La inmensa y abrumadora mayoría de los opositores a HidroAysén son no violentos y actúan como tales, lo que implica un trabajo de planificación y diseño no menor.
Sin embargo, grupos pequeños de violentos arruinan en parte este empeño creando imágenes que confunden a la opinión pública y debilitan el combate emprendido. El tema es de gran relevancia para quienes creemos que en democracia el único camino para luchar por causas justas es la no-violencia activa.
¿Qué se puede y se debe hacer?
No queda otra alternativa que aislar a los violentos obligándolos a definirse: o están con la violencia y entonces eso significa que apoyan a HidroAysén, como se lo escuché a Sara Larraín en una entrevista televisada, o toman partido en su contra y adhieren, cambiando su conducta, al camino escogido por la inmensa mayoría de los opositores al mega proyecto rechazado por éstos.
Los no- violentos tenemos este desafío y la responsabilidad de responderlo con claridad y firmeza.
En ninguna parte del mundo ha funcionado la mezcla de los dos caminos, el violento y el no violento.
En Chile tuvimos la experiencia en abundancia contra la dictadura. Hubo que romper con los que creían y trataban de mezclar ambos métodos para que se impusiera finalmente la vía escogida por la mayoría.
De lo contrario es altamente probable que Chile todavía hoy viviese en dictadura, del color que fuese.