La información deportiva, especialmente la relativa al fútbol, ha ido cayendo gradualmente en las garras de los grupos que controlan la industria del sector.
El informador deportivo se está alejando rápidamente de las normas básicas y del rol social del periodismo profesional. Hoy ya no hay que complacer ni al hincha, ni al esforzado equipo de provincia que se esfuerza por sobrevivir.
Ya hace tiempo que la pauta de casi todos los programas deportivos se relaciona con los intereses más económicos que deportivos de esos grupos que Bielsa bautizó justamente como los “Concesionarios”: Blanco y Negro, Azul Azul y Los Cruzados.
Cabe recordar que hoy controlan la Asociación Nacional del Fútbol Profesional, ANFP, después de haber desplazado al periodista Harold Mayne-Nichols de la Presidencia del organismo y haber provocado el alejamiento del mismo Bielsa de la Dirección técnica de nuestra Selección.
En las páginas del deporte lo que importa actualmente es lo que pasa en el camarín del Colo, la U o la UC.
El resto de los clubes “prácticamente” no existe. No son objeto de cobertura salvo que les toque la “bendita” fecha en que enfrentan a uno de los tres autodenominados como “grandes”.
Pero puede pasar, por ejemplo, que si a Santiago Morning se le ocurre ganarle a la Católica, la noticia no es el triunfo de los de La Pintana.
El 99 por ciento de la nota y de los análisis se concentra en la derrota cruzada. A veces incluso uno se queda con la duda.
Bueno, ¿con quién perdieron los de San Carlos? Este axioma es válido también para todos aquellos equipos chilenos denominados como “chicos” que jueguen e incluso derroten a los albos y a los azules.
Hoy por hoy el mundo de los deportes está siendo ocupado por esta lógica “marketinera”.
Incluso tenemos que lamentar que en la televisión pública ocurra lo mismo. En los noticieros, los goles de partidos entre equipos “chicos” parecen un mensaje subliminal, mientras que las notas sobre los tres “grandes” pesan tanto casi como una telenovela.
Pero en el sector se cometen también omisiones más dramáticas y más dañinas para la buena salud de la sociedad cuando, en vez de investigar “periodísticamente” las redes ocultas de financiamiento y soporte de las barras bravas por parte de los dirigentes, los programas o secciones de información deportiva guardan un profundo y “sospechoso” silencio.
Muy de vez en cuando, y sólo por cumplir, se dejan ver unos pocos reclamos frente a algunos abusos o excesos de los barristas.
El Círculo de Periodistas Deportivos y una prestigiosa universidad privada han convocado a un Seminario sobre esta especialidad informativa.
Como todas las cosas de la vida, este Seminario puede ser de gran importancia para el sector si es que en el evento se verifica una reflexión auto-crítica. Pero también se corre el riesgo de que se constituya en una instancia que sólo sirva para consagrar el carácter mercantilista de la información en el deporte.
Esperamos, por el bien de Chile, del deporte y del periodismo un cambio profundo en la especialidad.
Algunos nos dirán que un cambio no es posible porque el fútbol se ha transformado en una industria.
A ellos les respondo: “La mafia también”.
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