25 may 2011

Un click en el teclado

Se llama Ron Anton. Es el Secretario General de Educación Superior de la Compañía de Jesús en el mundo, doctor en comportamiento organizacional. Norteamericano con sede en Roma pero no está nunca ahí. Se mueve por el mundo fundando e implementando MBAs (magísteres en administración de empresas). Hasta en China, en la Universidad de Pekín, donde se pasó un tiempo largo. Y de paso reafirma los valores que no pueden faltar en la educación superior de hoy, en ninguna disciplina.

Un agrado escucharlo. Vino a Chile por pocos días, a inaugurar el año académico de la Universidad Alberto Hurtado. Su gran preocupación, cada vez que se deja caer por las Escuelas de Negocios de distintos países del mundo, en distintos continentes, es de si en este mundo de cómo hacer y distribuir dinero, las universidades se han preocupado de montar la cátedra de Ética. Si ya incorporaron o no, en los países más atrasados, el concepto de la responsabilidad social en sus enseñanzas.

Le ha pasado de todo. Recorriendo Asia, África, Europa, América, se ha topado con algunas universidades, incluso una jesuita, donde aún no hay nada de eso. Y en otras, que nada tienen que ver con formación religiosa, donde no sólo tienen los conceptos de ética y responsabilidad social absolutamente incluidos en sus mallas; sino que, además, han agregado un semestre denominado “dar de vuelta”, en el cual los alumnos trabajan en países pobres, reflejando lo que aprendieron y ayudando a salir adelante.

“Lo que convierte a una Facultad en una con valores es qué enseñamos, cómo lo enseñamos, qué tipo de alumnos producimos y qué quieren hacer ellos con sus vidas”
. Eso dice Ron Antón. Y agrega que “tenemos que evitar la globalización de la superficialidad”, que está tocando nuestras puertas hace rato.

Hacer un informe parafraseando pedazos sacados de internet no cuesta nada. Hacer un informe con una buena dosis de reflexión sobre el tema cuesta más. Pasarse la noche pensando cómo decirle a un amigo que ya no quieres seguir siendo su amigo, y explicarle por qué, implica tiempo y cariño. Borrarlo de un plumazo de la red social es sólo un click en la tecla “no amigo”.

“Enseñamos filosofía, literatura, ciencias sociales, negocios, no sólo para conocer estas disciplinas, sino para que nuestros alumnos desarrollen profundidad en el pensamiento y tengan una capacidad de análisis donde se observe una dosis de mayor reflexión y discernimiento”. Agrega que el desafío como educadores es lograr una transformación en el alumno que le permita desarrollarse como ser humano integral y desde allí aporte su experiencia a la realidad que lo rodea.

En tiempos de botellazos y lacrimógenas que desaparecen y aparecen con un “click” del teclado, escuchar a este educador ha sido un agrado.

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