Bajo la dictadura, hoy llamado régimen militar, al imponerse la Constitución de 1980, cuando se privaba de libertad a los opositores y se aplicaba el terrorismo de Estado a los que no se sometían, los autores del sistema electoral impuesto pudieron ocultarse en el secretismo de la época para que su responsabilidad histórica quedara impune.
Lógico que había huellas precisas: el afán de perpetuación de Pinochet, el descontrolado ultramercadismo de los Chicago-boys y el exacerbado presidencialismo en materia económica de Jorge Alessandri.
Ahora se aclara la paternidad del sistema electoral binominal, sus padres radican en la UDI, entonces autodenominados gremialistas, pieza civil clave del régimen. Estos son los ingenieros de los enclaves autoritarios ideados para que la minoría fuera capaz de mandar y decidir burlando la voluntad de la mayoría del país.
Este grupo de poder calculó los efectos precisos de su ingeniería electoral: que un tercio tenga el mismo valor que dos tercios; con ello se impone una visión unilateral, mezquina pero inesquivable a la marcha del país.
Hay un sector que controla la mitad del Congreso Nacional, que llega al gobierno incluso, pero que cuando su opinión es minoría la impone igual, sin importarle la opinión de la mayoría y tampoco la suerte del propio gobierno del que forma parte.
Es una voluntad autoritaria, minoritaría pero compacta que se instala eficazmente gracias al sistema binominal. Se trata de una concepción autoritaria con un sustrato ideológico dogmático. Actúan como si el país les pertenece exclusivamente a ellos.
Los demócratas en cambio, pensamos que el país pertenece a todos y todas por igual y que para que tal voluntad democrática sea real, se debe reemplazar el sistema binominal por un nuevo sistema de representación popular, de manera que se recupere la legitimidad del sistema político asegurando que la diversidad cultural, social y política de chilenos y chilenas se exprese en la representación parlamentaria, entregando nuevas energías y potencialidades a la democracia chilena.
El fiero rechazo de la UDI al cambio del sistema electoral binominal permite saber sin temor a engaño quienes son los padres del binominal.
Ahora es responsabilidad de la mayoría, que aspira a fortalecer la democracia, de unirse, movilizarse y presionar pacíficamente para cambiarlo.
Por su propia voluntad los autores de este enclave autoritario no accederán a su reemplazo. Es la mayoría la que debe actuar para conseguirlo.