29 may 2012

Cancillería: ¿Quo vadis?

A pocos días de que el Presidente Piñera realizara su última cuenta pública, se hace urgente reflexionar sobre nuestra diplomacia.

En lo que respecta a la atención a nuestros compatriotas en el exterior, sólo se puede decir que el incremento de la demanda de apoyo consular debido al mayor número de chilenos que viajan y residen en otros países, ha sido absorbida debidamente por los Consulados en el extranjero.

Más aún, en situaciones de crisis – Egipto, Japón y Nueva Zelandia, entre otros – los cónsules han auxiliado oportunamente a nuestros compatriotas.

En materia de promoción comercial, la Dirección General Económica del ministerio de Relaciones Exteriores, a la que pertenece ProChile, ha continuado negociando acuerdos internacionales y apoyando al sector exportador.

El aumento de los envíos al exterior permite afirmar que la Cancillería también ha cumplido en ese ámbito. Lo mismo ha acontecido con una cada vez más eficiente e importante promoción cultural de nuestro país en el extranjero.

Así, se puede afirmar que no sólo se ha reforzado nuestro prestigio en el exterior- hoy denominado imagen país- sino que también se ha brindado eficiente atención consular a nuestro público  que son los chilenos fuera de Chile.

Como si eso fuera poco, las exportaciones de nuestro país no hacen sino aumentar. Una lectura optimista permitiría afirmar que en materia de marketing y atención al público, el ministerio de Relaciones Exteriores no tiene nada que envidiarle a la más prestigiosa cadena del retail nacional.

Sin embargo, en el ámbito político la situación es diferente y las expectativas poco promisorias.

Décadas de políticas de recursos humanos que no se orientaron a formar especialistas en aquellas áreas sensibles para nuestra política exterior, a lo que debe agregarse insuficientes recursos para capacitación en general y la inexistencia de una real carrera funcionaria, determinan que hoy la Cancillería no pueda garantizar que estará en condiciones de responder durante los próximos años a las obligaciones que le impondrá un dinámico y cada vez más complejo escenario internacional.

El poder económico, aunque sea capaz de financiar un costoso poder militar, nunca logrará la eficiencia debida si no es acompañado del correspondiente poder político.

Un país que confunde con gasto la sensible inversión en Diplomacia, debilita la estructura de su propio Estado, quedando inevitablemente expuesto a que la formulación y ejecución de su política exterior se vea interferida por mezquinos intereses particulares o bien por sofisticadas visiones intelectuales que poco tienen que ver con la realidad nacional.

Contar con una Cancillería moderna y con diplomáticos debidamente capacitados – capaces de defender los intereses permanentes del Estado – no es un lujo de país desarrollado, sino una necesidad de país en desarrollo.

Para quienes crean acertado imitar a los fenicios privilegiando sólo aspectos comerciales, resulta conveniente informarles que los fenicios fueron borrados del mapa por Roma el año 146 A.C.

Ni sus extensas redes comerciales, ni el genio militar de Aníbal, pudieron detener a los romanos que, siendo menos eficientes en el comercio, supieron armonizar la economía y la política.

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  • Tani Amaya

    Sí, la cancillería se ha transformado en una oficina de comercio exterior.

  • Tani Amaya

    Sí, la cancillería se ha transformado en una oficina de comercio exterior.

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=1205171516 Javiera Aravena Rodríguez

    Es posible que los altos cargos que se desempeñan en la cansillería chilena, no tengan una carrera diplomática????? Es de suma imprtancia realizar cambios internos, son cargos que NO DEBEN SER POLITICOS, para que nuestro país no pierda el prestigio que tiene en el ámbito internacional.-

  • http://www.facebook.com/profile.php?id=1205171516 Javiera Aravena Rodríguez

    Es posible que los altos cargos que se desempeñan en la cansillería chilena, no tengan una carrera diplomática????? Es de suma imprtancia realizar cambios internos, son cargos que NO DEBEN SER POLITICOS, para que nuestro país no pierda el prestigio que tiene en el ámbito internacional.-

  • 1PeterJames7

    Concuerdo plenamente con la
    interrogante planteada; sin embargo, considero fundamental destacar la
    importancia de las actividades, que acompañan al desempeño de las tareas
    diplomáticas como herramientas de proyección del poder político de un Estado.

    Por si sola, la diplomacia
    no constituye un instrumento efectivo, sino que se suma a la sinergia, generada
    por el resto de las relaciones exteriores que pueden efectuar las otras
    carteras en sus respectivas áreas de competencia. Dicho lo anterior, estimo que
    el nivel de nuestra cancillería adolece de una base tradicional, que ha sido
    compensada por la excelencia profesional de destacados cancilleres.

