamente los números no han variado significativamente, el problema de las drogas revisado en detalle podría ser un tema de política pública que finalmente afecta a muchos menos personas que la pobreza, la marginalidad, la exclusión o incluso la mala calidad educativa.
¿Por qué entonces dedicamos tanto presupuesto e interés a un problema que parece no ser tan amplio como se podría analizar inicialmente?
Las explicaciones son múltiples pero la realidad es que la inversión en la guerra contra las drogas ha tenido beneficios poco auspiciosos. Los mercados de consumidores de algún elemento que funcione en términos alucinógenos se extiende cambiando tal vez de gusto pero buscando los mismos incentivos de evasión.
¿No sería entonces mejor preguntarse por qué más de 200 millones de personas consideraron consumir drogas en algún momento del año?
¿Qué nos lleva como sociedades o individuos por esa decisión?
Volvamos a los datos. América Latina es la principal productora de cocaína. La buena noticia es que los países que más demandaban este producto (América del Norte o más claro aún Estados Unidos) han bajado su demanda y consumo.
Esto explicado por el incremento de la presencia de las drogas sintéticas o químicas que como hemos visto en los medios de comunicación masiva tienen consecuencias en sus consumidores profundamente dañinas.
En Colombia en los últimos años el nivel de producción de cocaína ha bajado pero ha sido contrarrestado por un incremento de la producción en Bolivia y Perú.Lamentablemente la demanda de cocaína en Europa no ha decaído y hacía allá estaría el camino de la cocaína peruano-boliviana. Además mercados emergentes se consolidan como el de Australia.
Delante nuestro pasamos de países de tránsito a consumo. Los problemas de salud pública que este cambio implican son profundos y no han sido enfrentados correctamente en la mayoría de los países de la región.Seguimos enfrascados en políticas de decomisos y detenciones dejando de lado las necesarias iniciativas de rehabilitación y sobretodo educación vinculada al consumo y sus consecuencias.
La droga más consumida sigue siendo la marihuana. En la mayoría de casos con fines recreativos y solo tímidamente vinculada con consumo problemático. La poca utilidad de “perseguir plantas” ha quedado en claro en los debates que se han originado en los últimos años. Pero concentrarnos en este tema también invisibiliza las complejidades del problema de la droga. Partiendo por la generación en aumento de una demanda ciudadana cada vez de menor edad que consume todo tipo de medicamentos (una de las drogas más usadas también) así como alcohol y sustancias ilegales.
La información sobre el consumo y tráfico de drogas permite refocalizar el problema, reconocer los avances y desafíos, revisar las acciones que se vienen desarrollando y sobretodo priorizar la acción ciudadana y política.
En Chile el gobierno presenta con entusiasmo la droga decomisada, reconocimiento a la labor policial encargada de estos temas, pero en ningún caso un buen indicador que vamos ganando la guerra al consumo.Por el contrario, mientras más droga se decomisa, es evidente que más droga hay en el mercado y por ende el problema tiende a considerarse como más complejo.
Las drogas merecen un lugar privilegiado en nuestros debates de salud pública, de educación y sin duda de seguridad. Dejarlas relegadas en este último espacio y criminalizar todo lo vinculado con la droga es un camino infructuoso.
Imposible tratar de tapar el sol con un dedo, lo bueno es que los datos, los expertos y hoy en día incluso muchos políticos así lo confirman.