En tanto continúa a Correos de la Argentina llegando datos de las elecciones, simultáneamente los candidatos emblemáticos se dirigen a sus partidarios.Una mirada superficial parece mostrar una reacción tradicional de cada uno de ellos: por un lado el Gobierno explicando su victoria y a su vez, las múltiples oposiciones a el, las derrotas locales que le han infligido al Kirchnerismo.
Sin embargo esta lectura tradicional no resulta una matriz aplicable a la realidad histórica y política argentina, donde el peronismo ha jugado un rol avasallador con escaso paralelo en Latinoamérica, además de sus condiciones especiales de expandirse y contraerse según los requerimientos del “movimiento”.
Sin perjuicio de algunas victorias esperables, como el PRO, los precandidatos presidenciales como Binner o Cobos, así como la firme subsistencia de la UCR a nivel nacional, la mirada estaba centrada en el joven Sergio Massa, peronista y ex K.
¿Qué se jugaba? La sucesión de la Presidenta Cristina Fernández en un sentido complejo, vale decir, si tenía una mayoría suficiente para introducir la modificación constitucional necesaria para su reelección o cuales serán los potenciales sucesores.
Más que nunca se jugaba la sucesión presidencial, lo que queda de manifiesto con la cantidad de precandidatos de todo el espectro político, que se presentaron en esta elección con miras al 2015.
Los números de hoy son contundentes en un solo sentido: la Presidenta no tiene ninguna chance de ser reelecta por vía de la reforma constitucional.
Por lo dicho, debemos pasar a analizar los elementos centrales del cambio alterno: cómo, cuándo, qué y quienes son sus potenciales sucesores.
En primer lugar, la Presidenta ha sido extremadamente precavida de ir construyendo una camada de jóvenes que constituyan el “nuevo peronismo”, al cual bautizaron “La Campora”, movimiento interno que fue ocupando espacios claves del poder del aparato estatal y han tenido una total protección desde la Presidencia de la Nación.
Sin embargo una sucesión de errores y escándalos han herido de muerte a estos jóvenes, particularmente por la situación que involucra al Vicepresidente de la Nación.
Todo parece indicar que la sucesión “desde arriba” sufrió un daño mayor como modelo y cierra esta alternativa como un mecanismo sucesorio.Por tanto la Presidenta deberá crear una nueva formula, que mantenga el proceso de cambio, no desvíe el modelo hasta ahora construido y logre evitar una confrontación entre peronistas, que finalmente pueda dejarlos fuera del poder.
En segundo lugar, sobre el cuando una cosa es clara: no es ahora. El PRO proclamó ya su candidato, Mauricio Macri, porque el resultado electoral esperado, se vio refrendado en las urnas y por tanto no tienen tiempo que perder.
En el caso del Justicialismo la premura es el peor camino, dado que el “movimiento” tiene a varios candidatos con gran capital político y debe dar tiempo a los intendentes, grandes electores en la tradición peronista, para poder tomar una decisión.
La Presidenta aun debe retomar sus funciones, que suspendió por razones de salud, afirmar el mando que parece severamente golpeado por disputas públicas al interior del Gobierno, dado que resulta condición indispensable para tener un rol relevante en la definición presidencial del 2015.
En tercer lugar, sobre qué recae la sucesión, parece ser el factor determinante de esta última elección parlamentaria.
Sergio Massa, el peronista disidente, repitió en innumerables pasajes de su alocución de anoche, palabras como, inclusión, tolerancia y humildad. Sin duda el estilo y generación se jugaron sus cartas.
El estilo, porque todo parece indicar que los argentinos y argentinas quieren pasar a una nueva etapa de conducción política, que solo recurra a la confrontación bajo muy especiales circunstancias y apuntó a candidatos que cambiaron el tono, buscando unir y sumar.La generación, porque bastaba ver la “fotografía” de los candidatos electos del Frente para La Victoria, para entender porqué se pide una renovación a gritos dentro del peronismo.
Finalmente, para definir el quienes, hoy por hoy es una confrontación a tres bandas: Sergio Massa, Sergio Urribarri y Daniel Scioli. Resulta prematuro afirmar que Massa tenga un acercamiento al Gobierno, que termine en una reconciliación total, a pesar que la historia muestra el pragmatismo del peronismo al momento de disputar el poder.
Por esta razón, y sin perjuicio del favoritismo que tiene Sergio Urribarri, es una carrera que aun debe resolverse.Sin duda en un esquema confrontado y tensionado, la conducta que ha mantenido Scioli, con una lealtad critica y prudente, lo ubica en una situación privilegiada, además de contar con más herramientas que Massa para desplegar sus capacidades.
No cabe duda que esta elección ha colocado un dilema en el peronismo gobernante, en términos de renovarse o dejarse avasallar el 2015.
Renovación que abarca un cambio radical al estilo confrontacional, así como los rostros de los líderes susceptibles de suceder a la Presidenta, que tengan la fuerza para continuar el proceso que sacó a la Argentina de la crisis de comienzos del siglo XXI.