    La respuesta de hacia donde
    se dirige, estimo, se encuentra en las orientaciones emanadas de nuestra
    política exterior, como reflejo de los anhelos que tiene la nación, en el más amplio
    espectro de opciones que permitan el desarrollo económico, cultural, social,
    político, etc.,    manifestados a través
    de una maduración sociocultural de sus habitantes, que encause el esfuerzo en
    la consecución  de los objetivos trazados
    en pro de los intereses del país.

    La respuesta existe, y pasa
    por crear una masa crítica (tarea de lejano horizonte), que brinde una savia
    nueva a las filas en cancillería, para permitir la continuidad en la labor y el
    fortalecimiento de lazos de confianza en las relaciones interpersonales de los
    actores, algo que no se construye de la noche a la mañana. Por otro lado, en el
    inconsciente colectivo, incubar el concepto en materia de gestión política, que
    realiza la diplomacia y su vital importancia.

    No comparto, la comparación
    entre el gasto de inversión de un sistema de defensa moderno y la asignación
    para las tareas de cancillería. Considero, que ambas son altamente
    complementarias y necesarias “lo que la diplomacia no logra por convencimiento
    a través de gestos y palabras, lo avala la presencia de un poder militar”, toda
    vez que exista la voluntad de su empleo, algo aberrante de afirmar en estos tiempos,
    pero profusamente aplicado por las potencias.

    Sin duda, Chile requiere sentar
    bases en materia diplomática y generar doctrina, que permita a través de la
    costumbre y estilo propio, distinguir a nuestra cancillería, que
    independiente  del tipo de gobierno en ejercicio,
    sea esta, a través de sus embajadas sólidos representantes de la política
    exterior del país.

     Concuerdo plenamente con la
    interrogante planteada; sin embargo, considero fundamental destacar la
    importancia de las actividades, que acompañan al desempeño de las tareas
    diplomáticas como herramientas de proyección del poder político de un Estado.

    Por si sola, la diplomacia
    no constituye un instrumento efectivo, sino que se suma a la sinergia, generada
    por el resto de las relaciones exteriores que pueden efectuar las otras
    carteras en sus respectivas áreas de competencia. Dicho lo anterior, estimo que
    el nivel de nuestra cancillería adolece de una base tradicional, que ha sido
    compensada por la excelencia profesional de destacados cancilleres.

    La respuesta de hacia donde
    se dirige, estimo, se encuentra en las orientaciones emanadas de nuestra
    política exterior, como reflejo de los anhelos que tiene la nación, en el más amplio
    espectro de opciones que permitan el desarrollo económico, cultural, social,
    político, etc.,    manifestados a través
    de una maduración sociocultural de sus habitantes, que encause el esfuerzo en
    la consecución  de los objetivos trazados
    en pro de los intereses del país.

    La respuesta existe, y pasa
    por crear una masa crítica (tarea de lejano horizonte), que brinde una savia
    nueva a las filas en cancillería, para permitir la continuidad en la labor y el
    fortalecimiento de lazos de confianza en las relaciones interpersonales de los
    actores, algo que no se construye de la noche a la mañana. Por otro lado, en el
    inconsciente colectivo, incubar el concepto en materia de gestión política, que
    realiza la diplomacia y su vital importancia.

    No comparto, la comparación
    entre el gasto de inversión de un sistema de defensa moderno y la asignación
    para las tareas de cancillería. Considero, que ambas son altamente
    complementarias y necesarias “lo que la diplomacia no logra por convencimiento
    a través de gestos y palabras, lo avala la presencia de un poder militar”, toda
    vez que exista la voluntad de su empleo, algo aberrante de afirmar en estos tiempos,
    pero profusamente aplicado por las potencias.

    Sin duda, Chile requiere sentar
    bases en materia diplomática y generar doctrina, que permita a través de la
    costumbre y estilo propio, distinguir a nuestra cancillería, que
    independiente  del tipo de gobierno en ejercicio,
    sea esta, a través de sus embajadas sólidos representantes de la política
    exterior del país.

    Atte.,

    Peter James

     

     

     

     

     

     

     

  • 1PeterJames7

    Concuerdo plenamente con la
    interrogante planteada; sin embargo, considero fundamental destacar la
    importancia de las actividades, que acompañan al desempeño de las tareas
    diplomáticas como herramientas de proyección del poder político de un Estado.

