16 ene 2012

Vindicación de Pablo de Rokha

Sucede que acabo de darme cuenta, mientras nadaba en serenas y solitarias aguas, que efectivamente es verano y es tiempo de retomar recomendables prácticas que uno posterga merced al pacto con el demonio del trabajo remunerado.

Entonces es tiempo de dejar descansar un rato, o que mi cabeza descanse de ellos, de nuestros queridos neoliberaloides y la ruina que pacientemente dejan en nuestra cultura y hablar de ésta, una de mis actividades favoritas: la relectura.

La relectura es uno de los hábitos intelectuales más sanos y fecundos que existen, permite el reencuentro de un indicio, una idea, un camino que ignoramos en nuestro recorrido inicial, fomenta una relación creativa con el texto y nos invita a aportarle a su generoso regazo nuestra propia experiencia de sentido, siempre bienvenida por cualquier obra maestra que se respete.

Con la relectura, por tanto, todos ganan: nosotros como lectores, el autor y el texto mismo.

Así perviven las obras que llamamos inmortales, y estas continúan generando toda una progenie de lectores y, por cierto, escritores (la escritura siempre nace de la lectura y no al revés). No obstante hay muchas mujeres y hombres-de-letras, muy poco dados a tan saludable práctica, análoga sin duda a lo que una caminata o comerse una manzana pueden hacer por su salud, señora.

Existe más bien la actitud, la vanidad, más bien dicho, de correr a hojear rápido el último alarido de los best-sellers o la reseña del crítico top para llegar a comentarlo ante los amiguis en el Starbucks o en algún sarao exclusivo del Barrio Italia.

Con suerte googlear al autor o anotar un par de datos de Wikipedia para jactarse ante alguna guapa aspirante a escribiente distraída.

Esta práctica hace que la gente no lea y hable y hable de, por ejemplo un Phillip Roth o un Roberto Bolaño, el caso del malentendido nacional más reciente, todos lo nombran, lo leen con sinceridad muy pocos, lo relee uno que otro tesista con insomnio.

Lo lamentable es que se genera toda una industria del malentendido: la evidencia más reciente es el surgimiento de una horda de malos imitadores del malogrado escritor -chileno por accidente- esos “bolañitos” cuyo ejemplo más celebrado en demasiados cenáculos con resaca es un jovenzuelo que escribe tediosos manuales de jardinería.

La escritura de estos chicos “cool” quiere ser irónica, pero no admite ni la generosidad de un bostezo, afirma detentar un basamento cultural que es pura y simple pose, cita a autores en los cuales no se ha detenido ni diez minutos y meramente sus libros hermosean sus mesas de café. Pueden haber varios compatriotas leyendo en el metro o en salones de té o schoperías varias, pero cabe preguntarse: ¿Existe un censo de relectores?

Sin embargo, creo que el caso de Pablo de Rokha es uno de los más dramáticos de escasa lectura y relectura en nuestra joven e impetuosa literatura. (Salvo Ercilla, que no era chileno, ella sólo genera interés mundial a partir del siglo XX).

Figura tutelar de la vida cultural nacional por más de cuarenta años. Gran polemista, editor, numerosas obras de poesía y crítica llevan su firma acerada, divertida e inquieta.

Adelantado a su época, hay en sus obras varias invenciones que luego se le adjudicarían a otros autores como, por ejemplo, Nicanor Parra. (Usó el habla popular y la coprolalia como recursos corrosivos contra el establishment cultural burgués mucho antes que el autor de “Poemas y antipoemas”).

Pese a ser destacado con frecuencia por poetas y críticos, no se verifican demasiadas reediciones o estudios de sus obras. Alone simplemente lo ignora, Ignacio Valente desde su dominical y ultramontano feudo lo motejará de “gran mal poeta”, curiosa injuria que sus detractores del extremo político opuesto, sorprendentemente replicarán, pese a la lealtad ejemplar que siempre mostró De Rokha al partido comunista. (Obediencia extrañamente silenciada: Pablo de Rokha no figura en hagiografías ni listas de mártires del socialismo).

Sólo en Nain Nómez veo el intento más sistemático por determinar las claves estéticas de tan generoso y abundante corpus del cual parece haber sobrevivido, lamentablemente la que no es su mejor obra, “Epopeya de las bebidas y comidas de Chile”.

Se argumentará, con Valente, que otros poetas, como su gran némesis, Pablo Neruda lo hacen palidecer. Pero ello es simplista.

