Los italianos, en su territorio y en el mundo, están celebrando su onceavo Óscar a la mejor película extranjera, entregado por la Academia a “La Grande Bellezza” de Paolo Sorrentino, con lo que reafirman su primado total en esta competencia cinematográfica.
Auguramos que este logro artístico-cultural pueda significar un gran estímulo a la nueva etapa política que vive “il Bel Paese” con el gobierno encabezado por el alcalde de Florencia, Matteo Renzi.
Ni él ni su Ejecutivo fueron elegidos en las urnas ciudadanas en votaciones directas, pero Renzi ya venía de haber obtenido el 70 por ciento de los votos en las primarias de su Partido Democrático el año pasado con 3 millones de votantes y casi el 60 por ciento de los electores florentinos cuando lo eligieron como Alcalde de la capital cultural del mundo el 2009.
Su propuesta política fue, en todo caso, refrendada con amplias votaciones de confianza en ambas ramas del Parlamento durante la semana recién pasada.
Un signo muy positivo es que el neo Premier con sólo 39 años de edad encabeza el gobierno con el promedio de edad más bajo de la historia política italiana: 47 años.
Todos son adultos jóvenes surgidos de las dos escuelas matrices de la política italiana: el Partido Comunista y la Democracia Cristiana, cuyos intentos de convergencia puestos en marcha como reacción inteligente al Golpe Militar en Chile, fueron combatidos a sangre y fuego por las fuerzas extremistas y finalmente abortados en la década de los 80 por la intensa confrontación de los dos bloques mundiales.
Ahora que en Chile se desarrolla un proceso similar con la Nueva Mayoría, son inolvidables y ejemplares las iniciativas de acercamiento de Enrico Berlinguer (PC- Compromesso Storico) y de Aldo Moro (DC- Convergenze Parallele) que culminaron con el secuestro y asesinato de este último en manos de los extremistas de izquierda, las Brigadas Rojas.
En el Gobierno de Renzi se encuentran entonces en fase de amalgamarse dos capitales político-históricos: la cultura tradicional DC-PC y la mirada Siglo XXI de una nueva generación de servidores públicos, algo irreverentes y muy críticos con los desaciertos del pasado. No en vano Renzi es llamado el “rottamatore” (desarmador).
Pero también es una generación desprejuiciada.Renzi se reunió con Berlusconi para consensuar un proyecto de Reforma Electoral cuyo eje está puesto en intentar favorecer la creación de mayorías, lo que impediría que las formaciones se vean obligadas a pactar para garantizar la gobernabilidad.
Ahora que hay señales de recuperación económica, acompañadas de notables triunfos culturales y deportivos, podríamos esperar que, en el marco de una Europa más unida, Italia encuentre el rumbo y ponga punto final a casi medio siglo de decadencia política. Ahora sí.