En el título de un medio electrónico se lee: “la soledad de Venezuela”. La verdad es que podríamos reflexionar algo más sobre el significado de esa “soledad”, ¿no le parece lector/lectora?
Tiene larga historia en nuestra América. Digamos que la casualidad histórica nos informa que cada vez que asume un gobierno de orientación popular y nacionalista, republicanista o independista, ha tenido serios problemas internos y externos.
Usted me dirá sí, pero eso era antes, en la era de la “guerra fría”. Sin embargo, por lo que vamos sabiendo y enterándonos, la cosa no es tan así. Intervenciones en otros países, amenazas o bloqueos han continuado después de la caída de los socialismos históricos y la extensión global de los mercados, el capital financiero y un escuálido liberalismo político.
Las pretensiones hegemónicas y de dominio no se han desvanecido en los poderosos de Occidente: los otros tienen que hacer lo que nosotros decimos y si no, atenerse a las consecuencias.
El espantajo del comunismo se sigue utilizando, pero de manera cínica. Los objetivos de los poderosos se orientan hacia el control y vigilancia de territorios considerados claves y de recursos naturales muy importantes.
Nuestra América tiene una rica historia en intervenciones, desestabilizaciones, golpes de Estado: Guatemala, República Dominicana, Panamá, Cuba, Granada, San Salvador, Nicaragua, incluido Chile.
Cada vez que un proyecto político se ha mostrado independentista en el manejo de sus riquezas y con una orientación popular, ha tenido rápidamente dificultades con las fuerzas conservadoras internas y externas.
La misma revolución cubana, independentista y nacionalista, se la dejó sola. No tuvo más asiento en la OEA, y los dictados del gobierno del Norte, impedían establecer relaciones con ella. ¿Que le parece?
La nueva labor fue aislar y bloquear la Isla, un bloqueo, hay que decirlo, que dura 50 años.Situación similar, vaya nueva casualidad, le tocó vivir al gobierno de S. Allende y más adelante, el 79, al triunfo del sandinismo en Nicaragua.
Tenían “pecados” comunes pues, nacionalizaciones; reforma agraria; promoción popular; restablecimiento de relaciones con países como Cuba y China, entre otros. Pero la cosa no se ha quedado allí.Tenemos el golpe en Venezuela (2002) y el nuevo tipo de golpe dado al gobierno de M. Zelaya, en Honduras. Y, ¿cuál es el gran éxito de esas políticas de aislamiento, bloqueo o intervención?
¿Para obtener más “derechos humanos” o “democracia”? ¿O, no será más bien para que regresen al redil de las políticas neoliberales? Lamentablemente, no tenemos por acá una ciudadanía empoderada, más crítica y reflexiva al respecto. Sus reacciones van al ritmo muchas veces de lo que dicen las imágenes y los medios.
Tenemos un gran déficit de cultura política pública. Algo que no le interesa ni a las posiciones de derecha, ni a las nuevas tecnocracias locales o internacionales.
Como bien nos cuestiona André Vitchek (documentalista, periodista de investigación), al decir que “mientras la gente solía ser influenciada por grandes pensadores, novelistas y cineastas, ahora es conformada por mensajes de 160 caracteres de los medios sociales, y por todos esos creadores de opinión que tratan de convertirla en superficial, impasible, complaciente y cobarde”.