Admitámoslo de una vez, Neruda es una gran multinacional, como un Disney lírico, pero del comité cultural del partido comunista, sus fans prosperan claro, pero en ferias artesanales, declaraciones cursis de amor, cancioncillas de un guatemalteco con pésimo gusto, exabruptos de asado playero y restaurantes atestados de nostálgicos del Café del Cerro.

Creo que el constante éxito y reedición de sus obras más bien se deba a la eficacia de esa maquinaria propagandística más que a su legibilidad hoy en día. Quizás Hernán Loyola, Federico Schopf o Mario Valdovinos aún puedan proponer una auténtica relectura de un autor que se agotó después de “Alturas de Macchu Picchu” (ni siquiera el “Canto General” entero se sostiene) y cedió a la mera réplica industrial de los trucos y gesticulaciones retóricas que lo hicieron célebre.

¿Y De Rokha? Ambos fueron fieles al partido, ambos deberían lamentar obritas de circunstancia alabando a Stalin o al ejército rojo, pero mientras que Neruda practicó con éxito las relaciones públicas, el glamour y una inconsecuente adquisición de numerosos bienes raíces, hubo en De Rokha, en contraste, una encarnación auténtica del intelectual proletario, sus luchas, pobrezas y dolores, pero también su risa burlona y su erotismo.

Su escritura barroca, laberíntica, grosera, ilustrada e insolente continúa generando asombro.

Su versificación hiperbólica y dionisíaca tiene en su especial relectura de Eurípides, Cervantes y Nietszche, (a los que yo agregaría la polémica afilada y el desorden glorioso de William Blake) ilustre ascendencia.

Como dije antes, obras como “Los gemidos”, “Satanás” o “Suramérica” antedatan logros artísticos de mucha literatura chilena y latinoamericana de vanguardias posteriores, mientras Neruda se contentaba con glosar –o plagiar-melifluamente e insistir en un añejo romanticismo. (“Residencia en la tierra”, su obra cumbre, surgirá mucho más tarde).

La estética de De Rokha no es mera cháchara despavorida sino lúcido razonamiento, dramática búsqueda de un arte popular, para ilustrar, para educar al pueblo al que tanto amó y retrató no sólo en su temática, sino en su escritura misma, en su habla y gesto; como diría él mismo, intentó darle a su época “categoría y régimen”.

El trágico vate de Licantén encarnó como pocos la identidad arte-vida. A la manera expresionista, literalmente se desangró frente al lienzo abismal de la página en blanco.

Su amigo Mario Ferrero evoca de él una imagen que yo considero definitiva: En los barrosos y torrenciales caminos del sur y ataviado de dos alforjas, Pablo de Rokha recorría lento y pesado el terrible Chile de posguerra buscando pueblos y ciudades donde vender él mismo su obra autoeditada. Imagino los relámpagos revelando su cara enorme, fundamental, verdadera: “Yo soy el fracaso total del mundo, oh pueblos”, escribirá, ” yo los reflejo, yo soy ustedes, yo tengo su palabra”.

Entre tanto posmo vacío, plagiadores que ganan premios y anécdotas pueriles de becarios, qué reconfortante es volver al drama rokhiano. Una bala auto inferida detuvo su cuerpo, su alma aún recorre esos caminos y guía para siempre a los nuestros.

¿Le parecen trasnochadas sus arengas proletarias? ¿Ha escuchado lo que la gente grita hoy en las calles?

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  • raimundo serena

    Me parece justa la vindicación que haces; pero no se si resulte pertinente la comparación con Neruda. Las historias de ambos fueron muy disímiles…en fin; si estoy completamente de acuerdo en la “industria Neruda” del cual han profitado toda clase de escritores, escritorcillos, embajadores-escritores etc…quienes han armado obras con cuanta baratija superflua, detalle prescindible o recuerdo fatuo que pueda relacionarse mínimamente con Neruda. Ni hablar de la “fundación”.
    Pablo de Rokha escribió la primera obra surrealista del continente: “Suramérica”; antes que “La valija de fuego” del argentino Aldo Pellegrini.

    • http://www.facebook.com/people/Una-Tal-Joce/1320290331 Una Tal Joce

      A mi me parece que no se puede hablar de de Rokha, sin mencionar a Neruda, mal que mal fueron Neruda y sus secuases del PC los culpables de que hoy el nombre de Pablo de Rokha , para la mayor parte del pueblo que tanto amo,no sea mas que el nombre de una población de la capital…

      • http://profile.yahoo.com/LCE42D23KZBLF2Y7HARDU2UHKA Salerno

        Amigo López: 

