Esta semana recordamos y celebramos el día en que la ciudadanía chilena derrotó la dictadura más fuerte y dura que ha tenido Chile.
Lo recordamos en su propio mérito, mirándolo como un referente histórico y también personal.
Lo recordamos como lo que fue y no como es hoy.
¿Tiene sentido hacer eso?
Yo creo que sí porque también tenemos derecho a revivir lo que nos hizo llorar y reír en nuestra vida.
Lo que nos hizo pensar que sí había esperanza.
Lo que nos dio la fuerza para luchar convencidos en la frase del viejo poeta indio: “La noche es más oscura cuando ya viene el alba”.
Cuando fuimos capaces de reconocernos en la profunda identidad de Chile, la libertad, la democracia, la solidaridad, la gregariedad, el trabajo, el amor a la tierra, el sentido de patria, EL SENTIDO DE UNA SOLA PATRIA con la diversidad tolerada y tolerable.
Lo recordamos como el instante en que a las 08 de la noche nos paseábamos por Concepción pensando en que 5.501 días antes de ello, a esa misma hora en la casa de Bernardo Leighton, firmábamos nuestro rechazo a esa misma dictadura que ahora caía.
Eran instantes de alegría, de jolgorio. De temor y esperanza. De alivio y también de inseguridad porque se podía venir un segundo golpe.
Era una tarde serena pero nublada con una brisa fresca surgida del Bío Bío y pequeños grupos de opositores nos reuníamos subrepticiamente en las esquinas.
Los miembros de la fuerza pública nos miraban entre sombríos, con una mezcla de brillo en los ojos en algunos, como dándonos a entender una cierta complicidad.
Para nosotros esa actitud nos abría la esperanza de respeto al resultado.
Era la hora del recuerdo de 17 años de terror y de pena y era el minuto de recordar a la luz de estos 23 años que hoy lo recordamos con cierta nostalgia, la frase de Curzio Malaparte en su libro La Piel (autobiográfico): “el coronel estadounidense le preguntó al periodista italiano por qué el pueblo italiano luchaba con fuerza contra los nazis y por qué a ellos (los norteamericanos) los despreciaban cuando llegaron a rescatarlos de ese mismo nazismo”.
Curzio Malaparte le dijo: “no es lo mismo luchar para no morir que luchar para sobrevivir”.
Luchamos para no morir y triunfamos.
Hoy frente a un gobierno de derecha también debemos luchar y triunfar aunque sea solo para sobrevivir sobre las esperanzas frustradas en un futuro que aún nos da la oportunidad de volver a vivir.