Día a día, las personas comunes y corrientes, que viven de un modesto ingreso mensual, despliegan enormes esfuerzos y trabajan con gran sacrificio, para mejorar su estándar de vida y el de sus familias.
Es por ello que muchas veces se privan de lo esencial, para acceder a un crédito, satisfaciendo las necesidades de sus seres queridos. Por otra parte, existen innumerables instituciones de beneficencia que trabajan con denuedo, para conseguir los recursos necesarios y de esta manera devolver a la sociedad personas íntegras y cabales.
Contrasta con lo anterior, cuando un grupete de facinerosos, maquinan con antelación y sin pudor, la manera más eficiente de enriquecerse, despojando sin escrúpulos y con la mayor de las ambiciones, a los que sostienen -en el fondo- con sus recursos económicos crediticios, a las grandes empresas del retail.
Este tipo de gente, que se dice empresario, no debe ir a la cárcel.
El Código Penal debiera implementar, en lugar de privación de libertad, donde todas las personas debemos mantenerlos con nuestros impuestos que, una vez comprobado el delito, la incautación de todos sus bienes, para resarcir el daño económico causado a las personas que con confianza y esperanza, depositaron en estos mercados sus sueños e ilusiones.
Si estos bienes no alcanzaran para indemnizar el daño ocasionado, deberían hacerlo hasta extinguir la deuda, con el 50% de su trabajo personal.