Durante las últimas semanas se puso en la agenda pública la urgencia de la reforma al sistema binominal, aunque en los pasados 20 años, siempre el tema estuvo presente.
Los sectores más progresistas, siempre consideraron este sistema como una rémora de la dictadura que era necesario cambiar. Pero la derecha sistemáticamente se opuso, negando dar las mayorías necesarias para su reforma.
Hoy sin embargo, la reforma del sistema binominal se considera un tema inaplazable, ya que su aplicación seguirá produciendo consecuencias negativas, respecto al irreversible deterioro de la calidad de la política, la crisis de representatividad y la negativa evaluación que la ciudadanía tiene del Parlamento y de la política.
Las críticas al binominal heredado de la Dictadura, se basan en que es un sistema que no respeta la decisión de las mayorías, vulnera el deseo popular, ya que en muchas oportunidades el candidato con la segunda mayoría no es elegido, siendo electo uno con la tercera o incluso con la cuarta mayoría. Lo cual lo transforma en un sistema injusto, excluyente, y convierte las elecciones parlamentarias en eventos previsibles, sin mayor competencia entre los bloques.
Con razón se ha dicho que el binominal es una forma encubierta de tener “parlamentarios designados” ya que en realidad son los Partidos los que nominan y garantizan a los candidatos que serán electos.
Por otro lado, el sistema genera una forma de antropofagia entre los candidatos de una misma lista y no con el candidato contrario y finalmente, produce una exclusión política de todas aquellas opciones de minoría que no forman parte de los grandes pactos mayoritarios.
Sin duda que este sistema se ha transformado en el gran freno para los cambios que permitan consolidar y perfeccionar la democracia.
A pesar de las opiniones mayoritarias de la oposición y de sectores de la derecha respecto que era necesario ahora poner en discusión un proyecto de reforma, el Gobierno y el Presidente, finalmente vuelven a cerrar la puerta.
Sebastián Piñera, el domingo 29 de enero, ha sepultado la posibilidad de realizar cambios inmediatos, al decir que “hay otras prioridades más urgentes que cambiar el binominal….no podemos esperar para implementar la reforma a la educación o el Ingreso Ético Familiar, que nos va a permitir derrotar la pobreza extrema, o la reforma a la salud o enfrentar la crisis económica y proteger el crecimiento y los empleos”.
Los sectores más reaccionarios de la derecha, vuelven a imponen su poder en el Gobierno y lo que pareció una apertura fracasó, nuevamente con el viejo argumento que el binominal asegura la estabilidad institucional y que el país tiene otras urgencias.
Los acontecimientos recientes, las masivas movilizaciones sociales pidiendo más democracia y más participación, no tienen eco en La Moneda.
Se hace más necesario por tanto redoblar los esfuerzos para generar mayor presión a la urgencia de las reformas políticas y en año de elecciones deberá ser el pueblo finalmente el que defina hacia dónde camina el país.