    Por si sola, la diplomacia
    no constituye un instrumento efectivo, sino que se suma a la sinergia, generada
    por el resto de las relaciones exteriores que pueden efectuar las otras
    carteras en sus respectivas áreas de competencia. Dicho lo anterior, estimo que
    el nivel de nuestra cancillería adolece de una base tradicional, que ha sido
    compensada por la excelencia profesional de destacados cancilleres.

    La respuesta de hacia donde
    se dirige, estimo, se encuentra en las orientaciones emanadas de nuestra
    política exterior, como reflejo de los anhelos que tiene la nación, en el más amplio
    espectro de opciones que permitan el desarrollo económico, cultural, social,
    político, etc.,    manifestados a través
    de una maduración sociocultural de sus habitantes, que encause el esfuerzo en
    la consecución  de los objetivos trazados
    en pro de los intereses del país.

    La respuesta existe, y pasa
    por crear una masa crítica (tarea de lejano horizonte), que brinde una savia
    nueva a las filas en cancillería, para permitir la continuidad en la labor y el
    fortalecimiento de lazos de confianza en las relaciones interpersonales de los
    actores, algo que no se construye de la noche a la mañana. Por otro lado, en el
    inconsciente colectivo, incubar el concepto en materia de gestión política, que
    realiza la diplomacia y su vital importancia.

    No comparto, la comparación
    entre el gasto de inversión de un sistema de defensa moderno y la asignación
    para las tareas de cancillería. Considero, que ambas son altamente
    complementarias y necesarias “lo que la diplomacia no logra por convencimiento
    a través de gestos y palabras, lo avala la presencia de un poder militar”, toda
    vez que exista la voluntad de su empleo, algo aberrante de afirmar en estos tiempos,
    pero profusamente aplicado por las potencias.

    Sin duda, Chile requiere sentar
    bases en materia diplomática y generar doctrina, que permita a través de la
    costumbre y estilo propio, distinguir a nuestra cancillería, que
    independiente  del tipo de gobierno en ejercicio,
    sea esta, a través de sus embajadas sólidos representantes de la política
    exterior del país.

     Concuerdo plenamente con la
    interrogante planteada; sin embargo, considero fundamental destacar la
    importancia de las actividades, que acompañan al desempeño de las tareas
    diplomáticas como herramientas de proyección del poder político de un Estado.

    Por si sola, la diplomacia
    no constituye un instrumento efectivo, sino que se suma a la sinergia, generada
    por el resto de las relaciones exteriores que pueden efectuar las otras
    carteras en sus respectivas áreas de competencia. Dicho lo anterior, estimo que
    el nivel de nuestra cancillería adolece de una base tradicional, que ha sido
    compensada por la excelencia profesional de destacados cancilleres.

    La respuesta de hacia donde
    se dirige, estimo, se encuentra en las orientaciones emanadas de nuestra
    política exterior, como reflejo de los anhelos que tiene la nación, en el más amplio
    espectro de opciones que permitan el desarrollo económico, cultural, social,
    político, etc.,    manifestados a través
    de una maduración sociocultural de sus habitantes, que encause el esfuerzo en
    la consecución  de los objetivos trazados
    en pro de los intereses del país.

    La respuesta existe, y pasa
    por crear una masa crítica (tarea de lejano horizonte), que brinde una savia
    nueva a las filas en cancillería, para permitir la continuidad en la labor y el
    fortalecimiento de lazos de confianza en las relaciones interpersonales de los
    actores, algo que no se construye de la noche a la mañana. Por otro lado, en el
    inconsciente colectivo, incubar el concepto en materia de gestión política, que
    realiza la diplomacia y su vital importancia.

    No comparto, la comparación
    entre el gasto de inversión de un sistema de defensa moderno y la asignación
    para las tareas de cancillería. Considero, que ambas son altamente
    complementarias y necesarias “lo que la diplomacia no logra por convencimiento
    a través de gestos y palabras, lo avala la presencia de un poder militar”, toda
    vez que exista la voluntad de su empleo, algo aberrante de afirmar en estos tiempos,
    pero profusamente aplicado por las potencias.

    Sin duda, Chile requiere sentar
    bases en materia diplomática y generar doctrina, que permita a través de la
    costumbre y estilo propio, distinguir a nuestra cancillería, que
    independiente  del tipo de gobierno en ejercicio,
    sea esta, a través de sus embajadas sólidos representantes de la política
    exterior del país.

    Atte.,

    Peter James