Señor Presidente.
Luego de leer el día domingo en el cuerpo de reportajes de El Mercurio la entrevista a Enrique Correa, me ha parecido un acto mínimo de patriotismo proponer a usted que en el cambio de gabinete, que seguramente tendrá lugar en los próximos días, tenga a bien considerar a mi abuela Carmela en alguno de los ministerios políticos.
Si bien ella no tiene ningún postgrado y, más aún, nunca pisó como estudiante una Universidad, es una viejecilla con gran criterio (algo al parecer bien considerado actualmente dada la reinante escasez de esta cualidad).
En la situación actual, ya no es posible entonar el antiguo cántico de la “concertación y alianza unidas jamás serán vencidas”…
Mis amigos piensan que en esta condición crítica, sería adecuado que ella, mi abuela, “como instigadora de todas estas inquisiciones” publicadas en esta columna, y que ha demostrado ser una gran articuladora de discusiones, ideas y acuerdos” puede, si usted lo tiene a bien, tener un lugar de privilegio en su equipo de gobierno.
Enrique Correa indica en la citada columna del domingo que, en su opinión, la ministra vocero lo está haciendo bien, y que el Ministro del Interior, a pesar de ser un hombre inteligente y gran profesional, es “más bien parte del problema que de la solución”.
Si a esto agregamos que otro de sus ministros ha sido criticado permanentemente por “maltratar” a los señores parlamentarios y no tomar conciencia que el gobierno no tiene mayoría en el Congreso-todos recuerdan con gran cariño a Boeninger que debió lidiar con similares circunstancias durante el gobierno de Aylwin- y que hay unas ministras complicadas por el tema del prenatal (ahora el gobierno está discutiendo en el Tribunal Constitucional con el propósito de lograr disminuir los beneficios a las mujeres que ganan más de 30 UF). Aprovecho de expresar que estoy en desacuerdo con las críticas que reciben por vestirse bien.
Se suma que en el ámbito de la energía las cosas no están tampoco muy bien con HidroAysén ; que el tema del gas en Punta Arenas parece que no está del todo resuelto (según escuché al senador Bianchi en Cooperativa); que alguien abrió una discusión sobre las uniones de hecho que gran parte de la UDI encuentra inconducente o al menos no acordada con ellos; que el ministro de salud insiste en hacerse famoso prohibiendo los autos catalíticos; que el titular de defensa ha pasado piolita con esto de terminar con el presupuesto de las fuerzas armadas asociado a la recaudación de Codelco por el cobre y fijarles un presupuesto plurianual, que es inocuo desde el punto de vista general, pero impopular entre los uniformados.
¡Ah!, se me olvidaba el ministro de educación, quien ha definido este año como el de la educación superior, y ha empezado a tener problemas con los estudiantes ; el tema de la promesa incumplida con los mapuches, este problema recién comienza (escuché a un ministro decir que están bien de salud y a un historiador recordar lo que el pueblo araucano hizo para resistir la invasión española); además ahora empezaron a protestar los agricultores apoyados por uno de los partidos más activos en la oposición (la UDI)…creo entoncesque mi proposición tiene fundamento.
Señor Presidente. Le recomiendo a mi abuela Carmela para su próximo gabinete.
Fíjese que con sólo poner en práctica un par de sus principios, las cosas mejorarían mucho.
Principio uno: “el salchichón hay que comerlo a rodajas”. Si se come todo de una, lo más probable es que se atragante.
Principio dos: “estructura de mando: alguien manda el resto obedece,”; “si los que reciben las órdenes no las entienden, a pesar de ser claras, entonces les ocurre lo que a las concubinas del emperador en el Arte de la Guerra”, no lo tome a mal, lo del “emperador”, es así en el libro.
Nota importante: Esta norma rige para los gabinetes, no para “el pueblo”.
Sólo le pido que no la nombre Jefa del Gabinete. Está muy vieja para ordenar a tanto ministro tan bien preparado para ser díscolo, y no la creo capaz de soportar un trabajo tan arduo.
Ella me ha dicho que está disponible. De hecho, concuerda con Correa en que ha llegado el tiempo de la colaboración.
Me pareció escuchar que conversaba con un Larraín y se ponían de acuerdo para tomar tecito.