Este martes se celebró el Día Mundial Sin Tabaco y el Vicepresidente firmó el proyecto de ley que modifica la Ley del Tabaco restringiendo, aún más los lugares públicos en los cuales fumar es permitido.
No es difícil entender la lógica tras estas modificaciones a la ley. Hacer más difícil que las personas fumen busca protegerlos a ellos de una actividad nociva y proteger a otros en el entorno del fumador que también se ven afectados. A la vez que desincentiva a adoptar el vicio.
Apunta también a reducir la prevalencia de enfermedades en las cuales se gasta bastante dinero cada año siendo un costo que no solo los fumadores asumen.
Una de las principales dudas que surgen es si son apropiadas estas leyes que limitan las posibilidades de decisión de las personas sobre cómo conducir sus vidas ¿Está bien que se restrinjan a tal nivel las libertades de las personas, es decir la posibilidad de decidir dónde fumar?
Esta ley es sin duda paternalista, pero no asocio este concepto a algo de por sí negativo.
Entiendo el paternalismo como forzar a alguien a actuar de cierta forma o prohibirle hacer algo sin atender sus preferencias e intereses, entendiendo que esto se hace en su beneficio. Douglas Husak, experto en filosofía de la ley, señala que el paternalismo se justifica si lo que se gana es más de lo que se pierde y yo comparto esa idea.
¿Vale más la reducción del consumo del tabaco y sus beneficios asociados que las libertades restringidas al no poder hacer lo que se quiere? Esta es la pregunta que hay que hacerse acá y al evaluar cada ley de este tipo. En mi opinión las modificaciones a la ley del tabaco sí se justifican.
Es difícil poder jerarquizar el valor de ambas cosas. Sin duda menos consumo de tabaco, menos fumadores pasivos, menos personas iniciándose en el vicio, menos enfermedades asociadas al tabaquismo y menos gasto en enfermedades tienen gran valor. Por otro lado, la libertad de las personas también tiene valor y éste es altísimo.
Pero, ¿de qué libertad puede hablar un adicto? ¿Es un fumador realmente libre de decidir cuándo y dónde fumar? Yo creo que no son libres, su decisión está mediada por la necesidad física de nicotina, por la costumbre y el ejemplo. Esa libertad ya está perdida, no se las quita la ley. Además, no se está prohibiendo el consumo, solamente se lo hace más difícil. Por ello, creo que lo que se gana es más de lo que se pierde.
En definitiva, pienso que hacer más difícil fumar se justifica y es el camino que siguen muchos países.
Si bien creo que las modificaciones de la ley del tabaco fueron insuficientes, pues debieron también incluir mayores impuestos, la ley va en la dirección correcta.