Hoy Santiago amaneció lloviendo…
La lluvia trae felicidad a unos. Problemas y tristeza a otros.
Las noticias hablan de que un sector de las comunas acomodadas está sin electricidad.
Para mí la lluvia tiene una consecuencia memorable. Mi abuela hace sopaipillas -y si llega a llover mucho, también picarones- pasados y sin pasar.
Seguro que por la tarde, a mi regreso, estarán listos, calientitos y deliciosos.
Me la encuentro en su silla habitual con su taza de té humeante.
¿Qué te parecen las opiniones de Sebastián Edwards?
¿Ese señor es socialista?
Abuela. Sebastián Edwards es un economista chileno que hace clases en una afamada universidad norteamericana. En el último tiempo también escribe novelas y, por cierto, no parece ser socialista. Más bien lo ubico entre quienes apoyan al gobierno. Respecto a sus opiniones, no sé a qué te refieres.
Mira me dijo, mostrándome un diario: dice que el problema de quienes conforman el equipo de gobierno es que no conocen la realidad que afecta a la mayoría de la “gente”. Esto, en su opinión, por ser todos ellos de una élite socio económica que no tiene ni siquiera las vivencias de la mayoría.
Abuela. Puede ser que tenga razón.
Claro, me dijo. Si alguien no es capaz de entender o tan sólo visualizar un problema, entonces debe ser difícil que tenga ideas de cómo solucionarlo. De hecho, lo más probable es que piense que no existe.
Yo ya sospechaba que este tema del economista Edwards era una cortina de humo… Ella, de seguro, quiere tocar otro tema y, por lo tanto, sólo debí esperar unos segundos.
Querido nieto: ¿qué te parece esta declaración de que si los estudiantes no vuelven a clases se arriesga la “pérdida del año”?
Abuela. Ya se acumulan varias semanas de paro y en la mayoría de las universidades se terminará el primer semestre con mucho retraso. En los colegios, la materia correspondiente al curso está muy atrasada. Noté que mi argumentación estaba por un camino equivocado. Su cara empezó a desfigurarse.
Al parecer ya no pudo aguantar más…¡¡¡Qué barbaridad!!! Estás muy confundido.
Mira querido nieto. Si tú crees que el método para solucionar el conflicto es “amenazar” con perder el año, con repetir de curso o con otras cosas similares, te podrás dar cuenta que estás equivocado. Claro que la constatación de la equivocación te puede costar muy cara.
Las amenazas para lograr que se levante el paro son como las que yo escuchaba de pequeña… ”los tocamientos impuros te dejarán ciega”.
Respiró profundo y siguió.
¿No te parece que -en las actuales circunstancias- pedirles a los jóvenes que levanten el movimiento porque si no lo hacen “perderán el año” es, por decir lo menos, un despropósito?
Quienes plantean esta disyuntiva no entienden mucho respecto a lo que pasa: lo que se requiere para que el movimiento se apacigüe y se establezca una tregua es “una propuesta”, no una amenaza.
Los jóvenes saben que si el conflicto sigue por mucho tiempo más, es probable que pierdan el año. ¿Qué es para ellos perder el año si lo que está en juego es muy importante para toda la vida, la vida de ellos y de todos quienes vienen atrás?
Señores gobernantes, señores de la oposición, señores ciudadanos. ¡¡¡Basta de amenazas!!! Vamos a plantear soluciones.
Tomó un poco de té y antes de terminar la conversación me dijo: ¿No te parece que deberían nombrar a Kast en otro cargo? ¿No será un desperdicio perder a este talento joven?
Pensé, pero no me atreví a decirle: espero que los que escuchen esto entiendan a cuál Kast se refiere mi abuela. ¡No vaya a ser cosa que nombren senador al “otro”!