        Ya que dice practicar con gozo el hábito de la re lectura, échele una (¿otra?) miradita a la obra de Neruda, pues sus comentarios sobre su obra no pasan de ser el simple cliché recogido del -”habitus” de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile: Neruda comienza con las Residencias y se acaba en Alturas de Macchu Picchu. Aunque así fuese, basta con eso para superar ampliamente al latero hiperbólico, ególatra y paranóico de Pablo de Rokha, de quien, con suerte, se podría hacer una buena antología. Ligarlo a la gran tradición de  la literatura y/o pensamiento occidental: Eurípides, Cervantes y al manoseado Nietzsche, no significa nada: el hecho de ser un buen lector sólo garantiza no inventar el paraguas, nada más, de hecho, en muchos casos tales recursos se utilizan como estrategia de legitimación intelectual frente a la falta de talento (ejemplos hay varios, Diamela Eltit, el más evidente de ellos), de hecho, Hitler era un gran lector, y “Mi lucha” no es un clásico (no para mí, al menos…). Por otra parte comparar las vidas de De Rokha y Neruda es un ejercicio fastidioso y vano;el cuentito del “pobre “De Rokha, talentoso, consecuente y perseguido por Neruda, vendiendo y editando sus libros, no me convence ni me importa como lector: si buscara buenas personas al leer, leería al Padre Hurtado y a Benito Baranda; su vida, por “heroica” que haya sido (entendiendo el fracaso como heroísmo, Véase: “Teoría del Fascismo Alemán” Walter Benjamin, Iluminaciones II) no añade ni, desgraciadamente, quita una coma a su sermón social, moral y político en verso. De Rokha es de esos escritores que, mientras lo lees escuchas entrelíneas: “esta es la verdad, yo tengo la razón”, ¿reminiscencias de su formación eclesiástica?, lo ignoro, no poseo tantas certezas como usted mi amigo. El gran crítico cervantista, Edward Riley decía “en el fondo de toda gran obra literaria subyace una pregunta”, el problema es que en la obra del predicador de Licantén yacen muchas respuestas: “la  razón”, y un buen amigo mío me dijo una vez, “cuando escuches a alguien decir, yo tengo la razón, huye despavorido, ese tipo es un fascineroso”

  • raimundo serena

    Me parece justa la vindicación que haces; pero no se si resulte pertinente la comparación con Neruda. Las historias de ambos fueron muy disímiles…en fin; si estoy completamente de acuerdo en la “industria Neruda” del cual han profitado toda clase de escritores, escritorcillos, embajadores-escritores etc…quienes han armado obras con cuanta baratija superflua, detalle prescindible o recuerdo fatuo que pueda relacionarse mínimamente con Neruda. Ni hablar de la “fundación”.
    Pablo de Rokha escribió la primera obra surrealista del continente: “Suramérica”; antes que “La valija de fuego” del argentino Aldo Pellegrini.

    • http://www.facebook.com/people/Una-Tal-Joce/1320290331 Una Tal Joce

      A mi me parece que no se puede hablar de de Rokha, sin mencionar a Neruda, mal que mal fueron Neruda y sus secuases del PC los culpables de que hoy el nombre de Pablo de Rokha , para la mayor parte del pueblo que tanto amo,no sea mas que el nombre de una población de la capital…

      • http://profile.yahoo.com/LCE42D23KZBLF2Y7HARDU2UHKA Salerno

        Amigo López: 

        Ya que dice practicar con gozo el hábito de la re lectura, échele una (¿otra?) miradita a la obra de Neruda, pues sus comentarios sobre su obra no pasan de ser el simple cliché recogido del -”habitus” de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile: Neruda comienza con las Residencias y se acaba en Alturas de Macchu Picchu. Aunque así fuese, basta con eso para superar ampliamente al latero hiperbólico, ególatra y paranóico de Pablo de Rokha, de quien, con suerte, se podría hacer una buena antología. Ligarlo a la gran tradición de  la literatura y/o pensamiento occidental: Eurípides, Cervantes y al manoseado Nietzsche, no significa nada: el hecho de ser un buen lector sólo garantiza no inventar el paraguas, nada más, de hecho, en muchos casos tales recursos se utilizan como estrategia de legitimación intelectual frente a la falta de talento (ejemplos hay varios, Diamela Eltit, el más evidente de ellos), de hecho, Hitler era un gran lector, y “Mi lucha” no es un clásico (no para mí, al menos…). Por otra parte comparar las vidas de De Rokha y Neruda es un ejercicio fastidioso y vano;el cuentito del “pobre “De Rokha, talentoso, consecuente y perseguido por Neruda, vendiendo y editando sus libros, no me convence ni me importa como lector: si buscara buenas personas al leer, leería al Padre Hurtado y a Benito Baranda; su vida, por “heroica” que haya sido (entendiendo el fracaso como heroísmo, Véase: “Teoría del Fascismo Alemán” Walter Benjamin, Iluminaciones II) no añade ni, desgraciadamente, quita una coma a su sermón social, moral y político en verso. De Rokha es de esos escritores que, mientras lo lees escuchas entrelíneas: “esta es la verdad, yo tengo la razón”, ¿reminiscencias de su formación eclesiástica?, lo ignoro, no poseo tantas certezas como usted mi amigo. El gran crítico cervantista, Edward Riley decía “en el fondo de toda gran obra literaria subyace una pregunta”, el problema es que en la obra del predicador de Licantén yacen muchas respuestas: “la  razón”, y un buen amigo mío me dijo una vez, “cuando escuches a alguien decir, yo tengo la razón, huye despavorido, ese tipo es un fascineroso”

