Justo un mes después del atentado a las Torres Gemelas, junto a un puñado de periodistas chilenos fuimos testigos en la Zona Cero de las penosas tareas del rescate de restos de los casi tres mil neoyorkinos que cayeron por la loca acción de los seguidores de Osama Bin Laden. Eran a veces trozos mínimos. Tras cada hallazgo comprobado, sonaba una sirena como forma de homenaje.
A casi 10 años de ese escalofriante episodio, las sensaciones y recuerdos vuelven a presentarse al comunicarse que ha muerto Bin Laden. Lo primero que vuelve a la memoria, es el silencio de rescatistas y familiares; sólo se oía el ruido de máquinas perforadoras o grúas que retiraban con delicadeza los escombros… y la sirena de homenaje. Segundo, el olor a restos humanos descompuestos que emergía de las alcantarillas. Tercero, la ausencia total de sonrisas. Cuarto, la inmensidad del desastre, que parecían tener la dimensión de cuatro manzanas destruidas. Quinto, los centenares, miles de mensajes manuscritos y fotografías de las víctimas que se pegaban en tableros y murallas disponibles, además de flores ya marchitas después de un mes de la tragedia.
Lo que se veía era el reflejo del dolor inmenso de un pueblo que vio caer llenas de gente sus emblemáticas torres de comercio.
Las imágenes que vimos ese mediodía no eran transmitidas al pueblo estadounidense. Nos explicaron la razón: eran el testimonio del triunfo del fanatismo, la barbarie, y no estaban dispuestos a que los enemigos de Estados Unidos disfrutaran de la derrota momentánea que habían infligido a la nación más poderosa de la tierra.
Diez años después, la tortilla se dio vuelta. Ha muerto Osama Bin Laden, el cerebro de Al Qaeda. Cayó en un fulminante ataque de soldados norteamericanos cerca de Islamabab, Pakistán. La Ley de Talión, presente.
Este episodio ha conmovido al mundo, en una semana en que hemos pasado de la boda de William y Kate en Inglaterra a las disputas del Real Madrid y Barcelona, de la beatificación de Juan Pablo II a la muerte en un bombardeo aliado de un hijo y tres nietos de Jadafi en Libia. Noticias que impactan, por el drama, la emoción, la alegría, el desconsuelo.
Imposible permanecer al margen de estos sucesos. Aquí, las redes sociales dan un paso al costado, para que sean el periodismo en serio, los medios de comunicación estables, los que se encarguen de traernos las noticias. Noticias de verdad.