En su homilía del miércoles de Ceniza el Papa Emérito Benedicto XVI aclaró en forma explícita las verdaderas razones de su renuncia. Ella no se debía tan solo a la “falta de fuerza física”, sino que principalmente a la “hipocresía religiosa”, que la definió como “aquel comportamiento que quiere aparentar, las actitudes que buscan el aplauso y la aprobación de los feligreses”.
Jesús ya había advertido de estos comportamientos hipócritas cuando con inusitada claridad, predicó las siete maldiciones en contra de los maestros de la Ley.
En el preámbulo de ellas señaló: “Hagan y cumplan todo lo que los maestros le dicen, pero no los imiten, ya que ellos no cumplen lo que enseñan”.
Y, a continuación Jesús dijo: “Todo lo hacen para aparentar ante los hombres, les gusta ocupar los primeros asientos, que los saluden en las plazas y que la gente les diga “maestro”.
Para luego sentenciar: “Por eso, ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas!, pues ustedes son semejantes a sepulcros bien pintados que tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de toda clase de podredumbre.Ustedes también aparecen exteriormente como hombres religiosos pero en su interior están llenos de hipocresía y maldad”.
Al comparar las enseñanzas y las palabras de Jesús con las del Papa Benedicto XVI, en su homilía del miércoles de Ceniza, se puede advertir una coincidencia notable. Jesús más directo, Benedicto XVI más diplomático, pero ambos dijeron lo mismo.
Por cierto que no se puede generalizar y así pensar que toda la Iglesia Católica está llena de podredumbre, de hipocresía y maldad. Millones de religiosos y católicos en el mundo entero tienen levantado su corazón hacia el Señor.
Pero sin duda que la advertencia del Papa se dirige a aquellos discípulos que al interior de la Iglesia y también en la curia vaticana, se han servido a si mismos, utilizando para ello los altos cargos que ocupan en la Iglesia, aparentando ser hombres religiosos e intachables, pero que en su interior están llenos de ”hipocresía y maldad”.
Sin lugar a dudas que en el Cónclave destinado a elegir al sucesor de Pedro, las palabras de Jesús y la homilía del miércoles de Ceniza de Benedicto XVI, debieran estar en el centro del debate.
¿Se elegirá un Papa que mantenga la “hipocresía eclesiástica”, y así continuar desfigurando el rostro de la iglesia y el de Jesús, o se elegirá, en el año de la Fe, un Papa que sea capaz de cambiar la faz de la Iglesia, dejando que “el Señor transforme, renueve y convierta, para así volver a Dios con todo el corazón”, como imploró Benedicto XVI?