El Presidente se excusa de asistir al homenaje que Labbé, alcalde, organiza para Krasnoff, condenado por torturas y numerosos crímenes durante el régimen de Pinochet.
Protestan las organizaciones de derechos humanos y las víctimas de la represión.
Calla el vocero de gobierno.
El Presidente envía un mensaje electrónico diciendo que no se excusa, sino que rechaza el homenaje y que nada de lo que se dice en la carta enviada a Labbé es cierto.
Calla el vocero de gobierno.
La municipalidad de Providencia aclara que Labbé sólo prestó el local, pero que no es el invitante y que incluso no asistirá.
Labbé, desautorizando a los voceros municipales, reclama el derecho a opinar libremente – derecho que ni él ni la DINA a la que sirvió, respetaron jamás – poniendo el apoyo a delincuentes condenados por la justicia como una cuestión de simple opinión política. Por ejemplo, se podría organizar un acto para apoyar a un narco traficante y justificar su actuación como servidor de la patria.
Calla el vocero de gobierno y calla el Partido al que pertenece el alcalde.
Pero el Presidente deslinda su responsabilidad en el homenaje y castiga a la funcionaria con el despido. Ella no es una niña ignorante: fue candidata a diputado, se dedica a la política, es decir, le pareció razonable desde su posición política que el Presidente diera su apoyo a un homenaje de esta naturaleza.
Por cierto olvidaba que el Presidente tenía una trayectoria al respecto y recordó sólo los compromisos que adquirió el candidato Piñera con las organizaciones de apoyo a los militares condenados por conductas violatorias de los derechos humanos.
Es la contradicción de Piñera.
Y por ello calla el vocero de gobierno, ya que no sabe si ceñirse al apoyo que su partido – y actuales senadores de la UDI – dieron siempre a esas conductas en contra de las personas (lo que se condice con las declaraciones del candidato hoy gobernante) o tomar el camino que Piñera siempre tuvo y que parece ser mayoritario en la sociedad chilena.
Hay desconcierto en las filas gubernamentales y probablemente en muchos otros sectores de la sociedad chilena, pues ya parecía un consenso básico de que las violaciones a los derechos humanos no tienen jamás justificación alguna y son no sólo imprescriptibles sino además imposibles de perdonar en el marco social.
Incluso hay algunos que seguimos reclamando el respeto a los derechos humanos en todas las sociedades, rechazando cualquier justificación.
Es que se daba por hecho que las cosas eran de ese modo, cuando en verdad parece que no son así.
Todavía hay amplios sectores que insisten en justificar atrocidades y en homenajear a los autores con el argumento de que fueron los salvadores de la patria para evitar que cayéramos en manos del comunismo internacional.
Todavía hay muchas personas que confunden la acción política del golpe de Estado con la de una represión brutal y programada desde el aparato del Estado.
Porque el golpe es una acción antidemocrática, pero puede haber quienes la justifiquen en un determinado marco o reconozcan su inevitabilidad atendidas determinadas condiciones políticas.
Sin embargo, eso no justifica todo lo que siguió por años, organizado, promovido, financiado y sostenido por las instituciones armadas y por los políticos del gobierno, quienes no eran ni parte de la línea de mando, ni meros espectadores, sino eslabones claves de la cadena de decisiones.
Por eso calla el vocero.
Porque si expresa la opinión del Presidente debe presentar su renuncia, ya que él integra un partido y un grupo que ha apoyado comportamientos como los que Labbé quiere homenajear.
Porque su gobierno tiene altas autoridades que fueron parte gozosa del régimen en las peores épocas y porque muchos de ellos, si es que las condiciones de riesgo de sus intereses les parecen similares, están dispuestos a realizar lo mismo que ya hicieron.
Jamás han expresado arrepentimiento.
El futbolista Arturo Vidal ofreció disculpas y expresó arrepentimiento. Los otros cuatro seleccionados de fútbol se alzaron altaneros y uno de ellos dijo: total, igual nos van a llamar de nuevo cuando nos necesiten.
Lo mismo piensan estos homenajeadores y los homenajeados: “igual nos van a llamar, porque saben que podemos ganar la disputa usando cualquier método”.Ganar de cualquier forma era la consigna y para eso Krasnoff es una gran alternativa de éstos que guardan silencio.
Porque eso nace de quienes se sienten autorizados a todo y por sobre las reglas, se creen dueños de la verdad y que nadie les puede poner límites. Reclamar para sí derechos, pero jamás deberes.
Me preocupa que calle el vocero y calle su partido, porque el silencio puede ratificar que no hay arrepentimiento alguno y un segmento de los que tienen tanto poder en Chile podrían estar dispuestos a hacer lo mismo si es que lo necesitan.
Uf.