  • Daya Vega

    Tuve la suerte de compartir la mesa de mi casa con el “viejo Pablo” y por sobre todo, saber de la admiración y profundo cariño que le tenía mi padre (a quien por cierto, tambén admiro) por su poesía y consecuencia de vida.
    Comparto la admiración y la necesidad de vindicar, leyendo o releyendo, su obra. Libros todos maravillosos, igual que él, toscos, reciclables, sensibles y sabios.

  • Daya Vega

    Tuve la suerte de compartir la mesa de mi casa con el “viejo Pablo” y por sobre todo, saber de la admiración y profundo cariño que le tenía mi padre (a quien por cierto, tambén admiro) por su poesía y consecuencia de vida.
    Comparto la admiración y la necesidad de vindicar, leyendo o releyendo, su obra. Libros todos maravillosos, igual que él, toscos, reciclables, sensibles y sabios.

  • Anónimo

    No soy lector de poesía pero sí de prosa. De las cumbres de la poesía chilena, de la cuales Rokha forma parte, sólo conozco la guerrilla literaria que vivieron todas las cimas al unísono. Cada caudillo poseía su milicia de apoyo, a través de la prensa y la crítica de la época. 
    De esas macizas montañas, Rokha fue la menos afortunada por los círculos ideológicos cercanos a su pensar, que en esos años tenían bastantes recursos para hacer viajar y llenar de prestigio al bardo elegido por media Europa. 
    Rokha no era stalinista, sino que maoista por lo que me han explicado, o sea le tocó el lado menos glamoroso de esos años de la internacional y sobrevivía en la clandestinidad monetaria vendiendo antigüedades por los campos y respaldado por un séquito de artistas tan pobres como él. 
    El ejercicio de relectura propuesto por el columnista me parece válido y beneficioso ( a condición / de que no se exagere la nota) 
    El verano pasado releí la obra completa de Adolfo Couve viajando una y otra vez entre Valparaíso y Limache en el tren actual, para percibir de nuevo las estéticas, mensajes, moralejas, aromas, provincialismos e ironías de ese notable escritor chileno oriundo de esas tierras que tanto extraño (antes el tren iba del puerto hasta Los Andes). 
    En su obra “La lección de pintura”, Couve resume notablemente la condición trágica del artista nacional que debe sobrevivir en una realidad feudal, donde hay estéticas premiadas por la elite y otras condenadas al fracaso.
    En la novela ambientada en los 30, la profesora de pintura del Palacio Vergara (Antigua sede de las Bellas Artes de la zona) recibe en Viña del Mar al niño talentoso, becado por acaudalados del interior para que se inicie en el desarrollo del don que recibió. Ella a pesar de tener ese empleo se sobreactúa ante el tacaño y adinerado Sr De Morais que apadrina al niño, mientras avanza el verano y le instruye en los elegantes salones de clase. ¿Por qué ella hace éso?, ¿ella que pasó por París durante su carrera? 
    Sencillo, la cita de Couve es certera: “Su origen humilde la había hecho siempre sobreactuar ante las personas acomodadas, que desgraciadamente sabía eran quienes volcaban  sobre la cabeza de los pobres el cuerno de la fortuna”

