Hay situaciones que sorprenden. Un grupo de millonarios franceses dueños de las empresas más significativas de ese país, acaba de hacer una declaración pública manifestando su voluntad de que el Estado aumente su carga tributaria, subiendo la proporcionalidad de los impuestos en forma razonable.
Así pretenden manifestar su solidaridad con un modelo de sociedad – el llamado Estado de bienestar – que ha servido a Francia y a Europa y que les ha permitido acumular una riqueza considerable. Pretenden contribuir con un mayor pago de impuestos a resolver el déficit fiscal.
Es un signo de responsabilidad y de confianza en el modelo europeo de capitalismo, caracterizado por un mayor compromiso solidario con la suerte de todos los habitantes, incluidos los desocupados y los migrantes.
Lo notable es que estos empresarios no pretenden gestionar ellos mismos el destino de sus recursos, sino que confían en el papel del Estado para darles un buen uso.
Hay que tener en cuenta que ello ocurre pocos días después que los Gobiernos de Francia y Alemania – ambos de tendencia de centro derecha – se han pronunciado a favor de establecer un impuesto a las transacciones de capital dentro de la zona euro, recogiendo así una propuesta que por años vienen sosteniendo diversas organizaciones no gubernamentales que buscan disminuir la especulación financiera a nivel global.
Esta nueva posición empresarial contrasta con las batallas dadas en EE.UU. por el “tea party” para disminuir los impuestos y rebajar el gasto público, aunque ello pudiera tener un efecto negativo en la reactivación de la economía norteamericana y mundial.
Hay que reconocer los gestos de responsabilidad social y política de estos millonarios franceses.
No será la solución a los problemas que afligen a los países de la zona euro, pero es un signo de la actitud que todos los sectores sociales deben adoptar cuando la crisis arrecia o cuando se quiere avanzar en mayores grados de justicia social y una más adecuada redistribución de los beneficios.