10 abr 2012

De la ética y la ley

La ley será respetada por todos. Tal es el presupuesto de una sociedad organizada, especialmente en el caso de las democracias, por restringidas que éstas sean.

La ley representa una especie de marco mínimo al cual los ciudadanos ajustan su conducta, entendiendo que, como ha sido definido en doctrina y texto, es una manifestación de la voluntad soberana que manda, prohíbe o permite.

Cuando la ley manda, todos deben obedecer.

Cuando la ley prohíbe, todos deben abstenerse de la conducta prohibida.

Cuando la ley permite, quien está autorizado puede actuar, pero no está compelido a hacerlo. Yo puedo virar a la izquierda, pero no estoy obligado, ya que puedo seguir derecho por la misma calle.

La ética es más exigente que la ley, pues apela al mínimo común del buen comportamiento humano, distinguiendo entre las buenas conductas y las malas conductas.

Quiero decir, con esto, que si alguien burla la ley o la incumple, está realizando una conducta ilegal y por lo tanto susceptible de ser sancionada de alguna forma. Pero si alguien infringe la ética, sólo puede recibir un reproche que está en el terreno de lo moral, de lo espiritual, de lo cultural o de lo emocional.

Cuando un juez – o varios jueces – resuelven un asunto con estricto apego a la ley, puede suceder que estén afectando una norma ética que, desde una perspectiva espiritual y social, puede ser más relevante. Pongamos por caso que una ley autorizara la tortura como castigo.

Esa disposición puede estar vigente, pero un juez que aprecia el valor de la persona humana no puede condenar a nadie a esa penalidad y si la ley no le da una alternativa y el caso no puede ser absuelto, ese juez debe excusarse de resolver, para que otro ocupe su lugar.

Probablemente deje de ser juez, pero seguirá siendo un hombre íntegro.

En casos menos extremos, hay jueces que pueden excusarse pues aunque la ley los autorice a resolver un asunto, sus intereses pueden condicionar su forma de interpretar la ley. Lo que sucederá es que otro juez, sin intereses comprometidos, conocerá y fallará el asunto, pudiendo satisfacer la necesidad de resolución que las partes reclaman.

En el caso de dos ministros de la Corte Suprema a propósito de los recursos contra la represa que se quiere construir en Aysén, ellos, directa o indirectamente, tienen intereses comprometidos, de tal modo que lo aconsejable era que, siendo un asunto controvertido y sujeto a interpretaciones, se inhibieran de sentenciar, pues se corre el riesgo de que interpretaran en favor de sus intereses movidos subliminalmente por ellos.

Hay un instante en el que nuestra independencia se ve limitada aunque no siempre nos demos perfecta cuenta de la situación. La prudencia indica que es mejor dejar el lugar a otro que, a todas luces, tiene total independencia.

Son ya demasiados los conflictos de interés que se ven en nuestra sociedad y lo que ha sucedido con estos ministros del más alto tribunal de la República nos vuelve a situar en el delicado terreno de lo permitido y lo adecuado.

No todo lo que la ley permite es conveniente, ni menos aun está obligado a ello, existiendo la posibilidad de que otra persona tome la decisión.

No pienso que estos ministros – o por lo menos Pierry a quien conozco desde hace muchos años – necesariamente haya cometido prevaricación, pero creo que se le hace un daño no sólo a la causa ganadora – cuya posición relativa queda cuestionada socialmente – sino a la sociedad entera, que puede sentir, como yo, que se ha  hecho prevalecer una norma por sobre la ética, dejando que lo formal predomine sobre el fondo de las cosas.

El riesgo es que muchos dirán que si los máximos jueces pueden actuar así, por qué otros no.

Y el deterioro de la democracia avanza.

Este es un espacio de libertad, por lo que solicitamos que no lo desaproveches. Contamos con que las opiniones se remitan al contenido de las columnas y no a insultos, ataques personales, comentarios discriminatorios o spam.

Por lo mismo y buscando el buen funcionamiento de este canal de expresión, requerimos de un registro previo utilizando Twitter, Facebook, Gmail o Disqus.

Si tienes problemas para registrarte, haz click acá.

  • http://pulse.yahoo.com/_YLYJXPWTIIH7YX5PK4FQHJVQ74 miguel

    Es evidente cuando uno escucha las clásicas opiniones de algunas autoridades, especialmente políticos diciendo: “no hay nada fuera de la ley”, como si eso fuese garantía de una conducta transparente y moral. Es evidente que estar en los límites de la legalidad no constituye nada más que eso, cumplir con la legalidad, porque cuando uno está más allá de la ley está en condiciones de perder su libertad y, en algunos casos también incurrir en  el pago de multas o pago por daños.
    No podemos llenarnos de leyes porque no tenemos la habilidad de suponer todos los escenarios casuísticos posibles, el problema como bien lo menciona Jaime Hales,  está en otra parte, el terreno moral, cultural, etc. Quizás el problema es la baja relevancia que se le da a estos ámbitos o dimensiones humanas.
    Cuando sólo importa lo que formalmente se asume (legalidad por ejemplo), quiere decir que sólo vivimos para cumplir una lista, por lo tanto nuestro quehacer cotidiano sólo va a estar determinado por aquello, ¿que hay de aquello que no está normado?
    Ojo, ni siquiera las labores colegiadas, en cualquier disciplina, siguen teniendo las herramientas para poder cuidar el desempeño de los afiliados en orden a regulaciones o normativas morales.

  • http://pulse.yahoo.com/_YLYJXPWTIIH7YX5PK4FQHJVQ74 miguel

    Es evidente cuando uno escucha las clásicas opiniones de algunas autoridades, especialmente políticos diciendo: “no hay nada fuera de la ley”, como si eso fuese garantía de una conducta transparente y moral. Es evidente que estar en los límites de la legalidad no constituye nada más que eso, cumplir con la legalidad, porque cuando uno está más allá de la ley está en condiciones de perder su libertad y, en algunos casos también incurrir en  el pago de multas o pago por daños.
    No podemos llenarnos de leyes porque no tenemos la habilidad de suponer todos los escenarios casuísticos posibles, el problema como bien lo menciona Jaime Hales,  está en otra parte, el terreno moral, cultural, etc. Quizás el problema es la baja relevancia que se le da a estos ámbitos o dimensiones humanas.
    Cuando sólo importa lo que formalmente se asume (legalidad por ejemplo), quiere decir que sólo vivimos para cumplir una lista, por lo tanto nuestro quehacer cotidiano sólo va a estar determinado por aquello, ¿que hay de aquello que no está normado?
    Ojo, ni siquiera las labores colegiadas, en cualquier disciplina, siguen teniendo las herramientas para poder cuidar el desempeño de los afiliados en orden a regulaciones o normativas morales.

  • Tani Amaya

    Usted es un gran pensador, tremendo analista….lo felicito

  • Tani Amaya

    Usted es un gran pensador, tremendo analista….lo felicito