  • RodrigoQuintana

    No soy lector de poesía pero sí de prosa. De las cumbres de la poesía chilena, de la cuales Rokha forma parte, sólo conozco la guerrilla literaria que vivieron todas las cimas al unísono. Cada caudillo poseía su milicia de apoyo, a través de la prensa y la crítica de la época. 
    De esas macizas montañas, Rokha fue la menos afortunada por los círculos ideológicos cercanos a su pensar, que en esos años tenían bastantes recursos para hacer viajar y llenar de prestigio al bardo elegido por media Europa. 
    Rokha no era stalinista, sino que maoista por lo que me han explicado, o sea le tocó el lado menos glamoroso de esos años de la internacional y sobrevivía en la clandestinidad monetaria vendiendo antigüedades por los campos y respaldado por un séquito de artistas tan pobres como él. 
    El ejercicio de relectura propuesto por el columnista me parece válido y beneficioso ( a condición / de que no se exagere la nota) 
    El verano pasado releí la obra completa de Adolfo Couve viajando una y otra vez entre Valparaíso y Limache en el tren actual, para percibir de nuevo las estéticas, mensajes, moralejas, aromas, provincialismos e ironías de ese notable escritor chileno oriundo de esas tierras que tanto extraño (antes el tren iba del puerto hasta Los Andes). 
    En su obra “La lección de pintura”, Couve resume notablemente la condición trágica del artista nacional que debe sobrevivir en una realidad feudal, donde hay estéticas premiadas por la elite y otras condenadas al fracaso.
    En la novela ambientada en los 30, la profesora de pintura del Palacio Vergara (Antigua sede de las Bellas Artes de la zona) recibe en Viña del Mar al niño talentoso, becado por acaudalados del interior para que se inicie en el desarrollo del don que recibió. Ella a pesar de tener ese empleo se sobreactúa ante el tacaño y adinerado Sr De Morais que apadrina al niño, mientras avanza el verano y le instruye en los elegantes salones de clase. ¿Por qué ella hace éso?, ¿ella que pasó por París durante su carrera? 
    Sencillo, la cita de Couve es certera: “Su origen humilde la había hecho siempre sobreactuar ante las personas acomodadas, que desgraciadamente sabía eran quienes volcaban  sobre la cabeza de los pobres el cuerno de la fortuna”

  • http://twitter.com/PatriciaCocq Patricia Cocq

    Pablo de Rokha fue y es uno de mis poetas favoritos, el de la palabra ruda y del vozarrón intimidante. Recuerdo haber rayado por ahí la frase “La batalla de la vida va perdida de antemano, pero lo heroico es ganarla”. Gracias Andrés por recordar a este grande, que no ha sido reconocido en la complejidad y vehemencia de su obra.

  • http://twitter.com/PatriciaCocq Patricia Cocq

    Pablo de Rokha fue y es uno de mis poetas favoritos, el de la palabra ruda y del vozarrón intimidante. Recuerdo haber rayado por ahí la frase “La batalla de la vida va perdida de antemano, pero lo heroico es ganarla”. Gracias Andrés por recordar a este grande, que no ha sido reconocido en la complejidad y vehemencia de su obra.

  • http://www.facebook.com/people/Manuel-Paredes-Parod/1282151527 Manuel Paredes Parod

    Andrés: Comparto lo que señalas acerca de la importancia de la relectura, ejercicio que diariamente practico. Comparto inmensamente que el aporte de De Rokha a la poesía universal todavía está por mensurarse, disfruto leyéndolo y aprendiendo de él.

  • http://www.facebook.com/people/Manuel-Paredes-Parod/1282151527 Manuel Paredes Parod

    Andrés: Comparto lo que señalas acerca de la importancia de la relectura, ejercicio que diariamente practico. Comparto inmensamente que el aporte de De Rokha a la poesía universal todavía está por mensurarse, disfruto leyéndolo y aprendiendo de él.

  • http://www.facebook.com/people/Manuel-Paredes-Parod/1282151527 Manuel Paredes Parod

    (continuación)
    Pero creo que no es necesario desprestigiar a Neruda para destacar a De Rokha.
    Ambos se sostienen, en estilos muy distintos, desde sus primeras etapas como poetas. las rencillas entre ellos dejémoselas  al folclore literario y gocemos también lo que escribieron al respecto. se puede, lo he comprobado en varias personas, incluyéndome, ser lector y admirador de ambos.
    Finalmente, agradecer esta columna que pone a la poesía en un primer plano que sólo muy de tarde en tarde se da en los medios de comunicación.

  • http://www.facebook.com/people/Manuel-Paredes-Parod/1282151527 Manuel Paredes Parod

    (continuación)
    Pero creo que no es necesario desprestigiar a Neruda para destacar a De Rokha.
    Ambos se sostienen, en estilos muy distintos, desde sus primeras etapas como poetas. las rencillas entre ellos dejémoselas  al folclore literario y gocemos también lo que escribieron al respecto. se puede, lo he comprobado en varias personas, incluyéndome, ser lector y admirador de ambos.
    Finalmente, agradecer esta columna que pone a la poesía en un primer plano que sólo muy de tarde en tarde se da en los medios de comunicación.